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Laila condujo hacia la escuela en su auto para luego estacionarlo y bajar de el, había quedado de acuerdo en juntarse con Sam en la escuela

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Laila condujo hacia la escuela en su auto para luego estacionarlo y bajar de el, había quedado de acuerdo en juntarse con Sam en la escuela. Ellas siempre solían irse juntas a la escuela, mayormente Sam era la que pasaba por Laila, pero esta mañana el Sr. larusso quedo en ir a dejar a su hija a la escuela.

Laila bajo de su automóvil, tomo su bolso junto a unos libros y comenzó a caminar por los pasillos de la escuela para llegar a su casillero. Mills iba distraída mirando su móvil cuando sintió un fuerte impacto en su cabeza y cayó al suelo quejándose, cuando escucho como otra persona se quejaba también del dolor.

Una voz masculina que no había escuchado antes.

- Como lo siento, fue mi culpa - Hablo llevándose la atención de Laila de inmediato.

Mills alzo su mirada para ver de quien se trataba, encontrándose con un chico moreno, de cabello negro y un poco desordenado, ojos cafe oscuros, traía puesta una ramera a cuadrilla roja. Un chico que antes no había visto por los pasillos de esta cuela. Claramente era nuevo.

Ella lo miro - No, no. Fue mi culpa, yo iba distraída en mi móvil - Soltó una risa nerviosa - Lo lamento -

El joven le estiro su mano, ayudándola a levantarse del suelo - Bueno, yo iba distraído mirando el suelo - Le ayudo a recoger los libros que había sido tirados al suelo por el impacto del golpe. Al entregarle el último de sus libros de ciencias, la miro con una sonrisa nerviosa - Soy Miguel - Estiro su mano en forma de presentación.

Ella dejo escapar una sonrisa y estrecharon sus manos - Chico nuevo ¿No?. Nunca te había visto aquí-.

- Acertaste - Sonrió Miguel.

- Un gusto. Soy Laila - Ambos se quedaron mirando a los ojos por unos segundos y luego dejaron escapar una sonrisa nerviosa. Mills inmediatamente reaccionó recordando que tenía que ver a su grupo de amigas- Bueno Miguel. Fue un placer, debo irme. Mis amigas me están esperando.

El dejo escapar una carcajada nerviosa - Si, claro. Fue un gusto - Se toco su nuca.

Laila le regaló la ultima sonrisa dulce, y siguió su camino hasta su casillero mientras el se quedaba hipnotizado viéndola alejarse hasta que la perdió de vista por la multitud. Mills finalmente había llegado a su casillero, lo abrió guardando los libros que cargaba y sacando los correspondiente a la clase que le tocaba, cuando el impacto de la puerta del casillero cerrándose de golpe la hizo brincar del susto, llevándose su mano hacia su corazón.

Escucho la risa burlona de su mejor amiga. Samantha LaRusso.

Con su respiración a mil, ladeó su cabeza para mirarla - Oh por dios. ¡Sam! - Exclamó.

- Lo siento - Hablo entre risas Sam.

- Casi me hago pipí del miedo - Suspiro Laila.

La carcajada de LaRusso aumento mas cuando escucho el comentario de la rubia - Oh por dios. Me hubiera encantado ver eso -

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