Capítulo 19:

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En algún lugar de la isla de Cuba

Narrador omnicente:

El intenso sol tropical de medio día golpeaba el yermo desierto. Una pequeña brisa levantaba el polvo de la tierra árida, en la que se encontraban el Monarca de las Llamas Negras y sus hombres. Aquel sitio es un inmenso cráter, provocado por un misterioso rayo descendido del cielo, el cual aniquiló toda la región oriental de la isla tiempo atrás. Todavía quedaban restos de radiación por el lugar, por lo que para cualquier humano, acercarse lo suficiente le provocaría una muerte segura.

Sin embargo no se trataba de simples humanos los seres que ahora invadían el terreno, sino criaturas de un poder exuberante.

—Repasemos las reglas — dijo Mozart en el borde de la depresión. A su lado derecho se encontraban Ragnar y Beethoven; al izquierdo Leonardo junto al gato de Calígula —Número uno: No se permiten asesinatos ni laceraciones. No podemos permitirnos reducir nuestra población, y menos con el Ragnarok tan cerca, — en su rostro podía apreciase con claridad la seriedad puesta en sus palabras —Número dos: Cuando la espalda de alguien toque el suelo será descalificado; cuando los tres miembros hayan tocado el suelo con sus espaldas, se declarará ganador al equipo contrario. Número tres: No le cederé mi energía a nadie; no habrá favoritismos.

El mismo sacó una pieza de oro de su bolsillo —El duelo comenzará cuando la moneda toque el fondo, — dijo a la vez que la lanzaba al aire con su pulgar.

—Esto será muy interesante de ver. No teníamos un combate así en un siglo — comentó Kald desde su derecha.

—No podría estar más de acuerdo contigo — afirmó el organizador de tan magnánimo evento.

Aquella moneda dorada se elevó en el cielo, y como una cuenta regresiva, volvió a descender. Nubes de tormenta cubrieron el lugar, oscuriciendo el terreno bajo sus furiosos ademanes de ira y rugidos estremecedores. La presión aumentó sobre la tierra ante el inminente choque de los 6 titanes, haciendo que incluso las rocas sobre el suelo inerte tiemblen de miedo.

El hilo de la tensión se estiraba cada vez más, con la cercanía de la anunciadora de tal desmedida colisión; hasta que dicho hilo reventó con su toque al temeroso suelo.

Los primeros en realizar sus movimientos fueron Tesla y Bolívar. Ambos son los más veloces entre los dragones. En pocas fracciones de segundo, dos flechas, púrpura y amarillo, tuvieron su encuentro en el centro del campo de batalla. Como resultado de su choque, una onda expansiva de aire comprimido levantó las pequeñas partículas de tierra desprendida, formando una tormenta de polvo, causada por los constantes cambios en la dirección del viento culpa del airado Arashi. Ambos adversarios se elevaron en el cielo dejando una estela de luz a su paso, en una violenta danza de intercambios de golpes, hasta perderse entre la densidad de los nubarrones oscuros.

Los bramidos del cielo descendieron a la tierra. Relámpagos azotaron la desdichada superficie.

El tercero en actuar fue el Coloso de Acero. Golpeó el suelo con sus puños férreos, el cual tembló cediendo ante sus formidable fuerza. Columnas metálicas manaron de la tierra, tomando formas de cabeza de dragón, en dirección a sus contrarios. A su vez, el Ursupador de la Luna desapareció entre las sombras.

Calígula, en respuesta de tal acometida, hizo un ademán con su brazo, y una ola de ácido corrosivo cubrió el campo de batalla. Lo menos que le importaba a este excéntrico individuo era la seguridad de sus compañeros.

El resto, excepto Demetri, huyeron de aquel ataque ascendiendo.

La tierra y los dragones metálicos fueron corroídos, y la profundidad del cráter aumentó unos dos metros más a causa del ácido.

Madness PartyWhere stories live. Discover now