quince.

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Maratón 4/4.

Completamente fascinada por la comodidad y lo bien que había dormido, Yaeri se estira con gusto. El respirar ahora ya no costaba trabajo y sonrió todavía más al recordar dónde había pasado la noche.
Toda las cobijas, la entera habitación tenía el aroma de Jimin, ese sutil olor a vainilla de su shampoo y su colonia suave que usaba en sus prendas, porque los aromas fuertes le daban picazón en la nariz.

Sujetó su cabello con una liga elástica mientras veía a la señora Park dejar varios platillos en la mesa. ――Buenos días Señorita Yaeri-

――Solo dígame Yaeri, está bien así. Buenos días. ――Saludó respetuosamente a la señora de cabello corto y pelinegra que tenía la misma sonrisa que Jimin.

――Preparé algo para que desayunen antes de irse.

――Muchas gracias... ¿Dónde está...?

――Buenos días, má. ――Jimin se levantó del sofá con el cabello despeinado, una sudadera holgada al igual que sus pantalones de color púrpura. ――Habrá que darnos prisa. Su madre está en casa buscándola y todo el equipo despertó asustado al no verla en su habitación.

――Pero... Desayunar con tanta prisa no es necesario. Yo explicaré todo cuando lleguemos.

――¿Va a explicar que huyó de su casa en medio de la noche para venir a la mía? ――Sorbío de la taza de té que su madre le ha servido. ――No suena a algo que a su madre le gustara escuchar.

――Yah, esos temas pueden discutirse después, por ahora disfruten del desayuno.
――La Señora Park calmó la situación.
Él no lo demostraba pero todavía se encontraba resentido por todo lo que pasó y Yaeri sabía exactamente que lo estaba.
――No sabía qué platillo le gustaría comer al despertar así que hice varios para que pudiese escoger su favorito. Se ve que le hace falta fuerzas, pero de eso me encargo yo.――Sirvió una ración de cada platillo. ――Jimin-ah, debes ser más cuidadoso, llevarla a un nutriólogo o algo así, mira lo delgadita que está y esas ojeras-

Aunque intentaba ser protectora, no evito que Yaeri se sintiera avergonzada de su apariencia en ese momento. Jimin lanzó un quejido.
――Lo haré en cuanto volvamos.

――No, no tienes qué-

――No dije que estuviese a discusión, Señorita Kim.――Jimin pronunció leyendo las noticias desde su celular. Revisando que Chaewong cumpliera su palabra y en efecto, no había señales de que expusiera lo ocurrido, sumado a eso, los artículos sobre ella cesaron, lo que hacía creer que sea a quien sea al que Chaewong le pagará por escribirlos, le había pedido, dejará de hacerlos.

――La próxima vez que vengas, por favor, avísame, tengo la casa hecha un desastre, no siempre está así.
Se disculpaba apenada, a simple vista no podías ver nada desarreglado, pero entendía su angustia porque su madre era igual. Antes de mudarse a esa gran casa, cuidaba de todos los detalles cuando visitaban la casa los inversionistas, procuraba que ni un rastro de polvo fuese notable. Yaeri estaba por responder cuando el otro dejó su celular para concentrarse en comer.

――Te preocupas demasiado, su cuarto está peor.――Dijo el pelinegro.

――Ni siquiera haz estado ahí...――Relamió sus labios.――Al menos ya no.

――Cuando estaba parecía de esos lugares que venden ropa, calzoncillos por todos lados.――Platicó a su madre.――Calcetines sin pares regados en todas partes, sus sostenes atorados en su lampara como telarañas.

――¡Eso no es cierto!――Yaeri sonrojada negó.――No le crea, eso no es verdad.

――Además no sé por qué hiciste tanta comida, ella en realidad come cualquier cosa que este preparada. ――Sopló a su ramen sin importarle la mirada cuestionable de Yaeri.

the guardian. pjmWhere stories live. Discover now