uno.

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Jimin tuvo que ingeniárselas para abrir la puerta de la residencia con una sola mano ya que la otra la tenía ocupada sosteniendo de la cintura a Yaeri, con la que se besaba apasionadamente. Apenas sintió que no había nada más obstruyendo su paso de la entrada a la cama, con ambas manos casi destruye el cierre del vestido.

Con ella solo en ropa interior, Jimin la llevó cargando hasta el colchón donde la dejó con cuidado y puso manos a la obra para ser él quien quitara tan estorboso traje que usaba en esos momentos.
Yaeri no hace nada más que ver con una sonrisa en su rostro a un hombre sediento de ella que a jalones se quita la corbata y el cinturón.

Ya desnudo, subió encima de ella para acunarla y besarla  ofreciendo lo que podía, como de costumbre, desabrocho su sostén, lo aventó y bajo hasta su intimidad dónde amaba plantar un beso antes de quitarla.

El celular de Yaeri suena, pero no contesta, porque en esos momentos no es de nadie más, solo de él. Toda su atención, todo su ser le pertenecía a él en ese instante y aunque debió sentirse halagado por el amable gesto de ella aventando el celular a la alfombra aún cuando ese nombre y la pantalla se encendio unas 4 veces más, Jimin decide solamente no prestar atención.

Los detalles de la primera vez no pasaban desapercibidos, ni se desvanecen a pesar de las repetidas ocasiones en las que tienen esos encuentros. Jimin busca el no lastimarla, entró en ella despacio y dio inicio al vaivén que toda esa semana esperaron ansiosos tener y sentir.

Cuando la última gota de sudor resbaló por sus cuerpos y se sintieron satisfechos, Yaeri realizó algo nuevo para él, se recosto cómodamente en su pecho para conciliar el sueño.

Desde el día que sucumbieron ante sus profundos deseos, no había momento en el que Jimin no sintiera que lo que hacían era amor, se convencía de que lo era, le gustaba creerlo.

¿De qué otra manera podría llamarlo? Ya estaba completamente hundido en ella, no había más qué hacer. Lo único que sabía es que deseaba con ganas esas noches fuesen eternas.

Porque odiaba demasiado que al despertar, ella ya le pertenecía a alguien más.

Y ese alguien más no era él.

Yaeri bostezo una vez que en el gran ventanal apareció esa estrella con luz propia que indica que la noche terminó y es hora de iniciar un nuevo día.

Fue la primera en levantarse, comúnmente, era ella también la que dejaba al chico en la cama primero, pero esa mañana se dedicó a cubrir su cuerpo con la delgada tela de la sabana mientras recordaba lo hermoso que se sintió el ser amada y adorada de esa forma que él solo sabía. Acarició su rostro con delicadeza, esa fue la señal que él necesito para despertar.
――¿Qué hora es?

――Las nueve.――Respondió con suavidad. Jimin envió un mensaje a sus empleados para hacerles saber que estaban en camino. ――¿Qué tal estuvo la cena?

――Muy rica, sí. ――Bostezo. Yaeri lo deslumbró caminando con la sabana enredada hasta la ducha dejando ver su lindo tatuaje en la espalda en forma de colibrí.

Mientras ella abría la regadera para ducharse, él recogía todas las cosas, acomodaba las cosas de la cama y se hizo cargo de poner la basura en su lugar.

Cuando ella salió, ahora fue él quien entró al baño y en cuestión de unos minutos más, salieron de la casa para volver a la realidad a la que volvían cada Lunes.

Esa donde ella estaba comprometida con alguien y él era su simple guardaespaldas.

El trayecto a la mansión de Yaeri era largo y silencioso, ya no hablaban de nada, parecía ser eso resultado de estar avergonzados de todo lo que hacían por las noches los fines de semana.

La parte que Jimin todavía no entendía de esa extraña y secreta relación que tenía con su protegida, era el porque.

Conoció a Yaeri cuando ella recién tenía 19, su padre Song Deul lo contrató antes de morir para asegurarse que su familia estaría en buenas manos, su esposa y hija única a quienes dejó desafortunadamente luego de desarrollar cáncer. Él era un famoso creador y diseñador de bisutería de una marca prestigiosa que con el tiempo se volvió aún más importante, eso fue después de que Yaeri entrara como Directora y dueña de la empresa.

La vio crecer y volverse en esa mujer de negocios que es ahora, profesional y dedicada a lo que ama.

Más el secretillo no comenzó de inmediato, si no 5 años después.

Justo después de que ella se comprometiera con Chae Wong.

――Ve a mi Oficina esta noche, a las 8, ¿Puedes? Necesito tú ayuda con algo.
Dijo ella antes de entrar a la mansión donde había ya personal esperándola, a lado de la gente que trabaja en el servicio de Seguridad con Jimin.

Él era el Jefe de Seguridad y quien se encargaba de cerciorarse de que ella no corriera ningún peligro.

La siguió hasta su oficina donde ella tenía dos pizarrones y varios caballetes con diseños sin terminar. Fue su idea agregar una marca de cosméticos y estaba a meses de lanzar su propia línea de ropa.

――Su prometido no ha llegado aún, al parecer asistirá a otra junta el Jueves y prefiere terminar de firmar los contratos en París de una vez por todas antes de regresar a Seúl. ――Jimin leía el mensaje que los agentes que cuidaban a Chaewong le enviaron. ――Supongo que verá al Señor Chaewong hasta el Viernes por la noche.

――Entiendo, gracias por avisarme. ¿Sabes si ya me llegaron los resultados de las pruebas de los sueros hidratantes?

――No, pero la directora de la marca agradeció por su preferencia en pruebas que no testean en animales.

――Recuerdame invitar a todos a cenar y comprarles algo en forma de agradecimiento, han trabajado arduamente conmigo y deberían ser recompensados.

――La bondad en usted no tiene límites, Señorita Yaeri.

――¿No te gusta cuándo te recompensó a ti?
Arqueo una ceja y confundido en lo que significaban sus palabras, Jimin solo desvío la mirada.

――Si me necesita para algo más, estaré afuera.

――A las 8, no lo olvides, es importante.

Hace dos meses, lo sabe porque lleva la cuenta de ellos, fue cuando dio inicio esa extraña relación que aún no sabía bien cómo interpretar.

Porque al principio para Jimin no fue más que sexo y creyó que solo sería eso.

Es por eso que de forma obscena o pervertida, cuando ella le llamaba a su alcoba u oficina en medio de la noche, Jimin ya llevaba el condón en la mano o listo en los bolsillos para no perder el tiempo.

Pero su sorpresa y confusión aumentaba cuando en la mayoría de ocasiones ella le llamaba solo para pedirle algún consejo sobre sus diseños o que le ayudará a pintarse las uñas mientras le contaba lo que hizo en el día.

Había noches en las que incluso, solo le llamaba para que se recostara a su lado y durmiera con ella.

Era por eso que Jimin no sabía cuál era su papel con exactitud, que propósito o razón había detrás.

Y le aterraba también pensar en el no saber cuánto iba a durar.

the guardian. pjmWhere stories live. Discover now