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No entendía con certeza a qué se debía aquella nueva y excéntrica sensación en su cuerpo cada que pensaba o se acercaba a él. Pero sabía que si no se alejaba prontamente algo ocurriría, algo tal vez malo que no debía pasar.

Por eso ahora estaba allí, caminando con la vista completamente absorta en el gentío o más allá de él. Intentando todo lo que podía pensar en otras cosas, pero de alguna forma, algo la arrastraba de nuevo a ese cierto punto de su mente en donde no quería estar; y eso la dejaba otra vez pensando en Hoseok.

Sintió un leve apretón en su hombro derecho y giró de manera inmediata para tener a la vista a quien luego le dedicó una sonrisa. Era Jungkook.
Luego de aquello, lo había llamado. Habían hablado un largo rato por teléfono, el chico fue muy amable como siempre y le había contado que se había tomado unos días de descanso, Blue entonces pensó que le estaba molestando pero éste negó completamente a su idea y en cambio dijo que fue agradable recibir su llamada, que la estaba esperando. Así que habían quedado con salir a dar un paseo ese mismo día, esa misma mañana. Para pasar un rato juntos y a la vez, para ella tratar de aliviar su mente.

El chico le tendió un cono de helado, el cual ella agradeció y aceptó gustosamente. Volvieron a caminar a la par y entre la aglomeración, cada uno disfrutando de la dulce y fría crema.

Sintió como la mano de Jungkook tomó con cautela la suya. Blue miró enseguida al chico, notando su perfil, parecía no muy seguro de lo que hacía por la manera en que apretaba los labios con nerviosismo. Entonces ella volvió su vista hacia sus manos tomadas débilmente y las entrelazó sin pudor alguno, fortaleciendo más el agarre. Pudo sentir como el cuerpo del chico se ablandaba pocos segundos después.

A pesar de aquél agarre, nada en sí se perturbó. No sintió ese particular revoloteo su estomago, su cuerpo no tembló y su cara tampoco se acaloró. Jungkook también era un chico, y le agradaba mucho. ¿Entonces por que no sintió lo mismo estando con él? ¿Por qué aquello sí ocurría con Hoseok? ¿Acaso sólo Hoseok era capaz de provocar eso en su cuerpo?

Y si era así… ¿Por qué?

~

La mirada de Hoseok estaba completamente enajenada en el montón de documentos y papeles sobre su escritorio. Estaba atiborrado de trabajo. No le extrañó que al llegar encontrase todos sus archivos intactos, tal y como los había dejado hacía tres semanas antes, pues por más que sus empleados y colegas de la empresa se hayan encargado de la mayoría de su trabajo en su ausencia, habían cosas que sólo él, el vicepresidente de toda la compañía, podía encargarse.

Soltó un suspiro y estiró su cuerpo, recargando su espalda en su mullida silla. Casi olvidaba lo que se sentía estar allí en su propia oficina, ajetreado hasta por los codos y sin nadie a su compañía, sólo con ese sombrío silencio.
Sus ojos se dirigieron hacia una foto enmarcada sobre su escritorio y enseguida sonrió acongojado. Ahri y él sonriendo estaban ahí, con una hermosa vista detrás de ellos. Era tan feliz en ese entonces que dudaba si aquél sentimiento podría volver a repetirse alguna vez en su vida.

No… Sin Ahri no…

Apretó su puente nasal con su índice y pulgar, tratando de quitarse cualquier pensamiento vinculado a ella. Quería recordarla, sí, pero no en esos momentos; no esos precisos recuerdos.

Un golpeteo en la puerta le hizo salir de su trance y enseguida habló para que quien se encontrara detrás pasara. Elevó por fin su vista, encontrándose con la figura altiva de su padre frente a él. Se le hizo extraño su presencia ahí ya que no solía salir de su oficina a no ser por reuniones o citas influenciadas sólo por ni más ni menos que el trabajo.

—¿Se le ofrece algo, padre?— cuestionó, mirando atentamente la curiosa sonrisa en el rostro del mayor.

El hombre no cambió su expresión y en vez de contestar a la pregunta de su hijo, se sentó en una silla frente a él y reposó ambas manos en su bastón, adornado con oro en el extremo superior.

The stranger ➸ J. HoSeok ©Where stories live. Discover now