11.

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—Fuiste a la casa de los Park

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—Fuiste a la casa de los Park. —afirmó con los brazos cruzados.

"Ya está, no me dejará salir por lo menos durante una semana."  Pensó el pelinegro.

Se encontraba sentado en su cama, no sabía qué hacer o qué decir, pero sabía que era demasiado tarde para dar alguna excusa. Apenas miraba a su madre, quien reflejaba en su rostro una notoria seriedad alzando la ceja en busca de una respuesta por parte su hijo, sin embargo, nada salió su boca.

Sus ojitos empezaron a lagrimear, pasó sus manos por ellos para limpiarlos, la mujer daba cierta aura demandante y enojada que no le gustaba para nada, y no porque fuera a recibir su regaño, sino porque no le gustaba verse débil frente a ella.

Ante eso, ella suspiró negando con la cabeza, relajó sus brazos y su expresión para acercarse a tomar asiento al lado del niño.

—Mira, hijo, no te voy a regañar ni castigar por esta vez. Entiendo que quieres mucho a Jimin, pero no quiero que me vuelvas desobedecer, porque no cederé por segunda vez y lo sabes. —reprendió, teniendo la mirada confundida del pelinegro. Aun así, asintió.

Se levantó para salir de la habitación y antes de que cerrara la puerta, Jungkook habló.

—Mamá... —llamó — ¿P-podrías no contarle a papá todo lo que ha pasado hoy?

La mujer lo miró, notó algo de nervios en su rostro y terminó asintiendo.

—Lo prometo.

Y sin más, salió de la habitación. Jungkook respiró tranquilo y celebró internamente, sabía que cuando su madre prometía algo cumplía su palabra.

🍪🍪🍪

Pasó un tiempo, alrededor de una semana y al parecer todo iba de maravilla. Era un sábado por la mañana, todos estaban en sus casas relajados al no haber escuela.

Jungkook acompañaba a su padre en la sala, ambos miraban la televisión.

Hoseok y Taehyung aún dormían, la noche anterior se habían desvelado por estar jugando en su consola.

Jimin desayunaba los huevos estrellados que su madre le había preparado, mientras que ella lavaba los platos.

—Hijo —llamó, ganándose la atención del niño — ¿Te gustaría ir al parque de diversiones hoy? —propuso.

—¡Sí! ¿Podemos invitar a mis amigos?

—Claro, primero debo hablar con sus padres. —respondió con una sonrisa.

Debido a la emoción que sentía, el pequeño rubio terminó su comida lo más rápido que pudo y fue a su cuarto para darse un baño.

Era el día perfecto para salir, un fin de semana, no podía estar más contento. Al terminar, salió de la casa dándole aviso a su madre, que para su suerte gritó una respuesta positiva. Corrió tanto como pudo hasta la casa de los Jeon e insistió con el timbre, eso bastó para que el señor Jeon supiera de quién se trataba.

La inocencia de un chico [ Kookmin ]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz