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En esos momentos, la sonrisa de Hoseok era desmesurada. Sus ojos volvieron hacia la hermosa mujer que estaba sentada a su lado en el sofá de su departamento, y depositó un casto beso en la frente de ésta. Admiró por un momento sus facciones, cerciorándose de no pasarse ningún mínimo detalle. Quería por siempre poder recordarla, aunque cerrara los ojos o si ésta estuviera lejos de su vista, algo que por nada en el mundo querría ya que por siempre deseaba y desearía estar con ella; sea donde sea, costara lo que costara. Porque era esa la mujer a la que él amaba.

—¿Entonces, nuestra boda será así?— ella siguió con el diálogo, el cual anteriormente le había hecho sonreír, pero por supuesto, todo lo que ella hacía o decía le llenaba de alegría el corazón.

Hoseok, quien aún mantenía su sonrisa, arqueó una ceja con cuestionamiento.

—¿A qué te refieres?— la chica abultó el labio inferior decepcionada por el despiste de su novio y dió suaves golpes a su pecho, reclamando.

—Ya, ya... Sí te oí, no te enojes.— sonrió y simultáneamente afianzó más su abrazo en señal de disculpas hasta que por fin la mujer paró sus acciones.

—¿Será así?— sus ojos marrones destellaron con ilusión una vez más.

—Será como tú lo desees, cariño.— aseguró.

—¡Será muy bonita entonces!— brincó sobre el sonriente azabache.
—No tiene que ser la boda más elegante ni nada por el estilo, pero voy a hacer que sea lo más inolvidable posible.— ella continuó hablando sobre el tema mientras él sólo se concentraba en observar las expresiones que siempre aparecían en su rostro, y aunque él ya las conociera todas como nadie, procuraba esperar por otras y también grabarlas para siempre en su memoria.

Ella sostuvo suavemente el rostro del mayor con ambas manos para que le mirase y sonrió con calidez.
—Con tal de que estés conmigo me basta y me sobra.— acercó el rostro del azabache y pegó sus frentes para luego rozar sus narices en un movimiento de vaivén.

Él sonrió ensimismado, no podía dejar de apreciarla. Cada cosa de esa mujer le hacía amarla cada vez más.

—Te amo, Ahri.— dijo éste para finalmente unir sus labios con los de la chica, sintiéndose en las nubes con tan sólo el tacto de estos.

—Te amo, Hoseok.— repitió sobre los labios de éste para luego seguir besándolos.

—¿Hoseok?— una voz más se mezcló en sus sueños y despertó cuando sintió una mano en su rostro. De nuevo, cuando abrió lentamente sus ojos, su conciencia nublada sólo le dejó apreciar una silueta femenina; esa que le recordaba muy bien a alguien, y entonces volvió a sentirse esperanzado.

—Ahri...— susurró adormilado y con la voz ronca. Alzó una de sus manos mientras sonreía nostálgico y acarició la mejilla de aquella mujer.

Blue arqueó una ceja y un calor se acumuló en su rostro por el tacto del chico. Al parecer otra vez la estaba confundiendo.

—Soy Blue.— aclaró.

Esta vez, él ya estaba un poco más conciente y por lo tanto también pudo percibir de quién era esa voz. Se levantó aclarando su vista con su puño y frunció el ceño al chocar miradas con ella.

—¿Qué haces aquí?— verificó a su alrededor con la mirada irritada.
—¿No sabes lo que es tocar la puerta?

La chica quedó pasmada con el tono tan severo del mayor y bajó la mirada apenada.

—Yo... lo siento.— jugó con sus manos.
—Sólo venía para preguntarte si hoy quieres llevarme a recorrer.— sonrió con entusiasmo.

Hoseok lo pensó un momento, mantuvo su ceño fruncido. Recordó el trato que habían hecho  y le daba flojera sólo pensar en que ahora debía cargar con ello. Pero por otro lado, acabar con ello lo más antes posible significaba librarse de ella y de todo lo que le afectaba tenerla cerca.

The stranger ➸ J. HoSeok ©Where stories live. Discover now