CAPITULO 13.

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Daniel y yo decidimos salir y hacer algo juntos. Bueno en realidad el lo decidió y yo accedí.

Su plan para el día fue ir a un parque natural lleno de animales en libertad. Le encantaba fotografiar animales y era un hobby que se me había pegado. Asique aquí estamos los dos, cada uno con nuestra cámara. Haciendo una competición para ver quién saca mejores fotos.

- Ohh cariño, ya te gané. Saqué la mejor foto que jamás podrás sacar.

- Ahg ya, déjame verla Daniel, odio perder.

Me enseñó la foto desde su cámara. Se trataba de una foto mía sacando una foto a un ruiseñor que se había posado en una rama. La verdad si era una buena foto, sabía que él dijo eso por el simple hecho de que yo era la protagonista de la imagen.

Creo que estos son los únicos momentos que verdaderamente disfruto con Daniel, los únicos en los que consigo desconectar un poco del agobio exterior y centrarme en lo que me rodeaba. Daniel me enseñó a eso, aunque a veces no funcionaba del todo.

- Mira, mira lo que hay aquí. Que hermoso.

Me fascinaba ver cómo alguien podría interesarse por la simple hoja de un árbol.

- Déjame ver, ¿Que hay?

- Es un gusanito comiendo.

Daniel era ese tipo de hombre, que podría pasarse la vida admirando la belleza de la naturaleza. Y eso me fascinaba de él. La manera en la que se preocupaba por el medio ambiente, por los animales. Por todo lo que tenía que ver con la vida.

- Este parque es cada día más especial, ¿No crees mi amor?

- Si, es muy bonito.

Respondí. Estaba feliz mirando una pareja de ruiseñores. Creo que son mis animales favoritos por el momento.

En menos de una hora, el cielo se nubló. Y Daniel dijo que mejor volviésemos a casa. Y menos mal que lo hicimos, en cuanto montamos en el coche, empezó a caer la tormenta del siglo. Entonces me dieron ganas de hacer algo que desde hacía mucho tiempo no tenía la oportunidad de hacer.

- Vayamos a la playa, porfavor.

Pedí.

- ¿Ahora? ¿Estas segura?

Asentí.

- Lo que quieras, princesa.

No tardamos mucho, estaba relativamente cerca de donde estábamos. Daniel aparcó el coche frente al mar. Me fui a bajar y Daniel me copio, trayendose dos paraguas que siempre llevábamos.

- Te vas a enfermar Eli.

- No importa, necesito esto.

No quería usar paraguas, mi chaleco es lo suficiente grande además de impermeable para no mojarme demasiado. Caminé hacia la orilla, Daniel me seguía. Me senté a unos pocos metros del mar, la arena ya estaba mojada por la lluvia. Las olas golpeaban con fuerza y los truenos se hundían en el mar, trayendo rafagazos de luz y numerosos estruendos. El cielo estaba oscuro y el resplandor de los rayos era realmente increíble.

- Esto es la mejor obra de arte, Daniel.

- Si, pero hace frío.

Burló. Me reí un poco.

- Vuelve al coche si quieres, no tardaré demasiado.

- No, quiero acompañarte.

Se me hizo tierno. Daniel es el hombre más leal que conozco.

Me siento en conexión con el mar. Cierro mis ojos y dejó caer mi cabeza hacia atrás, las gotas de lluvia bañaban mis mejillas. La brisa marina, con el chocar de las olas y el propio martillo de Thor inundaban mis tímpanos, olía a sal y arena húmeda. Es un momento perfecto. Me siento tan unida al mar. Tan pronto puedo estar en calma como siendo la mayor fuente de destrucción, podría hundir flotas enteras o podría ser el lugar de alegría mas cómodo. El mar es mi lugar. Siempre he sentido esa sintonía entre el y yo. Una sintonía que solo podría asemejar a lo que tenía con Sebastian.

Profesor Stan: A tu lado.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें