Durante la semana que nos quedamos en la cabaña no faltó un buen desayuno, besos, abrazos y sexo. Hubo sobretodo de lo último, y ....Ahh... El sexo con Sebastian es, es alucinante.Anoche fué sencillamente espectacular, la manera que el tiene de follarme a la vez de besarme y decirme te amo, y ver cómo a pesar de los años él sigue siendo el hombre musculoso que conocí.
— Buenos días mi amor, ¿En qué piensas? Tienes una sonrisa muy bonita.
Me dijo Sebastian entrando con el desayuno.
— En ti.
Respondí.
— ¿En mi? Que raro, nunca lo haces.
Dijo irónico.
— En realidad pensaba en tu sexo.
Sonreí con malicia mordiéndome el labio, mirando su erección mañanera.
— Ohh... En mi sexo... Ya...
Sebastian río.
— Dime una cosa, mi amor. ¿Has vuelto conmigo o con mi polla?
Lo miré colorada.
— Venga nena, me quieres a mi, o solo te gusta tanto como te follo que eres incapaz de abrirle las piernas a otro hombre, es eso, ¿Verdad?
Estaba jugando, quería jugar, a él le gustaba eso, ser mi dueño, dominarme en la cama, pensar y estar en lo cierto de qué yo era suya y solamente suya.
— Señor Stan yo...
Me sonrió malévola mente mientras me hacía la inocente.
— Yo necesito que tú... Me llenes de tu leche...
— ¿Si?- asentí — ¿Donde la quieres?
Se acercó poco a poco a mi, mientras dejaba el desayuno de lado y se acariciaba la punta de su polla, que ya se marcaba en su ropa interior.
— Aquí Señor Stan.
Me señale a la boca.
— Y aquí.
A los pechos.
— Y también aquí.
Y le abrí las piernas, enseñándole mi ya empapado coño, solo para él.
— Es usted muy avariciosa, señorita Miller, lo quieres todo.
— No quiero menos de lo que merezco señor Stan, eso me lo enseñaste tu ...
Me sonrió, esta vez con amor.
— Así es.
Se sacó la polla del boxer y la sacudió un poco, de un lado a otro, y con su movimiento mis ojos se iban tras ella.
— Es la hora del desayuno cariño.
— Sí, dame.
Abrí la boca esperando a que él me la llenase de su miembro, pero en lugar de eso me lleno la boca de fruta.
— Hmmm.... Corta royos...
Le dicté amenazando con los ojos entrecerrados.
— Hay tiempo suficiente, además ya tenemos que recoger para irnos, mi amor.
— Lo se, papichulo, lo sé. Nos espera nuestra nena.
— Hmm... Nuestra preciosa nena.
Suspiro Sebastian comiendo también su desayuno.
— Estoy orgulloso de ella, será una gran persona.
— Ya es una gran persona, Seb.
Dije.
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Profesor Stan: A tu lado.
FanfictionLa segunda parte de mi historia "Profesor Stan" Años de lamentos y noches sin dormir han pasado por las vidas de nuestro protagonistas. ¿Re hicieron sus vidas? ¿Su amor sigue tan puro como el primer día? ¿O quizás alguien más esté ocupando el lugar...