Capítulo 7:

44 21 47
                                    

Ni siquiera me cambié. Corrí por el camino sin pensar en nada. Crucé las calles, aunque el semáforo estuviera en rojo. Casi me atropellan par de veces.

Espero... que sea una broma.

Aún me quedaban más de 12 kilómetros por recorrer.

Maldición. ¿Porqué tengo que vivir al otro lado de la ciudad?

Estaba totalmente sudado y mi respiración agitada.

Había pedido una bicicleta “prestada” para poder llegar más rápido.

Detuve mi mano por unos segundos en la manilla de la puerta. Después la abrí.

—Bienvenido Alexxander. Sí que llegaste rápido. La mesa está servida.

—¿Por qué siempre olvido... que mi vida es una basura?

Ella nunca hacía nada por mí. Ella me odiaba. Negaba mi existencia. Pero...

“Oye, pequeño Alex. Tu madre y yo estamos teniendo una cena ahora mismo - se oían gemidos de fondo -. Si te demoras mucho no quedará carne para ti. ¿Sabes a qué tipo de carne me refiero... verdad?”.

Pero aun así...

En el sofá de la sala había una mancha de sangre. En el suelo se apreciaba un charco rojo con un rastro, que llegaba hasta la mesa de la cocina. Encima de ella estaba el cuerpo de mi madre, descuartizado. Su cabeza, sus brazos y sus piernas estaban separadas de su torso. En su rostro había una expresión de horror. El mantel estaba teñido y el líquido carmesí goteaba en el piso. En la silla estaba sentado un hombre que nunca había visto en persona mi vida, y nunca pensé verlo, pero ahí estaba, con una servilleta puesta y cubiertos en ambas manos, la derecha adornada por un anillo de plata incrustado con una gema azabache. Tenía algunas arrugas en su cara y betas grises en su pelo negro; mirada firme y oscura. Su sonrisa al mirarme, su rostro, nunca había visto una expresión tan desquiciada en mi vida.

—Tú...

—Oh, qué falta de educación de mi parte. Mi nombre es Igner Dragreos, presidente de F&F. Puedes llamarme Mozart.

Aun así...

—¿Sabías pequeño Alex... que la comida es más sabrosa después del sexo? — su rostro era totalmente repulsivo.

¡Lo mataré! — mi cordura desapareció por completo, sumergiéndome otra vez en ese océano de desesperación, en el cual había jurado no volver a entrar nunca más.

—Basura. Tu simple existencia la considero un pecado — sin previo aviso, dirigí un golpe hacia su molesto rostro.

—Ohhh. Esos ojos amarillos. Entonces es cierto que Sigrid consiguió un amigo mitad humano, mitad dragón. Aunque sabía que ustedes dos se conocerían en algún momento.

Aquella escoria detuvo mi mano con su cola antes de que llegara a tocarlo. Hizo como si nada y cortó un pedazo de la pierna de Natasha con su cuchillo, y se la llevó a la boca.

—Delicioso. ¿No quieres un poco? — dijo acercando otra porción a mis labios.

Abofeteé su mano tirando el tenedor al suelo —Voy a destrozar esa sucia boca tuya, para que no puedas volver a comer carne otra vez en tu vida, — le dije calmadamente.

—¿Sabes que es de mala educación tirar la comida al suelo? — me respondió él con una pregunta, extremadamente sereno.

En un instante clavó sus uñas en mi cuello.

Imposible. Ni siquiera vi su mano, — de mi boca comenzó a salir sangre.

—Tranquilo, no morirás, — dijo pasando su mano por la comisura de mis labios. Luego se llevó el dedo ensangrentado a la boca.

Madness PartyWhere stories live. Discover now