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Desperté oyendo el sonido de algunas gotas chocando contra el cristal de una ventana; al parecer afuera había una gran tormenta. Abrí los ojos poco a poco ya que la claridad que había en el lugar me cegaba. Intenté levantarme pero un dolor punzó en mi cabeza y volví a caer haciendo una mueca de dolor. Llevé mi mano hacia la misma y sentí un vendaje que la envolvía en superioridad. Miré mis manos, tenían varios rasguños.

"¿Qué ocurrió?"

"¿Todo eso...?"

"¿Pasó realmente?"

Chasqueé la lengua una vez que noté el lugar en el que estaba. Era mi habitación. Estaba en mi casa, la que compartía con mi hermana mayor.

Volví a hacer esfuerzo y esta vez sí logré levantarme de la cama. Quedé sentado sobre ésta y examiné aún más, con los párpados algo pesados.

Antes de pararme, quité con brusquedad la intravenosa que estaba colocada en mi antebrazo, caminé tambaleante y salí de ahí.

Rápidamente pasé al baño y lavé un poco mi rostro intentando despertar más, no logré demasiado pero al verme al espejo pude notar más el vendaje que envolvía toda mi cabeza, toqué con algo de temor la zona y dolió. Levanté la venda y pude notar una gran herida a medio cicatrizar allí. Pensé que era tonto llevar semejante vendaje para una herida en ese estado.

Bajé con sutileza las escaleras al percibir algunas voces abajo, al parecer provenientes de la cocina. La primera voz la pude reconocer sin problemas; mi hermana, que sin dudas en cuanto me viera iba a invadirme con miles de preguntas y regaños. La segunda voz no supe reconocerla, era también de una mujer joven, pero no me importó, seguro era alguna amiga de ella.

Llegué a la cocina y bostecé sonoramente como para que alguien notase mi presencia. Mi hermana, apenas me oyó, abrió mucho los ojos y sonrió ampliamente dejando de lado lo que hacía. Se tiró sobre mí abrazándome con una asfixiante fuerza.

Reí bajo oyendo como agradecía a todos los dioses por mí.
La aparté y luego deposité un beso en su frente.

—¡Eres un tonto!— dijo mientras daba suaves golpes en mi pecho. Me miró fijamente para luego llevar una mano hacia mi oreja y tirar de ella, me quejé sonoramente para que me soltara.
—¡¿En qué pensabas al conducir así?! ¡Además de noche! ¡¿Tienes idea de lo preocupada que estuve?!— continuó jalando mi oreja y yo obviamente me quejé aún más.

Logré safarme de su agarre y sostuve ambas de sus manos para evitar cualquier otro movimiento de su parte.

—Jiwoo, cálmate por favor.— suspiré y toqué mi cabeza cerca de la zona afectada.
—Ya estoy bien.— Apreté los dientes al recordar lo sucedido y mis intenciones al hacerlo. Luego ese peculiar recuerdo también se sumó.

La mujer...

¿Acaso me había drogado o algo así?

No que yo sepa.

¿Acaso lo hice pero resultó un fallido intento y terminé alucinando cualquier estupidez?

Ojalá haya sido eso.

Agité mi cabeza y parpadeé cuando sentí una suave bofetada de parte de Jiwoo. Habrá estado regañandome y yo no la escuché.

—...¿Y quién te ha autorizado para quitarte la venda?— tocó mi frente inspeccionando el parche que me había puesto en lugar del vendaje y gruñí a causa del dolor. No hice más ya que mi mente estaba en otras cosas como...

El sueño...

El fallido intento de suicidio...

Y...

The stranger ➸ J. HoSeok ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora