diecinueve.

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La directora de la agencia de seguridad para la que su cuerpo de guardaespaldas trabajaba, entró a la casa de los Kim. La madre de Yaeri la abrazaba, reconfortando a su hija e intentando ayudarla a respirar con más tranquilidad. La pelinegra no podía dejar de repetir la secuencia de los hechos, ahora entendía  a lo que las personas se referían cuando decían en circunstancias de peligro que "todo pasó muy rápido". Hasta donde ella recordó basto de un parpadeo para verse a ella saliendo del edificio, otro para escuchar los disparos, uno más para ver Daiji desangrándose en el piso y luego otro para Jimin sufriendo por la herida que recibió. 
Ambos mal heridos por protegerla y lo que más dejaba a Yaeri sin palabras, fue la forma en la que Jimin se obligó a olvidar el dolor que estaba experimentando y a poner de prioridad el sacarla de ahí, sin importar qué.

Con un traje ajustado de color negro, lentes del mismo color atorados en el cuello de su camisa, la Directora Park Hyojin tomó asiento frente al par de mujeres que todavía estaban consternadas.――Aún no tenemos pista alguna de-

――¿Cuál es el estado de Daiji y Jimin? ¿En qué hospital se encuentran?

――Señorita Yaeri, entiendo su preocupación pero en estos momentos necesito que coopere con nosotros primero antes de cualquier otra cosa.

――Quiero verlos, necesito saber que están bien.

――No puede verlos, en estos momentos es peligroso que usted salga.

――¿Y planea que me quedé aquí mientras ellos están allá quién sabe donde?

――Parece que no comprende la situación.

――No, parece que usted es quien no entiende. O me llevan a verlos ustedes o puedo averiguar por mi cuenta e ir sola.

De camino al hospital Yaeri mordía sus uñas, nerviosa y desesperada por verlos. Su madre le acompañaba, era la única, quizá, que en esos momentos comprendía la impaciencia de su hija. Esos hombres que estaban heridos, formaban parte de la persona que ella es ahora y el miedo de perderlos, como perdió a su padre, hacían que Yaeri no pudiese dejar de relamer sus labios aguantando las lágrimas.
En la sala de espera, vio a Yeolim que estaba desaliñado a comparación de ese porte elegante que siempre tiene. Al verla corrió de inmediato a cerciorarse que ella se encontrará bien.
――¿Dónde está él?――Preguntó.

――Está en cirugía, su esposa esta esperando noticias. Está en la sala de espera del segundo piso.

La esposa de Daiji, Eunseo lloraba mientras juntaba sus manos y seguramente decía una plegaria. La presencia de Yaeri en el pasillo hizo que la mujer rompiera en llanto al verla, esperaba una bofetada o alguna reclamación, pero lo que recibió fue un abrazo de Eunseo, mientras se aseguraba de que la chica no estuviese herida.
――¿Estás bien? ¿No estás herida?

Negó sin saber qué más decir. ¿Cómo podía saberlo? Estar junto a Eunseo, mirando su crecido vientre por el bebé que espera y al mismo tiempo pensar que el padre de ese bebé está en una cirugía por su culpa hacía todo más difícil.
――Dicen que las balas lograron salir, pero hubo daños internos.――Habló.――Perdió mucha sangre y hablaban de una posible tercer bala que todavía no encuentran. 

――Lo siento mucho.

――No fue tu culpa. Daiji sabía bien los riesgos que corría haciendo este trabajo, pero jamás lo vi tan feliz. Esto es todo lo que el ama hacer.――Frotaba sus manos sobre su vientre, dándose ánimos.――Me alegra saber que tú estás bien, si algo te hubiese pasado, él no se lo perdonaría nunca.――Sujeto la mano de Yaeri sonriendo para ella.――Eres como una hija para él y sé que va a estar bien. Tiene hijos que lo esperan en casa y más le vale volver.――Rompió en llanto.――¿Escuchaste Son Daiji? No te puedes ir y dejarnos solas.――Dijo al aire.

the guardian. pjmWhere stories live. Discover now