Capítulo 11:

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No podía dejar de estar en alerta. Sentía que ojos nos observaban desde todas las direcciones mientras caminábamos por la oscuridad de los callejones.

—¿Qué es lo que buscamos exactamente? — le pregunté a Sigrid.

—El informe decía que se habían visto perros que parecían poseídos en el distrito 9. Ya han dejado graves a 10 personas. Podrían ser criaturas mágicas hambrientas , o podrían estar poseídas por espíritus. En el peor de los casos podrían estar demonificados.

—¿Demonificados?

—Cuando un demonio es lo suficientemente fuerte puede controlar mentalmente a sus víctimas cuando las hiere. Aunque solo funciona con seres inferiores a él.

El sonido de un llanto apareció levemente. Comenzó a hacerse más intenso a medida que avanzábamos. Después resonó en el lugar el intenso chillido de un grito.

Por su tono parecía un niño pequeño, tal vez una niña.

—¿Una persona? Son más de las 10 de la noche.

Sigrid comenzó a olfatear. —Este olor...

—Sí — dije sonriendo y corrí hacia la dirección de la que provenía el alarido —¡Huele a peligro!

—Espera... No te precipites, podría ser una trampa.

Ignoré sus palabras y seguí acercándome. Doblé a la derecha en una esquina y continué avanzando. El sentimiento se hacía más fuerte con cada paso que daba, como un llamado que hacía eco en mi corazón.

Más adelante había un callejón que dividía el lado izquierdo.

—¡Es aquí! — me frené en seco frente al entrecalle.

A mitad del camino, al lado de un poste de luz, había un niño pequeño, parecía tener 11 o 12 años. Vestía un overol azul con una camisa negra debajo. En su cabeza traía una boina. Estaba sollozando en posición fetal. Tres perros de buen tamaño lo rodeaban. Más adelante, lejos de la luz del foco, otros dos parecían alimentarse de algo en el suelo.

—A mí me parecen perros normales.

Uno de los más cercanos levantó la cabeza. Sus ojos eran rojos y su boca estaba ensangrentada. Tenía un profundo corte en su cuello, como si le hubieran rajado la garganta.

—Bueno, no tan normales.

Los demás se pusieron en alerta. Sus orejas estaban levantadas y sus cabezas erguidas. Todos poseían heridas fatales.

—¡No son animales normales, huelen a demonio! Transfórmate ahora

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—¡No son animales normales, huelen a demonio! Transfórmate ahora. — Sigrid llegó a la escena.

Giré mi cabeza hacia ella —Solo son perros. No pueden ser tan...

Mi sexto sentido comenzó a mandarme intensas señales de alerta.

Doblé mi cadera hacia la derecha. Uno de los chuchos había intentado atacarme mientras no atendía. Quedó entre Sigrid y yo; me miraba fijamente. Su cuerpo estaba envuelto en un humo negro. Luego desapareció entre las sombras. Me giré de vuelta y los demás también habían desaparecido. Solo quedaba el chico sollozando bajo la luz parpadeante.

Mi compañera dragón se acercó a mí.

—Son Perros de Sombra demonificados, puedo olerlos — se puso de espaldas y se transformó en su forma semi dragón, —aún siguen aquí. ¿Por qué demonios no te transformas?

—¿Acaso no es obvio? — saqué un cuchillo de 35 cm que ocultaba bajo la chaqueta —Es más emocionante de esta forma.

Al frente, — uno de ellos apareció entre las sombras y se abalanzó hacia mí. Anticipándome a su ataque me giré hacia la izquierda y le clavé el cuchillo en el lomo arrastrando el corte hasta la costilla. La sangre manchó mis brazos y cubrió mi arma de rojo. El perro calló desplomado en el piso.

—¿Vez...? No son la gran cosa.

—Me sorprende la cantidad de armas blancas que tienes.

—Efecto secundarios de haberte unido una organización criminal.

Otra sombra me atacó desde la derecha. Alcé la pierna en el aire y como un martillo lo pateé en la cabeza, aplastándolo contra el suelo. Momentos después sentí que iban a atacarme por la espalda.

Sigrid se volvió hacia mi y la cabeza de otro cayó al lado de mi pie. Giré mi cuello y era el mismo perro que me había atacado antes.

—¡¿No se supone que ya lo había matado?!

—Los animales demonificados no tienen conciencia propia. Cumplirán la orden que se les impuso mientras sus cerebros sigan conectados al resto del cuerpo.

—¡Son zombis! ¡Debiste habérmelo dicho desde el principio!

—Nunca preguntaste por los detalles de la misión.

La criatura que tenía debajo de mi comenzó a levantarse. Quité mi pie de encima suyo y de un tajo intenté cortar su cabeza. El cuchillo se quedó a mitad de la garganta.

—No vas a matarlos con un simple cuchillo. Por eso te dije que te transformaras.

—Maldición, yo que quería seguirme divirtiendo.

Siempre vas a terminar dependiendo de mí — susurró la voz de mi cabeza.

Solté el cuchillo y clavé mis garras en su garganta. Mi mano se hundió dentro de su cuerpo. Lo alcé y empecé a sacudirlo de un lado a otro, hasta que se desprendió de la cabeza y salió estrellado contra la pared.

—Qué asco. — Lancé la cabeza hacia atrás y sacudí mi mano ensangrentada. Luego recogí el cuchillo del suelo y lo limpié en el pelaje del otro animal que Sigrid había degollado.

—Dos menos, — volví a colocar el arma en mi chaqueta.

Nos tomó dos minutos acabar con los tres que quedaban.

Sigrid caminó hacia el niño —Acabaré con su pesar.

—Haz lo que quieras — le dije.

Algo no anda bien. Acabar con los zombis no acaba de tranquilizar la inquietud de mi pecho. Hay otra amenaza cerca.

Me volteé hacia mi tonta compañera; ella estaba a punto de apuñalar al niño en el suelo.

De un momento a otro desapareció y el sentimiento de peligro se intensificó. Era la alarma de amenaza más grande que había sentido hasta ahora.

Ese niño es peligroso.

Caminé hacia donde estaba Sigrid.
Pasé por al lado de los cuerpos tirados en el suelo, eran humanos, probablemente sus padres. Sus rostros mostraban tal deformación, que eran irreconocibles. Uno de ellos había perdido casi toda la carne en el cuello, colgando su cabeza de un hilo con el tórax. En la otra persona se podía ver con claridad un profundo hueco en su estómago. Al parecer el can se había alimentado de sus entrañas.

El chico apareció a su espalda; su sombra comenzó a moverse de una manera anormal.

—Juguemos,— dijo él.

Instantes después una penumbra mucho más negra que la noche cubrió el lugar engulléndolo todo.

Madness PartyWhere stories live. Discover now