5

251 29 1
                                    

Narra Sebastian:

- La invitaras a tu cumpleaños, y a sitios donde yo también estaré, necesito acercarme a ella sin que parezca que lo que realmente quiero es volver a enamorarla y quitarle esa idea absurda de casarse con otro hombre que no soy yo. 

Le dije a mi hija días después, planeando la manera a la que acercarme a Elisabeth.

- Quiero que tu sigas igual con ella, sal con ella, diviértete, que sienta que realmente confías en ella, pero te pido también que si en algún momento te sientes incomoda con esta situación que me lo digas, ya sabes que para mi tu siempre estarás primero. 

- De acuerdo papá, y no te preocupes, lo que mas quiero es que Elisabeth vuelva con nosotros 

- Bien, mi niña, la vamos a recuperar. 

Estaba realmente entusiasmado con la idea de recuperar a Elisabeth, casi me parecía un plan de Scooby-doo lo que Carol y yo estábamos haciendo para recuperarla con nosotros. El cumpleaños de mi hija es en 32 días, no puedo perder tanto tiempo y mover mi primera ficha en el cumpleaños de Carol.

- ¿En que piensas papá? 

Me preguntó Carol bastante rato después 

- Pienso en como acercarme a ella, no quiero asustarla, ni quiero hacerla sentir... puff no lo se Carol, igual esto no es tan buena idea.

Mi hija se acerco a mi y me abrazó.

- Papá, yo creo que te estas estresando un poco demasiado, tienes que tranquilizarte, va a salir bien, tu solo tienes que preocuparte de no perder los nervios, de los encuentros "casuales" me encargo yo.

Carol me guiñó el ojo divertida.

- La enamoraste una vez, y aun después de cinco años está enamorada, que te elija a ti antes que ese hombre papanatas será pan comido.

Me hizo reír.

- ¿Crees que ella sigue enamorada de mi?

- Eli será muy buena, pero es idiota si dice lo contrario. 

Ambos nos reímos y nos quedamos mirando a los ojos, ambos teníamos esperanzas en recuperar su compañía.

- ¿Qué te parece si vamos a comer tu y yo fuera?

Pregunte con una sonrisa.

- Eso es un plan genial papá. Y si le muestras esa sonrisa a Elisabeth seguro que regresa con nosotros.

Me carcajeé. 

- ¿A donde quieres ir a comer?

- ¿Elijo yo?

Asentí.

- Vale, pero después iremos a divertirnos comiendo helado

Narra Elisabeth.

- Cielo ¿Qué te queda? La reserva se anulara en veinte minutos!

Me gritó Daniel desde la planta baja.

- Ya estoy Daniel, podemos irnos, ¿Cuántas veces mas te tengo que decir que no me llames cielo?

- Pero amor...

- Ni amor ni nada Daniel, me llamo Elisabeth.

Agachó su cabeza fastidiado, me sentí mal por él.

- Lo siento Daniel, perdóname. 

Le abracé.

subimos al coche y fuimos al restaurante

- No pasa nada Eli, serán los nervios de la boda y también está lo que me contaste de el encuentro con tu ex.

es cierto, le conté que volví a ver a Sebastian, incluso habló con Carol la noche que se quedó. 

Llegamos al restaurante a los diez minutos, por poco perdemos la reserva. 

La camarera nos dirigió a la mesa y nos sentamos tranquilamente. Pedimos nuestra comida y disfruté de todo lo que nos pusieron, Daniel siempre me lleva a sitios finos y agradables, aunque él sabe que no soy el tipo de persona que acostumbra a visitar estos lugares. 

- ¿Podemos salir a pasear después?

Pregunté.

- Claro que si futura esposa, iré a donde tú quieras que vaya. 

Fingí una sonrisa y volví mi vista al plato. 

- ¿Has quedado satisfecha? Puedo pedir mas comida si así lo deseas.

Me dijo.

- No gracias, ya estoy llena.

Nos fuimos del restaurante y nos subimos al coche.

- ¿Dónde quieres ir?

Me pregunto posando su mano sobre mi muslo desnudo, quise apartar su mano, pero, si no aguanto una simple caricia así, ¿Cómo será la noche de bodas?

- Me apetece ir a un parque tranquilo, que no haya mucha gente pero sea tranquilo.

Dije fingiendo mi sonrisa mas falsa, con Sebastian no tenia miedo de que la gente nos viese, pero cuando estoy con Daniel, siento la necesidad de que la gente no sepa que somos, es extraño, porque Daniel es un gran chico, es muy bueno conmigo, pero... no es el hombre al que quiero.

Llegamos a un parque tranquilo, como le pedí a Daniel, me senté en un banco al solecito.

- ¿Te apetece un helado amor?

- Vale, un helado está bien.

- Perfecto, ya mismo vuelvo, sabor vainilla ¿cierto?

- Si.

Daniel se fue dejándome un beso sobre los labios para ir por un helado.

Mientras esperaba mirando las palomas revolotear escuché unas risas que se acercaban cada vez más. Una risas demasiado familiares como para no saber de quienes se trataban.

- Venga mi niña, jamás me atraparas!

La voz de Sebastian exclamando me hizo suspirar y mirar a todos lados para encontrarlos, y de pronto los vi, los dos corriendo, Carol perseguía a su padre con la cara llena de helado. 

- ¡Papá te vas a arrepentir de lo que has hecho! 

- No si no me atrapas, seré un viejo, ¡Pero este viejo que tienes por padre tiene la energía de uno de 20!

Los dos reían a carcajadas hasta que Sebastian tropezó con la raíz de una árbol y calló al suelo, Carol se acerco rápidamente preocupada porque su padre empezó a quejarse de la pierna, yo me iba a levantar para ayudar también, pero cuando lo hice Sebastian puso cara de pillo y tomo a Carol tumbándola en el suelo para hacerle cosquillas, supongo que hay cosas que nunca cambiaran. me volví a sentar en el árbol para verlos desde lo lejos, como jugaban y se divertían, como Sebastian seguía teniendo ese espíritu de niño que siempre le caracterizó y que me enamoró desde el segundo uno.

Luego los dos se alejaron andando tranquilamente mientras Carol se limpiaba la cara del helado. Daniel llegó.

- ¿Y esa sonrisa tan bonita amor? 

Me preguntó

- Nada Daniel, vi a dos palomas jugando, pero ya se fueron.

- Ya tenían que ser bonitas las palomas, es la primera vez que te veo sonreír de esa manera amor. 

- Si, eran muy bonitas.

Me ofreció el helado.

- Gracias Daniel. 

Narra Sebastian:

- Carol, te quiero.

- Yo también te quiero papá, pero, ¿a que viene eso?

- Estos últimos años estado tan enfoscado lamentándome por Elisabeth, y, verdaderamente solo te necesito a ti mi niña, me da igual Elisabeth, si no te tengo a ti, entonces no tengo nada.

- Papi...

Mi hija se abalanzó sobre mi y me abrazo muy fuerte.

- Te amo papá, te amo muchísimo.

- Yo te amo mas hija mía.

Profesor Stan: A tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora