6.- ¿Qué ocurrió?

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Ángelo.

Estar en un pasillo con niños correteando como si la vida les dependiera de ello, definitivamente era el último lugar en donde quisiera estar.

Gracias al cielo la reunión con el director no demoró demasiado, más que darme un reporte con todas las conductas "inadecuadas" de Bella y hacerme saber que esperaba que pudiera hacer algo al respecto, soy libre de marcharme.

—¿Estás enojado conmigo? —me cuestiona cuando estamos en el auto. La miro, se ve adorable con sus coletas y observándome como si no fuese capaz de armar un berrinche que puede acabar con tu cordura.

—¿Debo estar enojado contigo? —inquiero—. No te has portado muy bien en el colegio.

Aparta la mirada.

—Señor Bruno, ¿usted considera que debería estar enojado con la señorita Bella? —mi chofer me mira por el espejo retrovisor, antes de observar de forma rápida a mi sobrina.

—Creo que no señor, ¿qué puede hacer esa adorable niña?

Soy consciente de la manera en la que Bella sonríe, así que vuelvo mi atención hacia ella.

—No lo sé, principessa, un pajarito me contó que has estado haciendo berrinches en el colegio. ¿Es eso cierto?

Asiente.

—Bueno, agradezco la sinceridad —expreso—. Aunque no es correcto. Lo sabes, ¿verdad?

—¿Daphne también va a enojarse conmigo?

Parece más preocupada por eso que por lo que acabo de decirle.

—Tal vez, no lo sé —emite un quejido que me parece adorable y luego echa la cabeza hacia atrás. Luego lleva sus manos hacia el rostro, y lo cubre con ellas—. Bella...

—No quiero que te enojes conmigo. No quiero que Daphne se enoje conmigo.

—Bien, de acuerdo, nadie va a enojarse contigo —le aseguro—. Pero lo estaremos si sigues comportándote de esa manera. Hacer berrinches no es de señoritas. Y mucho menos de una tan adorable como tú.

La preocupación se esfuma de su rostro y vuelve a sonreír con más fuerza. Pasa el resto del camino entretenida con la tableta, cuando nos detenemos en la entrada de la casa Daphne ya está en la puerta para recibirla, así que me despido con un gesto, y salgo de la casa de nuevo en el auto.

—Parece que comienza a adaptarse a ellas —exclama el señor Bruno.

—Creo que solo era cuestión de tiempo —expreso con una sonrisa—. Comenzamos a entendernos.

—Le tocó las edades más complicadas. La señorita Antonella está en la etapa en la que se descubre a si misma, la adolescencia ya es complicada en sí y añadiéndole que ha pasado por una gran perdida, será un proceso mayor. Su hermana Bella se cree la dueña del mundo, a los seis todos los niños creen que pueden salirse con la suya, y la pequeña apenas y comienza a descubrir el mundo, todas requerirán el mayor de sus esfuerzos, señor.

—Lo sé, y realmente no sé si me encuentro preparado para eso.

—Nadie está preparado para algo como eso, pero si me permite darle un consejo, solo es cuestión de aprender. De querer hacerlo, de saber que se es capaz, y estar dispuestos a hacer cualquier cosa, por nuestros pequeños.

Me mantengo en silencio, sin saber exactamente como responder.

—Esas niñas valen la pena, señor. No lo dude.

No lo dudaba, nunca lo he hecho. Y es por eso que la cuestión de no ser suficiente, me aterraba más de lo que podía imaginar.

Porque eran lo ultimo que me quedaba de Lucca. Porque ahora, no quería decepcionarlas, porque esperaban más de mí que ninguna otra persona.

Los desastres vienen de a tres. (SL #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora