La inocencia de un chico [ Kookmin ]

17.

"Barriga llena, corazón contento." Algo así se encontraban.

Ahora que la conciencia de Jungkook estaba tranquila podía asegurar que se sentía de maravilla.

Jimin terminaba su soda mientras tenía la mirada de su amigo puesta en él, se sentía algo nervioso por eso, pero lo soportaba.

Dejó a un lado la lata de soda al acabarla y se quedaron en silencio. Jungkook se levantó para caminar hasta la baranda que rodeaba el borde del edificio, el rubio le siguió, se acomodó al lado de él y apoyaron sus brazos en ella, teniendo al frente la hermosa vista de la ciudad y del sol que comenzaba a bajar lentamente.

Jimin miraba de forma discreta a Jungkook, él miraba la ciudad en silencio, sin embargo, su rostro parecía tener un no sé qué que provoca dudas en el menor.

—Kook, ¿En qué piensas? —preguntó.

—Oh, no es nada. —sonrió —¿Te gustó este pequeño detalle?

—Ya te lo dije, fue lo mejor que has hecho hasta ahora, Kookie ¡Todo lo que hagas me va a encantar!

Ahora Jungkook lo miraba de nuevo, Jimin y su eyesmile era una de sus debilidades.

Sus mejillas se coloraron un poco, pero a diferencia del chico a su lado sabía disimularlo muy bien; su corazón comenzó a latir más rápido que de costumbre, normalmente pasaba cuando estaba muy cerca de Jimin, justo como ahora.

Muy bien podría ser un idiota, pero no era pendejo, sabía perfectamente lo que eso significaba, desde hace un año lo sabía.

Podía decirse que era el mejor ocultándolo, el cambio de actitud era una de sus leves estrategias, pero al parecer al tratar de jugar a ser el desinteresado terminó metiendo la pata.

¿Le diría ahora? No lo sabe. Habían cenado, solos, los dos.

Solos.

Habían tenido una cita sin ser cita.

¿Eso contaba? Tampoco lo sabe, pero por ahora no tenía planeado decirle nada, a menos que Jimin se le adelantara, lo cual era lo más probable por el ambiente en el que estaban, pero esperaba que no lo hiciera.

—¿Kook? —lo llamó sacándolo de su cabeza —¿Te sientes bien? Te estoy hablando, pero pareciera que no me oyes.

—Siempre te escucharía.

—¿Ah sí? ¿Entonces que fue lo que dije? —sus manos se posaron en su cintura.

—...

—...

—...

—¡No me escuchaste!

—¡Lo siento!

Y rieron por unos segundos hasta que nuevamente quedaron en silencio. El sol ahora iba a mitad de camino, en un par de minuto seguramente el cielo estaría oscuro.