Capítulo 8

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|Tal vez es amor|

Era un precioso día soleado. Los débiles rayos de luz de aquella mañana iluminaban la alcoba que Lisa ocupaba desde hacía un par de meses.

En la cama cubierta de sedosas sábanas blancas se encontraba Jennie de bruces. Estiró el brazo para tocar el otro lado de la cama y estaba vacío. Lisa no estaba. Se incorporó un poco y sintió que su cabeza estallaría. Lo tenía merecido, pensaba. Ese era el castigo de los bebedores: el día siguiente.

Lisa estaba en la ducha. Se había levantado hacía muy poco. Lo primero que vio fue el rostro de Jennie muy de cerca. Fue el despertar más bello que podía recordar.

Mientras el agua recorría su cuerpo, no solo era la belleza de Jennie la que estaba en sus pensamientos. También estaban los recuerdos del día anterior. Le confesó a la morena que la deseaba y estaba segura de que solo había revelado una parte de lo que sentía. No era solo deseo. La admiración, ese extraño cariño, los acelerados latidos de su corazón cuando ella estaba cerca... eso no podía ser solo deseo. Era como si quiera ser de ella, enteramente de ella y que a la vez ella fuera suya. Pero tenía la certeza de que eso no podía ser. Frente a Jennie parecía segura de sí misma y completamente al tanto de su "poder" sobre ella, pero no era más que fachada. Seguramente le gustaba, eso sí. Pero alguien como Jennie jamás se fijaría en ella de una forma más que superficial. No era de su mismo "nivel" y era algo que debía afrontar y aceptar. No tenía otra opción. ¿Qué más se podía hacer en una como esa? ¿En qué momento todo se salió de sus manos? ¿Cuándo fue que aquella inofensiva admiración se convirtió en deseo, ganas, ternura... amor?

Realmente no tenía sentido tratar de hallar definición para lo que sentía. Era evidente que era un imposible. Ella no era para Jennie y Jennie jamás sería para ella.

- Ya ha despertado. Mira sobre la cómoda hay un poco de jugo de naranja y una píldora mágica que se encargará de que tu resaca no te lleve del todo. -Dijo la rubia al salir del baño. La diseñadora estaba pensando en tantas cosas que no había visto eso.

La toalla enrollada al rededor de Lisa era diminuta, dejaba poco a la imaginación, aun podía ver un par de gotas que caían de su cabello desapareciendo en el valle de sus pechos y sus piernas largas habían dejado en seco la garganta de la morena.

- Gracias. Será mejor que me vaya para que te cambies a gusto. - Respondió a secas. Sin más se levantó y Lisa se convencía mucho más de que debería intentar matar cualquier sentimiento hacia la sexy diseñadora que desaparecía en el pasillo. Eso que crecía dentro de ella pudo hacer mucho daño.

Nam llegó ese día temprano. Las gemelas estaban desbordantes de alegría al verlo. Les había parecido una eternidad ese poco tiempo de ausencia.

Namjoon habló con Jennie sobre los papeles del divorcio y le dijo que él se estaba encargando de todo. Al casarse realizaron capitulaciones así que el tramite era bastante simple. Él le haría llegar los papeles listos, solo para que ella los firmara y por fin ambos estarían libres.

Jennie solo realizó un asentimiento de cabeza. El asunto le resultaba indiferente ahora que Jane y Ruby sabían todo. En ese momento se preguntó si algún día lo había amado. De cierta forma se alegraba de ya no tener que fingir algo que no era. Un matrimonio fingidamente feliz es un lastre. Ahora que empezaba a liberarse, podía sentirlo claramente.

Era sábado y Namjoon pidió permiso para llevar a cabo las gemelas con él ese día, prometiendo regresarlas al día, muy temprano. Jane y Ruby se entusiasmaron mucho al escucharlo. Jennie no tuvo ningún reparo en aceptar.

Lisa no salió en todo el día de su habitación. Los sábados y domingos no iban a la casa de moda y le parecía bastante oportuno. No tener que estar todo el día con Jennie después de lo que hablaron y no porque no quisiera estar a su lado todo el tiempo, si no por la estúpida tensión generad a por sus impulsos. Sería bueno darle un respiro a la morena. Estaba siempre asediándola y la pobre debía estar cansada de su obstinación.

La verdad era que Jennie tenía muchas ganas de verle. Pero Lisa parecía esconderse. No bajó al desayuno, al almuerzo y tampoco a la cena. Siempre le ordenaba a Sooyoung que le llevara la comida a su habitación, pero la veía regresar con la bandeja intacta. Estaba preocupada, pero no quería molestarla. Si Lisa había decidido no bajar, era simplemente porque no deseaba hacerlo. Seguramente su presencia la mortificaba y ella debía aceptar lo que la rubia deseaba.

Sin saberlo, las dos rehusaban el buscarse, pues pensaban que fueron inoportunas. Sin saber que ambas deseaban verso. Lisa creía que lo mejor era dar espacio a Jennie. Creía que la había estado "acosando" demasiado y Jennie creía que Lisa no deseaba verle, pensando que su presencia le molestaba. ¿Quién las entendía?

. . .

Después de hablar un largo tiempo con Sooyoung, la jovencita del servicio, Jennie se fue a su habitación. Se quitó los tacones y el vestido negro que llevaba esa noche. Tomó una de las batas de su armario y se recostó en la cama. Estaba intranquila. Quería ver a Lisa y decirle tantas cosas. Pero tenía miedo. Miedo de permitirse más de lo que debe. Más de lo que podía...

Sus pensamientos la llevaban de un planeta a otro y finalmente decidió que por primera vez en su vida quería lanzarse, buscar lo que quería. ¿Por qué negarse a lo que sentía? Pensándolo bien era mejor morirse arriesgando que conservarse con las ganas y estar muerta por dentro. No somos figuras en un estante que deben permanecer estáticas y con cuidado de no dañarles. Somos seres humanos. De vez en cuando necesitamos caer del estante, dañarnos, equivocarnos, lanzarnos, rompernos un poco.

Se levantó sin hacer mucho ruido y salió de su habitación. Caminaba sin levantar el mínimo sonido. Las gemelas no estaban, pero Sooyoung sí y no deseaba despertarla. Al estar frente a la habitación de la rubia, respiró hondo y pensó un momento. Tocó el pomo y giró a la derecha, la puerta no estaba asegurada. Entró y todo estaba oscuro. Solo se escuchaba la respiración suave de Lisa. Soltó el lazo de su bata y la dejó caer al suelo. Ahora solo estaba en bragas y sus pequeños montículos estaban al aire. Se metió con cuidado en la cama y se cubrió con la misma manta que cubría el cuerpo cálido a su lado.

Lisa comenzó a removerse y Jennie pasó una mano por su espalda. Lisa quedó estática al sentir el roce de esas manos y sobre todo al sentir esa fragancia. Esa fragancia... Chanel #5 la descifraba con profunda claridad. Reconocería el perfume de Jennie entre millones de olores. Sabía que estaba allí. Que estaba a su lado, que estaba con ella.

Las gemelas Kim en multimedia.

Simplemente sucede ~ adaptación JenLisa~ Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang