Capítulo 20:

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Picasso:

—Buenas noches, — saludé a mi mujer y al grupo de Sigrid cuando crucé por la puerta principal del restaurante.

Ellos estaban de rodillas, al parecer habían recibido una buena reprimenda por parte de Yeni.

—¿Un primer día difícil? — les pregunté a los chicos, quienes no dejaban de mirarme con sus rostros espamados.

Un veloz sartenazo asestó en mi cabeza.

—¡¿Volvieron a pelear?! ¡¿No que era una reunión?! ¿Por qué no te has atendido a esa herida? — una esposa muy alterada me estaba atiborrando de preguntas.

—Perdón cariño, las cosas se salieron un poco de control pero estoy bi... — ni siquiera había terminado de hablar y ya estaba siendo jalado con las orejas, al ver su rostro noté sus ojos cristalizados.

—Está bien — palpé su cabeza —Vamos a que me atiendas estas heridas.

Si había algo que detestaba eran las lágrimas en quienes me importaban.

—Ustedes tres, sígannos, tenemos algo de qué hablar — dije dirigiéndome al resto.

En la parte trasera:

Estábamos en la sala de mi casa, detrás del restaurante. Sigrid, Vanessa y Alexxander se sentaron en el sofá en forma de L. Timur optó por uno de los sillones, a la vez que Sarah y Sereh por el otro, eran tal delgados que cabían a la perfección.

Entre ellos y yo había una mesa de cristal con un florero encima.

Yeni a mis espaldas, abría el botiquín de primeros auxilios, para comenzar a limpiar heridas.

—Sigrid, a partir de ahora te vienes a vivir con los de tu especie.

Sigrid se levantó del cojín, casi instantáneamente, poniendo sus manos sobre la superficie de cristal, a la vez que apretaba la dentadura.

—¡Me niego! — vociferó ella — ¡Una cosa es trabajar para ustedes, pero nunca viviré bajo su mismo techo!

—No puedes negar tus orígenes para siempre, también eres una de nosotros — dije en un intento de convencerla.

—¡USTEDES MATARON MIS PADRES! — el florero que adornaba la mesa fue estrellado contra la pared, debido al manoteo de una Sigrid realmente furiosa. Los restos de cerámica fueron esparcidos por el piso, junto a la tierra que contenía y las flores que lo adornaban.

—Solo eres una niñata inmadura. ¡No sabes nada! — su actitud ya comenzaba a exasperarme.

Casi hablo de más.

—¡Son ustedes lo que nos saben nada! No conocen el dolor que he experimentado.

—¡No hables idioteces, muchacha! — Yeni, que limpiaba mis heridas con un algodón humedecido en alcohol, alzó la voz —El corte que vez en este cuerpo, es por defenderte, es el precio de tu vida.

—Nunca pedí vuestra compasión — continuó ella con sus lloriqueos infantiles.

—¡Eres una idiota, Sigrid! — hablaron los gemelos a la vez.

—¡No le hablen así a mi cariño! — intervino Vanessa.

El tono en la habitación ya se estaba saliendo un poco de control.

—¿Y si nos calmamos un poco? — propuso Alexxander.

—Es-estoy de acuerdo con Alexxander — tartamudeó Timur.

—Estoy harta de esto, me largo — el molesto dolor de cabeza decidió irse dejando la conversación a medias, el sonido de la puerta estrellándose contra el marco se escuchó en toda la sala.

Madness PartyWhere stories live. Discover now