Capítulo 29 [Editado]

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Eventualmente después de eso a Mary se la tragó la tierra. O al menos eso parecía haber pasado. 

Sabía que me había pasado de la raya y me sentí mal, pero al ver los resultados de mi conversación con ella, se me olvidó todo el remordimiento. 

Fred parecía muerto en vida, pero estaba conmigo y eso era lo que me importaba, por el bien de mi bebé. Aunque a veces me diera pena verlo tan triste.

Hace unas semanas fue nuestra graduación, y ahora, planeamos nuestra boda para dentro de un mes.

Afortunadamente mi embarazo aún no se nota a pesar de estar casi en el cuarto mes de gestación, sobre todo cuando todos piensan que apenas estoy en el segundo. El caso es que aún solo la familia sabe el por qué de la boda.

Los conocidos de ambas familias se sorprendieron al enterarse de nuestro compromiso siendo aún tan jóvenes. Por supuesto, corre el rumor de que el apuro se debe a un posible embarazo, pero aunque sea verdad para los demás es solo eso: rumores.

Al igual que Mary, tampoco volví a escuchar de Andrew después de la graduación. Escuché que se fue de viaje por tiempo indefinido con su familia, o algo así. No sé si la noticia de mi casamiento habrá llegado a sus oídos... realmente espero que no.

A veces lo extraño, me hace falta. Todo ese tiempo que tuvimos algo desarrollé estima hacia él, después de todo su cariño me levantó cuando estaba derrotada. Quisiera poder odiarlo, pero se me hace imposible porque, al fin y al cabo, es el verdadero padre de mi hijo. Odiar a Andrew sería como si lo odiara a él, y muy por el contrario, con el pasar de los días cada vez veo menos esto como un error. La ilusión me llena poco a poco; tal vez así tenía que suceder.

Los niños nunca me han molestado, de cualquier modo.

Me pregunto si el bebé tendrá los ojos de Drew, o si su personalidad se parecerá a la de él...

Sacudo la cabeza para enfocarme en la realidad.

—...las flores pueden ser rosas rojas o blancas, porque esos colores combinan con el tapizado de las sillas —escucho decir ya a lo último a la señorita Liz, la organizadora de eventos que nuestros padres contrataron para los preparativos de nuestra boda.

—Odio las rosas blancas, y las rojas me recuerdan a los entierros— opino con desagrado—. ¿Tú que dices, Fred? —pregunto mirándolo.

—Mmm... no sé. Me da igual —contesta con desinterés.

El hecho que estemos juntos no implica que estemos revueltos.

Fred y yo parecemos una pareja en proceso de divorcio en vez de una planeando su boda. La última ocasión en la que nos acercamos fue en la fiesta de aniversario de sus padres. Y esa vez ni siquiera nos acercamos de verdad, así que no cuenta.

Está claro que sigue teniendo presente a Mary, y me lo demuestra con cada una de sus frías acciones.

—¿Seguiría dándote igual si te fueras a casar con Mary Gilbert? No, ¿verdad?—le pregunto molesta.

Puedo tolerar su antipatía hacia a mí siempre y cuando no la demuestre frente a los demás, justo como ahora. Cuando eso sucede me saca de quicio.

Él deja su celular a un lado y me presta atención por primera vez desde que llegamos.

—¿Vas a sacar el tema de Mary otra vez? —hace una mueca— Ella no está, se fue de mi vida. Tú misma te encargaste de eso, ¿no lo recuerdas?

—Los dejaré solos un momento... —dice Liz incomoda mientras sale de la oficina.

La Mala del Cuento [Editada]Where stories live. Discover now