Capítulo Especial [Editado]

1.1K 54 1
                                    

Los neumáticos de mi auto rechinan en el pavimento cuando cruzo antes de detenerme enfrente de mi casa; salgo disparado de él.

—Mi amor, ¿qué pasa, por qué llegas así? —pregunta mi madre cuando atravieso el salón principal después de dar un portazo.

La ignoro por completo y subo corriendo las escaleras. Cuando llego a mi cuarto empiezo a arrojar al piso todo lo que entra en mi campo de visión.

Todo esto me pasa por estúpido.

—Andrew... —vuelve a decir mamá cuando entra y ve el desastre— ¿Qué te pasa, hijo? No me preocupes...

—¡Nada, mamá!

Odio ser tan débil cuando se trata de ella, y me odio por no poder soportar las ganas de llorar como un marica. Yo le entregué todo de mí, y para Eleanor solo fue un puto juego. Se estuvo riendo de mí todo el tiempo.

—¿Cómo que nada? —insiste manteniéndose atrás de mí mientras camino por toda la habitación buscando la siguiente cosa que voy a destrozar— ¿Tuviste una pelea con tu novia, acaso? Saliste de aquí para verla muy bien, y ahora–

—¡Ella y yo no somos nada! ¡Nada! —repito— ¡Sal de aquí! ¡Quiero estar solo!

—¿Pero qué demonios ocurre? —interroga esta vez mi padre, quien entra en escena. Maldigo mi suerte de tener dos padres tan entrometidos.

—No lo sé... llego así después de ir a ver a su novia, pero no me quiere decir nada.

—¿Qué novia? ¿La hija de Taylor?

Me detengo y miro a mamá con los ojos entrecerrados. Solo a mí se me ocurre contárselo. Parece que debo aprender a confiar menos en las jodidas mujeres.

—¡¿Le dijiste, mamá?!

—¡Por supuesto que me dijo, soy su marido! —expone— Por lo visto la chica te hirió, ¿no? Espero que lo haya hecho, y mucho. A ver si así aprendes la lección de una vez por todas.

—¡No seas tan duro con el niño!

—¡No es ningún niño! Mira su tamaño, está a punto de ser mayor de edad. ¡Tiene que empezar a madurar!

—¡¿Y qué es madurar para ti?! —exploto en su contra— ¡¿Dejar que manipules mi vida como a ti te de la gana solo porque quieres que dirija tu estúpida empresa?!

—Madurar para mí es pensar inteligentemente en tu futuro, no perder el tiempo con gentuza que no te aporta absolutamente nada, y dejar de pagarle a otra gente para que haga tus tareas ¡Muchacho sin vergüenza! Y más respeto cuando hables de mi empresa, porque es lo que te da para comer. El hecho de que hayas crecido con una cuchara de oro en la boca, no quiere decir que te voy a mantener toda la vida. En esta familia todos los hombres han aprendido a ganarse el dinero con esfuerzo, y tú no serás la excepción.

Chasqueo la lengua decidido no seguir escuchándolo; es el mismo jodido sermón de siempre. El tema de su precioso dinero y su preciosa empresa siempre ha sido el punto de quiebre de nuestra relación desde que tengo uso de razón.

—Mañana mismo mandaré a conseguir tu boleto de avión para que regreses a París.

—¡Ya te he dicho que no quiero, maldición!

¿Cuántas veces se lo tengo que repetir? Su absurda idea de que me vaya a estudiar a Francia arquitectura como lo hizo él me tiene harto. Ni siquiera sé cómo logró que me admitieran en la universidad; supongo que una vez más fue gracias a su bolsillo mágico.

Me tuvo retenido durante semanas en otro continente, tratando de que flaqueara ante su voluntad y me quedase ahí de forma permanente, pero logré que me dejara volver con la excusa de que sería para buscar el resto de mis pertenencias.

Claro que mi verdadero objetivo al volver era diferente: solo quería regresar a esta ciudad para tratar de convencer a Eleanor que dejásemos todo —y a todos— atrás.

Como un iluso creí que eso la haría feliz, que aceptaría sin dudarlo demasiado, y que estaría genuinamente emocionada por mi plan. Ahora me doy cuenta que tener un futuro conmigo nunca fue una posibilidad que pasara por la mente de ella.

Sus palabras confesándomelo todo me mataron, dejaron todo en mi interior ardiendo, y sin embargo sé que en el fondo debo estar agradecido por haberme quitado la venda de los ojos. Eleanor no es más que una zorra, que incluso se atrevió a abortar a un bebé —mi bebé— sin siquiera haber tenido la decencia de decirme. Eso no quiere decir que hubiese aceptado, de todos modos. Eso es lo enfurece más que todo.

—¿Crees que haciéndolo a tu manera es la única forma en la que puedo tener éxito y ganar dinero? —chillo.

Estoy harto de que todo el mundo me crea tan idiota.

—Tienes razón. Tal vez no sea la única, pero si la más fácil y conveniente para ti... ¿o acaso quieres empezar desde cero, como hace la gran mayoría? ¿Por qué lo harías cuando ya tienes todo el camino a la cima libre? Madura, hijo... entonces te vas a dar cuenta de lo dura que es la vida real.

Suspiro sin replicar más. Me siento a la orilla de mi cama y apoyo los codos en mis rodillas. Quizás le debo hacer caso a este hombre; al final, solo volví por ella... y ahora ¿qué se supone que haga? ¿Quedarme aquí?

No. Definitivamente le seguiré la corriente a mi padre, aunque posteriormente eso me genere otro tipo de problemas. Necesito salir de esta ciudad, y también del país.

¿Estoy huyendo? Puede ser, pero no me importa hacerlo, porque lo que menos quiero en este momento es estar en donde estoy ahora.

No quiero saber de nada y nadie. En especial de Eleanor. A esa espero no volvérmela a cruzar más nunca en la vida.

La Mala del Cuento [Editada]Where stories live. Discover now