Capítulo 8 [Editado]

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Dejo de observar la pantalla de mi móvil, y después de varios minutos de indecisión, por fin decido apretar la tecla de enviar.

Jamás pensé que yo, Eleanor Taylor, le escribiría un mensaje primero a Andrew Van Der Pelt; y mucho menos para pedirle que nos veamos después de clase, pero ya falta poco para la fecha de entrega del proyecto final de Biología, y en serio necesitamos terminarlo en el corto tiempo que nos queda para hacerlo. Nos queda mucho por hacer; mejor dicho, no hemos hecho prácticamente nada.

Le dije que nos reuniésemos hora y media después de la salida en el patio trasero del colegio, que es un terreno amplio de césped, con mesas de madera y frondosos árboles que brindan frescura y una agradable sombra.

Obviamente llegué primero.

Ese estúpido impuntual...

Me siento y aprovechando la desolación de la escuela a esta hora, saco un libro y lo abro para estudiar mientras tanto para un examen que tendremos en los próximos días. Realmente no pasan muchos minutos, cuando mi "cita" me llega por atrás tapándome los ojos.

—¿Quién soy?

Pongo mis delgadas manos sobre las suyas masculinas para apartarlas.

—¡Ay, por favor, no seas ridículo! —exclamo cuando se resiste, poniéndose rígido.

—Adivina quién soy —pide.

—Por Dios, ¿estás hablando en serio?

—Adivina, Eleanor...

Su inmadurez día por día me sorprende más.

—Andrew —digo a regañadientes, por estar obligada a caer en su juego a causa de la importancia del asunto que debemos discutir.

Finalmente toma asiento en frente de mí.

—¿Y bien? —pregunta aburrido.

—¿Y bien? —repito arrugando la frente— Tú sabes bien para qué te pedí que vinieras.

—Ah, sí... —bosteza, y en ese instante deseo arrancarle la cabeza— por lo de Biología.

—¡Exacto! Se tiene que entregar en dos semanas. Solo dos semanas, Andrew. Y al de nosotros le falta... ¡todo, prácticamente!

—Tranquila, hermosa, no te preocupes. ¿En qué te puedo ayudar?

Lo miro. Se ve que pregunta con buena intención, pero seamos claros; si le pongo una responsabilidad a Drew, por mucha buena intención que tenga, igual la cagará.

Gruño mirando hacia el cielo.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tuvo que tocarme contigo?! —clamo dramáticamente— Voy a tener que terminarlo todo yo sola. Moriré —sentencio.

—A ver, cálmate —dice mi acompañante mirándome con molestia—. Primero que nada; al contrario de lo que siempre has pensado, no soy un descerebrado. Y segundo; deja de exagerar, es tan solo un insignificante proyecto.

—Un insignificante proyecto cuya calificación es fundamental para poder graduarnos —le recuerdo.

—¿Y? Vamos a pagarle a alguien para que lo haga, y listo. Fin del problema.

—¿Pagarle a alguien? —asiente— ¿Quieres decir, como lo hizo el año pasado Joel Carpenter; a quien luego descubrieron y expulsaron? ¿En serio eso estás proponiendo?

Él rueda los ojos.

—Carpenter era un idiota que de seguro ni siquiera podía copiarse en un examen sin que lo descubriesen. ¿Crees que fue el primero? —me pregunta— ¿Ó el último? ¡Muchos hacen lo mismo incluso después de eso!

La Mala del Cuento [Editada]Where stories live. Discover now