15| Rompí una promesa

371 43 153
                                    

Observé la espalda de Enzo alejarse, tardó en desaparecer lo mismo que un relámpago abrir el cielo en dos, y sentí sus manos abandonarme como si siempre hubieran estado alrededor de mí

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Observé la espalda de Enzo alejarse, tardó en desaparecer lo mismo que un relámpago abrir el cielo en dos, y sentí sus manos abandonarme como si siempre hubieran estado alrededor de mí.

Siempre había sido él.

Recordé mi colapso el día que me colé en la escuela para recuperar la memoria de Ezequiel. El sonido mudo de sus pasos, y el latido de su corazón cuando me levantó contra su pecho. Me dejó en mi habitación después de eso, a tiempo para que mi hermana pudiera encontrarme.

"Te habría dejado solo."

Sentía culpa.

«¿Por qué?»

El efecto de lo que Miranda me había dado aún continuaba. Todo parecía un extraño sueño, dirigí mi mirada hacia la puerta trasera de Éxodo, esperando que alguien, quien sea, saliera del telón de humo rojo directo a hacerme daño. Recree una cantidad absurda de escenas en las que era apuñalado y moría desangrado entre la maleza. No supe cuánto tiempo permanecí en ese lugar, demasiado cobarde para moverme, pero la mano fría de Ezequiel en contacto con la mía de alguna manera me ayudó a salir de ahí.

No dijo nada, tampoco lo necesitaba.

En cuanto pude pensar con más claridad el frío y las gotas de lluvia eran agujas contra mi piel, mi cabello era una mata de telarañas pegada a mi cara y la ropa me pesaba. Al llegar me senté en el suelo junto a la reja de casa y metí las rodillas dentro de mi buzo empapado, tratando de hacerme lo más pequeño posible, al final escondí la cara en mis brazos.

Y me largué a llorar.

"Siempre te di vergüenza."

Vi la pelea con Enzo como un eco deformado, imaginé en detalle cada una de las respuestas que podría haberle dado para evitar que se alejara. Temblaba demasiado, mis dedos resbalaban en la ropa húmeda. Ezequiel se sentaba a mi lado, miraba hacia el amanecer que teñía sus pecas de colores cálidos, pero sus ojos atemporales de vez en cuando caían en mí, parecían una promesa, estaban helados y se clavaban en mi pecho como un tornillo oxidado.

«Darle lastima a un fantasma».

Logro desbloqueado.

«Dejá de llorar».

Quise restregarme los ojos con fuerza, o enterrar las uñas en mi cuero cabelludo, pero no hubo caso, no podía hacer más que sacar esas estúpidas lágrimas.

«Basta, exagerado».

Me costaba respirar y dolía demasiado.

—¿Dani? ¿Qué hacés acá con este frío? —La voz de mi hermana me sobresaltó, traté de levantarme, pero el mundo entero se transformó en gelatina y perdí el equilibrio. Choqué contra sus brazos—. Dios mío, estás empapado.

Se quitó la campera y me envolvió con ella. Incliné la cabeza en su hombro mientras me guiaba adentro, y al baño. Me ayudó a quitarme la ropa helada y me dejó bajo las gotas de agua tibia. Sentí que podía volver a moverme, pero no tenía la fuerza, ni las ganas para hacerlo.

YO NUNCA |BL|Where stories live. Discover now