Capítulo 28 [Editado]

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—Con permiso —digo levantándome de la mesa, sin aguantar la humillación.

Subo las escaleras y me refugio en la habitación de Ashley.

Simplemente no puedo creer esto.

¿Tan horrible persona soy, que ni por obligación Fred quiere estar conmigo?

Luego de unos minutos Ashley llega para consolarme.

—Amiga... no te preocupes —me abraza—. Entre todos vamos a convencer a Fred para que se case.

—¡Tu hermano es un imbécil! Si tanto ama a otra persona, ¿por qué diablos tuvo sexo conmigo? —digo sorbiendo mi nariz— Todo es culpa de Mary. ¡La odio, la odio, la odio! —repito.

—¡¿Mary?! ¿Ella ya no era asunto olvidado?

Niego.

—No. Ayer Fred me buscó, pero solo era para romper conmigo y restregarme en la cara que está enamorado de ella.

—¿Fred iba a romper contigo? —me pregunta.

—Eso pretendía. Pero le solté la noticia del bebé y dejó el tema atrás. Creí que haría lo correcto y se casaría conmigo; y ahora, me sale con esto otra vez.

—Claro, a él no le importa porque es el chico y no lo van a juzgar como a ti... —comenta Ashley criticando a su mellizo.

—No quiero ser madre soltera a esta edad, Ash. La gente hablará... —sollozo—Ayúdame a pensar en qué puedo hacer, por favor.

—Tienes que hablar con la estúpida de Mary, eso es lo primero —sentencia.

—Pero no tengo su número, y ni sé donde vive.

—Yo podría tomarlo a escondidas del teléfono de mi hermano, pero eso sería arriesgado, y él no puede enterarse. ¿Recuerdas cuando nos encontramos con ella en el centro comercial? Búscala en su trabajo.

—¿Pero, seguirá trabajando en ese lugar? —pregunto— Y aún si es así, ¿querrá hablarme?

Ashley niega.

—Lo dudo mucho, pero tendrás que dar tu mayor esfuerzo —dice—. Valdrá la pena, Mary es tan santurrona que se esfumará de la vida de Freddie si se entera que va a ser papá.

Cuando bajo porque ya es hora de irnos, los señores Roberts nos despiden con cariño pero Fred no dice nada. Ashley me dijo que cuando me fui a su habitación recibió un gran sermón de parte de los mayores, por eso debe estar molesto...

Pero molesto de verdad estaba mi padre. De camino a casa tuve que aguantar su potente regaño sentada en el asiento trasero de la camioneta.

Si miro todo por encima de la problemática situación, tal vez pueda darme risa.

Tal vez pueda darme risa mi llanto fingido mientras le pido perdón y tal vez pueda darme risa la forma desesperada en la que mi madre le pide que se calme.

Porque tengo peores cosas de que preocuparme. Y también me hace gracia ver cómo casi le da un ataque al corazón al enterarse de que estoy embarazada, y no cuando lo descubrí siendo infiel.

La tarde del día siguiente después de la escuela voy al centro comercial, para seguir el consejo que Ash me dió.

Luego de hacer a mi vaga memoria recordar, voy a la tienda de discos en la que trabaja Mary y me adentro al local.

Al principio no la veo tras el mostrador, lo que me hace pensar que la han echado; pero después noto su foto colgada en la pared, felicitándola como "Empleada del Mes".

Deduzco que no está porque su turno no comienza aún, así que veo los discos para matar el tiempo mientras espero.

Al verla por fin entrar a la tienda, no espero mucho para acercármele.

—¿Cómo estás, Mary? —saludo con el tono más amable que puede salirme hacia ella.

Casi no aguanto la carcajada al verla abrir los ojos de par en par.

—H-hola, b-bien.

—¿Si me recuerdas, no? Soy Eleanor, estudiamos juntas hasta hace unos meses...

Ella asiente. Los nervios se le ven a flor de piel.

Tonta.

—Quisiera que conversemos, ¿puedes pedir permiso para salir un momento? —pregunto.

—E-es que acabo de llegar. No creo que--

—No te preocupes, Mary —la interrumpe un trabajador que está ordenando mercancía en un estante cerca, y que por lo visto ha estado escuchando—. Te cubriré con el jefe.

Sintiendo asco internamente le sonrío con agradecimiento al chico cuando me guiña el ojo disimuladamente.

Sin tener más excusas que dar y muy a su pesar, a Mary no le queda de otra más que venir conmigo.

—Mi estomago ruge, vamos a almorzar —le digo sonriendo.

Enredo nuestros brazos, obligándola a caminar junto a mí como si fuésemos mejores amigas. Llegamos a un lujoso restaurante y pido una mesa para dos.

Le digo a Mary que pida lo que desee, porque yo invito. Ella solo pide un café, yo en cambio ordeno varios platillos del menú.

—Oye, ¿estás segura de que no quieres más nada? —le pregunto con la boca llena —Ya te dije, yo pagaré.

—Estoy bien con esto, almorcé antes de venir —hace el intento de sonreírme—. ¿S-sobre qué querías conversar? —pregunta.

Termino de tragar y tomo un poco de agua.

—¡Ah sí, eso! —digo como que si lo hubiera olvidado y ahora recuerdo—. Es sobre un favor que necesito de tu parte.

—¿Un favor de mi parte?— repite confundida. Yo asiento —¿Cuál?

—Que te alejes de Fred —digo de forma cruda.

Mary entreabre la boca con sorpresa. Mueve los labios como si fuera a hablar pero las palabras no salen.

—Sé que ustedes tienen una especie de romance —continuo hablando—, pero ya no pueden estar juntos.

—¿Porque tú lo dices? —me reta, cruzando los brazos sobre su pecho. Al fin ha sacado las garras— Freddie me dijo que terminaría su relación, ¿es por eso que vienes a decirme esto? ¡Entiende que no puedes mandar en el corazón de otra persona!

—¡No pretendo mandar en su corazón!  —le contesto molesta por la forma igualada en la que se dirige a mí.

—¿Entonces por qué quieres retenerlo a toda costa?

—¡No quiero retenerlo! ¡Si no fuera por el bebé te lo diera en bandeja de plata! —exclamo tocando mi abdomen.

Mary se queda hecha piedra.

—¿Qué dijiste?

Suspiro.

—Estoy esperando un hijo de Fred, Mary —empiezo a decir —. Eres el único impedimento para que él se case conmigo y podamos darle una familia al bebé.

—¿Esta es otra mentira ideada por Ashley?—resopla.

—¿No me crees? —busco en mi mochila el celular y se lo ofrezco —Toma. Llama a tu querido y pregúntale si lo que digo es mentira o no.

Sé que mi trabajo está hecho cuando sus ojos se cristalizan. Guardo el teléfono y me levanto.

—Eres demasiado cobarde para hacerlo, eso pensé.

Cuando comienza a llorar ruedo los ojos y me doy media vuelta para dirigirme a la salida.

La dejo atrás con el corazón roto en mil pedazos.

...Y una elevada cuenta por pagar.

Soy una maldita perra.

La Mala del Cuento [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora