034

796 84 21
                                    

[ r e c u e r d o s ]

Desde muy pequeña tuvo que afrontar difíciles adversidades, desde el maltrato de su padre biológico a su madre y a sí misma, hasta el proceso de divorcio y además... el ir a vivir lejos de donde creció; a un pueblo pequeño totalmente desconocido y sin ningún amigo. Ahora sólo eran ella y su madre, sobreviviendo en un diminuto departamento y con la esperanza de empezar de cero. Todo cuando tan sólo tenía seis años.

—Somin...— la voz tranquila de su madre llamó su atención, ella dejó de beber aquel caldo que a duras penas habían cocinado con el poco dinero que poseían, y le prestó atención a sus palabras. —Ya va a ser la hora, vete apresurando para llegar a la escuela.

La pequeña no asintió ni nada, sólo hizo una mueca de desagrado al oírlo.

—Pero mamá, no me gusta estar ahí, todos me miran raro.— confesó con la cabeza abajó. —¿Acaso me veo rara?

La mujer sonrió tristemente y posó su mano sobre la cabeza de la niña, dando leves caricias. Entendía el problema que ambas atravesaban y se daba cuenta de lo fuerte que había sido su pequeña al poder sobrellevar todo y serle de ayuda a su vez. Somin había aguantado mucho dentro de sí y jamás se quejó, ni siquiera cuando su madre tomó la gran decisión de mudarse, y todo porque entendía que lo último era lo mejor para ambas,  para así evitar que su ex esposo las encontrara e hiciera daño otra vez. Pero sabía que el momento en el que las emociones de la menor desbordasen llegaría, y ahí estaba.

—Cariño, no porque te miren raro debes pensar que algo va mal en ti, sólo eres nueva para ellos y estoy segura de que pronto se acostumbrarán.— la mujer plantó un beso en la frente de la niña y le sonrió.

Somin hizo caso a su madre e internamente se sintió una tonta por quejarse. Ella no tenía por qué decir aquello puesto que sabía que todo lo que ahora ellas estaban viviendo era culpa suya.

Nada de eso estaría pasando si hubiera ocultado aquel don extraño que poseía desde que era muy pequeña, y pese a que su madre le advirtió de no mostrarle a nadie más de lo que era capaz, ella fue estúpida y no tuvo cuidado, siendo así vista por su padre, incitando a sembrar el miedo dentro del corazón de éste y provocando a su vez que comenzara a tratarla como si fuera un fenómeno peligroso, dañándola a ella y de paso a su madre por protegerla. 

...

El timbre para volver a casa sonó. Todos los niños ya habían salido del salón, hasta el profesor. Entonces Somin no vio mejor oportunidad para bajar su preciado peluche que un bravucón le había lanzado arriba de un mueble muy alto.

El muñeco de felpa levitó lentamente por el aire, aún no sabía controlarlo bien así que requería de mucha concentración, y por fin pudo tenerlo de vuelta en sus brazos.

Muy contenta lo abrazó fuerte y se dirigió a la puerta con una gran sonrisa, la cual cambió paulatinamente por una expresión de sorpresa al ver en la puerta al profesor Kim, de ciencias con una cara absorta, estaba más que claro que vio lo que hizo.

El profesor desde ese día, todos los días de clases intentaba sacar información a la niña sobre lo que había visto, tanto así que comenzó a interesarse más por ella, al punto de obsesionarse con la pobre.

Pero todo fue de mal a peor, cuando llegó aquel día. Cuando Somin volvió a casa después de clases y se encontró con su madre y la menos deseada visita.

—Somin, saluda al doctor y profesor Kim.

Pasaron los meses y el doctor Kim parecía más apegado a la madre de la niña, pero jamás pensó que aquello sucedería, no después de todo lo que su madre vivió con su violento padre.

The stranger ➸ J. HoSeok ©Where stories live. Discover now