32| Quise saber la verdad

153 15 32
                                    


TW: Violencia explícita

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

TW: Violencia explícita.

Me alejé de Éxodo con un Julián semiinconsciente. Lo cargaba como si fuera una bolsa de papas y balbuceaba un montón de pelotudeces que ni me molesté en tratar de entender. Agradecí internamente mi metro ochenta, y la adrenalina momentánea del cagazo que me acababa de pegar, que me ayudó a hacer la mitad del camino con una rapidez casi inhumana.

«Correr es tu mejor opción cuando haces enojar a una bestia de esa clase».

Ezequiel habló de forma despectiva.

—Prefiero decir que sé elegir mis batallas —dije en voz alta. Todavía sentía el sabor amargo de la sangre de Emile por todos lados.

La bilis me rascaba la garganta.

«Si él no te hubiera dado la espalda, no habrías tenido oportunidad».

Revivió el recuerdo de unas garras clavadas en mi brazo, la cicatriz latió bajo mi ropa.

—Eh... ¿Eh? —Julián dejó de babearme el hombro y alzó la cabeza.

—Che flaco, ¿y si caminás? —No esperé que respondiera, lo bajé y aproveché para enderezar la espalda con un leve crujido de dolor.

Apenas empezó a parpadear los ojos se le llenaron de lágrimas de borracho. Lloró diciendo que tenía miedo a que lo encerraran en el sótano por portarse mal, diciendo que ni su papá, ni su hermana se podían enterar, y que iba a tener que ir a buscar la camioneta al otro día si quería conservar la libertad.

—Calmate, boludo, nadie te va a ver así. —Lo callé pasándome su brazo sobre los hombros—. Estamos acá nomás.

Lo llevé a mi casa. Entramos haciendo el menor ruido posible, aunque mi hermana estaba en el trabajo, y dejé que se durmiera en mi cama, todavía con algunas lágrimas bajándole por las mejillas. Una parte de mí pensó que se trataba de una simple pesadilla, la otra me retaba a cuestionar si los adultos criados en Lihuén eran más crueles de lo que podría exigirles su naturaleza estrictamente humana.

—Si alimentan a tu parte más animal desde que sos un nene, no es de extrañar que tarde o temprano termines actuando como uno —dijo Ezequiel sentado a mi lado en el techo de mi casa.

Quizás no había sido tan buena idea subir a fumarme un cigarro. Un soplo de aire helado me erizó los pelos de la nuca con una repentina sensación de vértigo, me abracé las rodillas contra el pecho.

El fantasma fruncía el ceño, perfilaba el cuerpo hacia mí e inclinaba su rostro cerca, tan cerca que podía ver el verde de sus iris brillante como el cristal de una lupa cuenta hilos. Tenía esa expresión ansiosa típica de él, su necesidad de extraer el hilo de mis pensamientos hacía que pareciera que se me quería tirar encima.

—Decime que viste lo mismo que yo —supliqué, sin querer escuchar la respuesta—. Alanis tenía uñas enormes, y dientes grandes, y las venas... yo nunca vi... —Paré, mordiéndome el labio con fuerza.

YO NUNCA |BL|Where stories live. Discover now