Cap. 45

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45. (LIAM II)

Después de que los bomberos hicieron un reporte completo, comenzaron a marcharse junto con Lia y Geneden.

No podía creer que Luce hubiera vomitado mi auto, mis zapatos e incendiado parte de mi departamento y todo eso en menos de dos horas. Eso por no hablar de que en solo tres semanas ya había destrozado uno de mis autos, destruido los papeles de las acciones de Canadá y vomitado sobre uno de los autores más prometedores para la editorial. Era como un talento.

Sonreí.

La miré. Estaba dormida con la cabeza sobre mi pecho y una mano sobre este. Parecía realmente tranquila e inocente, lastima que no fuera ninguna de las dos.

Después de que todos se fueron Luce apareció de pie frente al sofá en el que estaba intentando dormir.

—¿Ahora que incendiaste? —le pregunté sin abrir los ojos al sentir su presencia.

—No incendié nada —respondió ofendida—... de acuerdo, tal vez sé quemó un poco cierta cajita de madera que yacía sobre el tocador...

Abrí los ojos de golpe. —¿Una caja dorada con inscripciones en latín?

—¿Y yo como voy a saber que idioma era?... Pero descuida, el fuego no se propagó —aclaró de inmediato— esta vez usé agua.

La miré tratando de mantener la calma. —Esa caja eran las cenizas de mi abuelo.

Me miró horrorizada. —¡¿Iba a dormir con un muerto?!

Le digo que quemó a mi abuelo y ella solo piensa que estuvo a punto de dormir en la misma habitación con una caja de cenizas.

Me puse de pie y caminé hacía la habitación horrorizado al no encontrar ni un rastro de cenizas.

—¿Luce, qué le hiciste a mi abuelo? —pregunté mirando el tocador.

Movió la mano sana, incomoda. —Yo no sabía que era tu abuelo...

—Luce —demandé en tono apremiante.

—¡Lo siento! Lo tiré por el inodoro... ¡Yo no sabía que era tu abuelo!

—¡¿Tiraste las cenizas al inodoro?

—En mi opinión no deberías dejar a tu abuelo en cualquier lugar...

Mi madre me había pedido que las cuidara una noche antes para depositar las cenizas en un pequeño féretro a la mañana siguiente.

—Lo siento...

Suspiré y asentí.

No tenía caso desvelarme peleando con Luce, nada menos que con Luce. Además el abuelo Grayson había sido un pervertido. En cierta forma se lo merecía.

—¿Qué necesitabas? —pregunté señalando hacía el sofá.

Se meció sobre sus pies. —Tuve una pesadilla... y luego ya no pude dormir, así que quería saber si estabas despierto.

Resistí el impulso de gruñir y rodar los ojos. En cambió asentí.

—Podrías quedarte conmigo.

La miré ladeando la cabeza. —No creo que sea una buena idea —di media vuelta dispuesto a volver al sofá cuando sentí un fuerte tirón.

—Entonces yo dormiré en el sofá —Luce comenzó a caminar hacia el sofá.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No pienso dormir con un muerto... sin ofender Liam, pero no se que mañas tendría tu abuelo...

—Luce, esta muerto ¿Qué te va a hacer?

—¡Lance su cuerpo al inodoro! Yo directamente me mataría.

Me rasqué la nuca. —No vas a dormir en el sofá, necesitas descansar la mano.

—Estaré bien...

—Luce, ya tiraste las cenizas por el inodoro... ya no hay nada.

Luce negó con la cabeza muy seria. —Dicen que los espíritus visitan sus cuerpos terrenales de vez en cuando... si quedó algún granito de ceniza no quiero estar allí sola cuando tu abuelo regrese.

Dios quiera que eso no sea verdad porque de ser así mi abuelo estaría condenado a vagar por las aguas residuales por toda la eternidad.

Suspiré y me llevé una mano al cuello. —No vas a dormir en el sofá.

Con la suerte que tenía Luce, probablemente  amanecería sobre su brazo.

—No voy a dormir sola con tu abuelo.

—Me quedaré.

Me iba a arrepentir de eso, seguro.

—¿Qué?

—No me hagas repetirlo.

Y así fue como terminé pasando una de las noches mas raras de mi vida con Lucinda Webber.

A la mañana siguiente ni siquiera quería abrir los ojos. Sabía la larga lista de problemas que me esperaban. La prensa, para empezar, iban a publicar mi pequeña pelea con el periodista la noche anterior después de que Luce perdiera la conciencia.

Suspiré. Esto era justo lo que trataba de evitar, Georgia tenía razón Luce era sinónimo de problemas.

Desperté con la cabeza de Luce debajo de mi brazo derecho. Dormía con una paz y confianza que yo jamás había tenido. Hasta cierto punto la envidiaba, tenia una vida difícil pero no parecía afectarle demasiado, siempre parecía optimista y desinteresada.

Cerré los ojos y negué con la cabeza.

Suficiente.

Me alejé de ella con cuidado, lo ultimo que me apetecía era provocar alguna situación incómoda, y me dirigí al baño a tomar una ducha fría.

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Reina del Desastre (LR #1) *DISPONIBLE EN LIBRERÍAS*Where stories live. Discover now