Capítulo 10

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|¿Y los finales felices?|

Dos horas después de la cena y que cada una se hubiera ido a su habitación, la diseñadora se despertó al escuchar un fuerte ruido.

Al encender la lampara azul que estaba sobre su cómoda, pudo ver que se trataba de la rubia.

- ¿Qué voy a hacer contigo, eh? Tendré que arrestarte por invadir propiedad privada. -Le dijo palmeando a un lado en la cama.

Lisa caminó hacia el lugar donde Jennie indicaba y se sentó junto a ella.

- Te juro que traté de controlarme y me dije: "Lisa, ya Jennie debe estar durmiendo. Dale su espacio y espera. Debes esperar. Se una buena chica y no la satures de ti." Eso funcionó un poco de tiempo, luego ya no soporté y tuve que venir aquí porq...

La morena no la dejó terminar. Tiró de su brazo y la besó con calma. El mundo de Lisa se agrandaba y reducía solo con un toque de ella.

- Nunca voy a "saturarme de ti", te lo aseguro.

Lisa sonrió y Jennie volvió a apagar la lámpara.

- ¿Puedo tocarte la cara? -Preguntó Lisa después de algunos pocos minutos que habían permanecido abrazadas en silencio.

- Puedes. -Susurró.

Lisa extendió una mano para tocar su mejilla izquierda y Jennie cerró los ojos involuntariamente. Ya algunas cosas se les estaban volvían costumbre en tan solo cuestión de horas. Era como si se conocieran de hace mucho o como si inexorablemente estuvieran destinadas a encontrarse en algún momento de la vida.

- Te quiero. -Se escuchó un corto y sutil murmullo que luego se perdió en la silenciosa quietud de la noche. (Corte de la adaptadora: NO ME ACORDABA QUE ESTO FUERA TAN RAPIDO, ALTO ALLÍ, VELOCISTAS)

 Jennie lo escuchó perfectamente y atesoró la bonita confesión con la misma cariñosa forma en la que fue lanzada.

Ella también la quería. Eso que empezaba a germinar ahí era mutuo.

A la mañana siguiente Jennie se encontró a Lisa abrazada a ella. Se veía tan bella que no deseaba despertarla. Era una imagen bastante digna para alguna buena pintura. Pero era necesario, más bien obligatorio que la despertara. Debía irse muy temprano a su habitación. No arriesgarse a que las gemelas la vieran saliendo de su habitación. No sabía cómo reaccionarían y si hablaba sinceramente ni siquiera había pensado en eso porque en ningún momento contempló que sus hijas se enteraran.

La asistente salió como flecha hacia su habitación y para su suerte nadie la vio.

La mañana de ese caluroso lunes transcurrió con normalidad. Las gemelas fueron a clases de diseño. Ese era su plan perfecto cuando estaban vacacionando. Lisa y Jennie por su parte fueron a la casa de modas e hicieron un gran esfuerzo por comportarse con naturalidad.

En cada salida subían y bajaban de un piso a otro aprovechando la privacidad y emoción de besarse en el elevador. Parecían unas adolescentes y la felicidad que se les veía en el rostro no podía opacarla nada.

Ahora estaban a punto de regresar a la mansión. Solo les faltaba revisar un par de balances sobre la acogida del más reciente diseño de la casa de modas que había sido lanzado al mercado.

- Oh Dios, Lisa. Aquí no. -Pronunció la morena tratando de evitar gemir alto.

Lisa estaba a su lado, detrás del escritorio y con mucha sutileza metió una curiosa mano bajo la falda negra de Jennie para tocar su centro cubierto por las bragas blancas de encaje que llevaba ella ese día. Hizo a un lado las bragas y tocó libremente su clítoris. Los pezones de Jennie estaban duros y estaba cada vez más mojada. Su respiración se aceleraba al ritmo de los mágicos  dedos de Lisa. Minutos después la liberación llegó y Jennie se dejó caer sobre el escritorio. Eso no había sido de este planeta.

- Nada de descansar, Señora Kim. Hay un balance que revisar. -Comentó Lisa con una sonrisa maliciosa.

Jennie levantó la cabeza y la miró con ojos entrecerrados. Esa jovencita se estaba llevando toda su cordura. ¿Qué estaba haciendo con ella?

.           .          .

Dos meses pasaron y Jennie y Lisa seguían con el tierno y placentero secreto de eso que había entre ambas. A lo que era mejor no marcarle con etiqueta alguna.

Eran felices y en un acuerdo que no necesitó de palabras acordaron no hablar del futuro. Querían vivir el ahora como llegara. No querían perder lo que tenían. Era mejor así.

Lisa estaba segura de que podía morir tranquila en cualquier momento. Había tenido la suficiente felicidad como para pedir más de lo que tenía. Sentía que toda su vida había estaba aguardando para estar con ella.

Jennie sintió algo parecido. Pero rehusaba darle un nombre a lo que su corazón sintió. No quería pensar en ello. Tenía miedo. Tenía mucho miedo. Aunque sabía que quería a Lisa y reconocía que jamás en su vida había sido tan feliz.

Lisa era una joven con un pasado triste y doloroso, sin embargo sacaba lo mejor de sí para ella y logró darle luz. Eso le encantaba. Amaba que ella fuera una chispa de locura en su vida monótona.

La confianza entre ambas crecía día a día. Los besos en la oficina, las caricias debajo de la mesa, los orgasmos en el ascensor... se ha vuelto costumbre y algo más que se hacía costumbre era la escapada nocturna de Lisa a la alcoba de Jennie todos los días.

Algún tiempo después de la cena, cuando ya todo estaba oscuro. Lisa caminaba sin levantar el mínimo ruido y entraba a la habitación de Jennie. En la madrugada corría de vuelta a la suya.

- Vamos. Ya te tienes que ir. -Decía Jennie en medio del beso de "despedida".

Se recostó en el marco de la puerta y miró el tierno rostro de Lisa.

- No me quiero ir. - Lisa se separó un poco de Jennie e hizo un gracioso mohín. Jennie la tomó del cuello y la acercó a sí, para besarla de nuevo.

- ¿Mamá?

El mundo de Jennie se vino abajo al escuchar la voz de Jane. Ruby estaba a su lado y su cara de asombro le infundió un miedo terrible. Las habían visto. No sabía qué responder, no sabía cómo actuar, no sabía nada en ese momento. Su mente quedó en blanco y Lisa solo podía mirar al piso.

- Les puedo explicar todo, yo...

- ¿Crees que esto tiene alguna explicación, mamá? -Preguntó Jane con ironía.

- Si lo vas a negar mejor ni hables, Mamá, no solo nosotras estaremos dolidas si no también ella. Madeline, será mejor hablar de esto más tarde. Vamos a tu recámara. -Intervino Ruby. Sentía a flor de piel la tensión en el aire.

Simplemente sucede ~ adaptación JenLisa~ जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें