Capítulo 7

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|¿Desorden de emociones?|

Después de regresar a la casa y cenar juntas, la morena entró en el estudio con el pretexto de estar trabajando en un nuevo diseño, cuando la verdad era que solo entró ahí para dedicarse a pensar.

Lisa había jugado sucio. Su excitación le jugó una mala pasada, pensaba. Ni siquiera pudo responder. Sin duda esa jovencita era bastante astuta y podía negarlo, pero eso le encantaba.

Después del "encuentro" en la oficina de Jennie, Lisa ordenó que le llevaran el almuerzo y se las arregló para no verla el resto del día en Runway. Sorpresivamente no regresó con ella. Regresó en taxi y solo se dejó ver en la cena.

En el estudio, Jennie se sirvió un poco de coñac mientras recordaba el transcurrir de la cena:

Lisa hablaba amistosamente con las gemelas mientras comía, pero en ningún momento se dirigió a ella. Las muchachitas estaban tan sumergidas en su conversación que no notaron la creciente molestia que sintió su madre al ser ignorada, excluida de la tertulia. Aunque lo merecía. La rubia solo le estaba dando un poco de su misma medicina.

Las gemelas han estado toda la tarde en un club jugando golf y por eso, tan pronto como acabaron cena le dieron un beso, dedicaron una sonrisa a Lisa y se fueron a descansar.

Lisa sabía lo que venía, lo que ella reclamaría y por eso se levantó de la mesa para evitar responder cualquier pregunta a Jennie. Pero fue tarde. En cuanto las gemelas se mantienen alejado y Lisa caminaba hacia las escaleras, Jennie tiró de su brazo con fuerza para frenarla.

- ¿Me ignorarás ahora? -Le preguntó, sin soltar su brazo.

Lisa se zafó de su agarre y la miró molesta.

- Si es necesario. -Respondió con una sonrisa lesiva volviendo a hablar sin dejarla responder. - En ocasiones hay que hacer como si lo que pasó nunca hubiera pasado. Según tu filosofía, eso es posible y ah, muy válido. -dijo Lisa tratando de controlar el volumen de su sarcástica voz.

- No me vengas con eso ahora. No juegues conmigo. -Dijo la diseñadora entre dientes, pero de manera autoritaria.

- Yo no estoy jugando contigo. Eres tú la que lo hace. ¿Hagamos que no pasó y así se borra lo que sucedió, verdad? ¿No es así?

Jennie la miró furiosa, le dio la espalda para dirigirse al estudio y aun estaba allí. Ya había pasado tal vez una hora desde que hablaron al pie de las escaleras. ¿Qué estaba pasando, qué estaba sintiendo? Ya era lo bastante mayorcita como para esos sobresaltos. No deseaba tantas agitaciones a estas alturas.

Una hora más, copa de coñac tras otra y poco después ya había perdido todo hilo de cordura.

Ahora tenía el valor de decir y hacer lo que muy seguramente no haría estando sobria.

- ¡Abre, maldita sea! -Grito Jennie tras la puerta de la habitación de Lisa.

Eran aproximadamente las 10:00 PM cuando Lisa escuchó los gritos de Jennie a la puerta de la alcoba. No estaba dormida. Lisa rondaba en su cabeza, provocándole insomnio y ahora estaba ahí, a la puerta, para quitarle la paz. Aunque solo se quita algo que se tiene y paz era lo que Lisa no poseía. No desde que se dejó llevar por la guía de los estúpidos sentimientos y empezó a fijarse en quien no debía. El corazón, pensaba, debía estar bloqueado para los amores imposibles.

- ¿Sabes la hora que es? -Preguntó Lisa al abrir la puerta.

Jennie se rio y levantó un dedo para señalar alrededor.

- Sí. Hay relojes por todas partes, mi querida Lili. Son elegantes y muy costosos.

A Jennie le costaba articular y vocalizar cada palabra. Su voz sonaba confusa y se podía notar a muchas leguas las copas que traía encima.

- ¿Estás bebida, Jennie? -Indagó Lisa lo que era evidente.

Jennie solo la miraba y reía. Luego movió bruscamente la cabeza de arriba hacia abajo para indicar un sí. Lisa tomó su mano y entró con ella en su habitación. No podía arriesgarse a que alguna de las gemelas saliera y viera a la morena en ese estado.

- ¿Quieres aprovechar de mí, chiquilla? -Tocó el hombro de Lisa y esta agachó la cabeza y se mordió el labio inferior para que Jennie no viera sus ganas de reírse. Jamás imaginó ver a la morena así.

- Sí, pero no lo haré. -Se acercó a ella, como en un intento de besarla, pero sin llegar a tocar sus labios.

Jennie moría por besarla. El grado de ebriedad podía quitarle la cordura, pero jamás podía hacerla olvidar la sensación de los labios de Lisa sobre los suyos.

- En dos ocasiones lo has hecho. Vamos, me presto para que lo hagas una vez más. -Dijo Jennie haciendo un esfuerzo por no tambalear tanto.

Tomó a Lisa de la cintura y pegó su delgado cuerpo al suyo. La respiración de la rubia empezó a acelerarse y las ganas la estaban consumiendo. La piel de Jennie junto a la suya, su rostro cerca al de ella, sus manos presionándola... pero debía resistir. Esa no era la forma.

- ¿Solo era un capricho? ¿Deseabas saber qué se sentía besar a una madurita, Lalisa? -Preguntó en un hilo de voz.

Jennie soltó bruscamente a Lisa y se sentó en la cama. Sus ojos se humedecieron levemente y Lisa lo pudo ver cuando se colocó en cuclillas frente a ella. Tomó sus manos con cariño y colocó la cabeza sobre sus rodillas.

- Eres lo que más deseo en este mundo. Los deseos más firmes, suelen ser los más difíciles, algunos inalcanzables. Eso eres tú para mí. Lo que más deseo y lo que no puedo tener. Un deseo firme, latente, pero imposible. Tú lo sabes y es claro que no estarías aquí si no fuera por esas copas. No quiero que mañana al despertar me odies por algo que realmente no deseabas.

Jennie no respondió nada.  Se quitó los tacones y lentamente se hizo a un lado de la cama. Quería estar cerca de la joven. Lo Necesito. La cordura no estaba del todo perdida y comprendió cada palabra dicha por Lisa con tanta sinceridad.

Esa noche durmieron en la misma cama. Una tan cerca de la otra y un mar de sentimientos entre ambas.

Lisa se encargó de abrigar a Jennie y no perdió la oportunidad de contemplar su rostro antes de descansar a su lado. Era una tierna clase de adoración. Era todo lo que ella soñaba

Simplemente sucede ~ adaptación JenLisa~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora