Capítulo 2

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|Un nuevo comienzo|

Lisa no podía creer lo que le estaba pasando. Días atrás solo buscaba el método perfecto para acabar con su vida y ahora estaba en la casa de una de las mujeres más importantes de la moda. No merecía aquello. Aun tenía la certeza de que el auto debió acabar con ella.

Su vida no fue nunca algo sencillo. Su niñez fue trágica, su adolescencia empeoró todo y su juventud dio un positivo giro para luego terminar por quitarle las esperanzas y hasta las ganas de vivir.

Pensaba en tantas y tantas cosas mientras el cielo irradiaba bastante luminosidad en ese bello lugar y ella estaba arrebujada contra una almohada. Recordaba toda la miseria que había sido su vida. Tenía los ojos húmedos por algunos tontos recuerdos y trataba de respirar con tranquilidad mientras mi raba hacia un cuadro ubicado exactamente frente a ella.

- ¿Puedo pasar? -Se escuchó una voz tras la puerta de la habitación en donde Lisa se encontraba.

- Sí. Claro que sí. -Respondió, sentándose en la cama y tratando de verse lo más normal posible.

- ¿Pasarás todo el tiempo aquí? La casa es inmensa y dudo que conozcas más que esta habitación, el comedor y la sala de estar. Las gemelas me dicen que les gustaría hablar contigo. Opinan que eres muy bonita.

Lisa se sonrojo por el cumplido de la mujer y agachó la cabeza.

- Y yo creo que es totalmente cierto. - terminó de decir con suavidad y un indicio de sonrisa.

pasó el dedo índice por el suave mentón de Lisa e hizo que esta levantara la cabeza.

- Ellas también son preciosas, Señora Kim. -dijo la joven con voz apenas audible. -Y, no, no es que no desee salir de aquí. Es que muero de vergüenza con usted. La casa es tan hermosa, siento que no soy buena combinación con algo tan elegante.

- No quiero que me llames Señora y puedes tutearme. Me sentiré más cómoda si lo haces. -Lisa asintió tímidamente y Jennie continuó - y nada de eso. No te dejes intimidar por la grandeza de la propiedad. Tienes toda la autorización para recorrerla y puedes hablar con Jane y Ruby cuando lo desees. Ellas estarán encantadas de hablar contigo. Mueren por escucharte hablar de París. -Sonrió, esta vez completamente, enseñando a Lisa su perfecta dentadura y la muchacha creyó ver el cielo abierto solo para ella con aquella sonrisa.

- Prometo salir, Jennie.

Jennie que conversaba con ella desde el sofá negro que estaba cerca de la cama, ahora se sentó sobre esta y se acercó un poco a Lisa.

- Quiero que me cuentes sobre ti. No es una obligación, pero me gustaría saber tu historia.

- Mi vida no tiene nada interesante. -soltó con el pesimismo que la embargaba.

- Quiero que dejes de pensar de ti como algo que no tiene valor. Debes amarte a ti misma, Lisa.

Jennie tomó su mano con firmeza y Lisa dejó escapar un suspiro para luego permitir que salieran un par de silenciosas lágrimas.

- Es complicado amarte a ti mismo cuando haz hecho tantas cosas estúpidas. Solo yo tengo la culpa de todo lo que he pasado y no debería compadecerme ahora de eso.

- Todos hacemos tonterías en algún punto de nuestras vidas. Pero no por eso tenemos el derecho de negarnos a vivir. La vida tiene que estar hecha de equivocaciones para poder tener aciertos. Y no es cuestión de compadecerte, es solo perdonarte. Perdonarte cualquier error.

Jennie soltó la mano de Lisa y acarició un mechón de su cabello rubio. La joven sentía una paz inconmensurable al mínimo contacto con la diseñadora.

- Estoy aquí para escucharte, Lisa. Cuéntame de tu vida.

Lisa levantó la mirada y clavo sus enormes, y expresivos ojos en Jennie para empezar a hablar.

- Crecí en un orfanato y odié cada día en ese lugar. En cuanto cumplí la mayoría de edad empecé a trabajar como dependienta en un lujoso hotel de la ciudad. Una de las monjas tenía contacto con el dueño y consiguió que me dieran el empleo. Ahí conocí a un fotógrafo. Él me dijo que me pagaría por tomarme un par de fotos. Para mí era una cantidad bastante elevada. Jamás pensé que darían un solo dólar por una foto mía -La diseñadora la miraba con atención. Lisa sonrió con pesar y siguió relatando un poco de su vida, mirándola de vez en cuando- algunos días después me llamó un diseñador diciendo que estaba interesado en hablar conmigo. Todo fue bastante rápido y totalmente inesperado para mí. Me empecé a llenar de contratos y gané mucho dinero. Algunos años después tuve mi primer agente, él logró conseguirme varios trabajos en París, supongo que fue de ahí donde escuchaste mi nombre - Jennie asintió. Lisa suspiró fuerte y pasó una mano por su frente - confiaba bastante en él y nunca leí un papel que él me entregara. Jamás creí que él pudiera hacer algo que afectara mis intereses. Hizo una cantidad de enredos que jamás llegué a entender, pero lo que sí entendí es que me dejó en la calle y yo no tenía cómo luchar, las firmas en cada papel eran auténticas. Eran mis firmas. Al estar envuelta en un escándalo así y aunque no era culpable de ello, no conseguía trabajo. Ninguna casa de moda deseaba tenerme. Lo poco que tenía empezó a acabarse por completo y una mañana, cansada de luchar una batalla que no tenía sentido, decidí que acabar con todo era lo mejor... y entonces apareciste tú.

Jennie escuchó todo el relato con mucha atención, veía el dolor en los ojos de Lisa y podía notar el temblor en su voz. Quería que se arrebujara en su pecho, arroparla entre sus brazos y sustraer de su alma todo aquel dolor.

- Y entonces aparecí yo... -Sonrió con ternura, mirando los ojos miel de Lisa y ella sintió un extraño cosquilleo cada vez que veía su dentadura blanca formando una sonrisa para ella. - Lisa, cuando estabas en hospital te pregunté si deseabas empezar de nuevo. Tú dijiste que sí y por eso estás aquí. Aceptaste un nuevo comienzo y quiero que lo aceptes y que sientas que lo mereces. Es difícil olvidar el pasado, pero no es imposible. Quiero que seas feliz, todos lo merecemos. Mañana irás conmigo a Runway, quiero que conozcas la Casa de modas. Te sentirás como en casa.

Jennie se levantó de la cama, extendió su mano hacia Lisa y ella la tomó. Por primera vez sonrió directamente hacia Jennie y esta no podía explicar lo que se movía dentro de sí con una "simple sonrisa". Simples segundos alteraron todos los sistemas existentes en el ser de la diseñadora y por una extraña razón soltó la mano de Lisa para luego salir rápidamente de la habitación.

Simplemente sucede ~ adaptación JenLisa~ Where stories live. Discover now