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—Vamos, apresúrate antes de que me arrepienta.— habló Hoseok luego de subirse a su auto, el cual ya había sido reparado, por suerte.

La chica aceleró más sus pasos cuando oyó que el azabache encendió el motor, y subió en el asiento del copiloto.

—Por poco me dejas.— bufó la menor.

—¿Dije que te esperaría?— se encogió de hombros sin mirarle. Hoseok estuvo a punto de avanzar pero Blue le detuvo.

—Espera.— lo detuvo y se le acercó súbitamente. Tan rápido que no pudo hacer más que sólo abrir los ojos de par en par; tan cerca que hasta pudo sentir la respiración de ésta en su cuello. Su corazón palpitó con fuerza y sus manos temblaron simultáneamente. ¿Qué le ocurría a su cuerpo de repente?
—Ya, listo.— avisó una vez que terminó de abrocharle el cinturón de seguridad y volvió a su lugar para colocárselo ella también.

Sólo era eso, imbécil. Pensó y quiso golpearse de manera interna.

Dejó salir un suave resoplido. Realmente, esa chica colmaba su paciencia. La manera en que ésta se comportaba no le dejaba de otra que sólo ser brusco con ella. Su hermana no debería de estar haciendo aquello; no podía enviarla como una herramienta de seguridad. Él no quería algo así, aunque razonablemente sí lo necesitase, no lo aceptaría. Además, ¿por qué a ella? Blue era una mujer desconocida, no sabía absolutamente nada de ella, ni ella de él. Y también, debía parar, porque aquélla añoranza que ésta le causaba no le daba paz. Es que se parecía tanto a Ahri.

—¿Por qué demonios hiciste eso?— preguntó luego de comenzar a mover el auto, sólo mirando el camino. No quería admitirlo, pero se sentía algo apenado por lo que acababa de pasar y por eso trataba de ocultarlo detrás de esa expresión de enojo. Esa tipa realmente le parecía extraña, mucho.

—Oh, es por seguridad. Nunca se sabe cuando ocurrirá un accidente.— le miró y este rodó los ojos.

—Buena enseñanza, maestra, pero ya lo sabía.— le dedicó una mirada fugaz y ella sonrió inocente.
—Yo no te pregunté para qué sirve un maldito cinturón de seguridad.- ella arqueó la ceja sin captar, pudiendo sólo ver el perfil serio del chico.
—Me refería a por qué hiciste eso, por qué de esa manera.— aclaró.

—Sólo quería que te colocaras el cinturón.— la chica bajó la mirada, jugando con sus manos.

—Debiste haberme dicho y ya.— protestó.
—Dijiste que no harías nada que me hiciera sentir incómodo, pero como bien te subes al auto, es lo primero que haces.

—Perdón. No era mi intención.— confesó aún cabizbaja.

—Rarita.— refunfuñó.

Pasaron un par de minutos, Hoseok detuvo el auto cuando un semáforo mostró rojo y la chica volvió a hablar.

—¿Hoseok?— le preguntó, él no giró, sólo hizo un sonido de estar escuchando.
—¿A dónde vamos?— sonrió, mirándole con interés.

El chico apretó los labios, pensando en la respuesta.
—Originalmente iría sólo a dar un paseo, pero como te me has colado, supongo que no servirá de nada estar allí, ya que no me dejarás en paz.— ella hizo un mojin de indignación al oírlo.

—No voy a molestar, lo prometo.— siguió con esa expresión, ahora de súplica.

Hoseok la miró por un momento fugaz.
—Dijiste eso hoy y no lo cumpliste.— y movió de nuevo el auto cuando el semáforo ya estuvo en verde.

—Hoseok...— insistió con el labio abultado.

¿A qué juega esta tipa? Pensó antes de hablar.

The stranger ➸ J. HoSeok ©Where stories live. Discover now