CAPÍTULO 30

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Sebastian no paraba de besar mi cuello hasta que me hizo despertar. Amo cada vez que me despertaba de esta forma. Amo despertar y lo primero en oler sea su perfume, y sobretodo amo despertar y lo primero por su voz llamándome con algún mote cariñoso.

- Si sigues besándome así... Vas a tener que follarme...

Balbuceé.

- No me lo digas dos veces.

Susurró en mi oído. Como un león en celo, se subió encima mía, apartando más el pelo de mi nuca para morder, chupar y besar mi piel, su polla rozaba mi trasero y hacia movimientos suaves, poniéndose casa vez más duro, y yo cada vez más mojada.

Escuchamos la puerta y Sebastian se quitó rápidamente de ese lugar, quedando tirado en la cama, boca arriba y las extremidades estirados como una estrella. La puerta finalmente se abrió.

- ¿Todavía estáis así? Al final no podremos coger un buen sitio en la playa.

Carol se quejó. Su padre dio un salto, literalmente saltó de la cama y casi me tira. Cogió a Carol cómo un saco de patatas y se la echó al hombro.

- Ya nos vamos.

Me reí, porque de no haberse llevado a Carol de esa manera, ella habría visto la erección que llevaba.
Finalmente me levanté y comencé a vestirme para la playa. Sebastian entró poco después agarrándose la entrepierna.

- ¿Que pasa?

Le pregunté riéndome. Se acercó hasta poder susurrar en mi oído.

- Pues que me duele la polla por querer follarte y no poder, y que estés en ropa interior tan sexy no me ayuda para nada.

Sonreí maliciosamente.

- ¿Una ducha rápida?

Cuestioné. Él sonrió y aceptó. Enseguida me atrapó por los muslos, devoraba mi boca mientras íbamos al baño. Le bajé los pantalones junto con sus boxers. Si que la tenía dura.

- Ay cariño...

Me burlé de él. Él me quitó la lencería con cuidado, pero más rápido de lo que jamás un hombre ha sido capaz. Sin perder tiempo se quitó la camiseta y nos metimos bajo el agua. Me arrodillé frente a él y tomé su polla entre mi mano, acaricié el glande con el pulgar y mi chico ya jadeaba.

- Porfavor, no estoy para torturas...

Suplicó.

- Profesor Stan... Tengo una duda...

- Ah Dios... ¿Que ocurre Miller?

- Bueno es que en realidad...-empecé a mover mi mano de arriba a abajo por toda su longitud. - No es una duda, es que, a la hora de hacer trabajos me inspira mucho oír su voz... Así que he pensado que podrías recitarme algo, no se... ¿Tu poema favorito, tal vez ?

Sebastian suspiraba tratando de encontrar la fuerza para empezar a decir su poema mientras yo estaba deseosa por meterme su falo en la boca.

- En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.

Empezó a decir su poema con los ojos tan abiertos esperando a que su polla fuese atendida por mi boca.

- El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de...

Me metí su polla en la boca y la empecé a succionar.

- De oto-ño... Ahh Eli... Mi amor... Así...

Profesor Stan: A tu lado.Where stories live. Discover now