El cielo nunca fue tan azul.

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Piii... Piii... Piii... Piii... Piii...

Ese sonido... Si, ese molesto sonido se había convertido en algu muy importante para mi. Ese pitido, era lo único que me aseguraba que N siguiese con vida. Levanté la vista y miré hacia el techo. Ya me sabía hasta donde estaban todas las manchas exactamente. No sabía si llevaba allí días, o semanas. Para mi todo era un único y largo día. Me acomodé en ese molesto sillón, y cerré los ojos. En mi cabeza aun seguían las imagenes de todo lo ocurrido.

De como N cada vez perdía más sangre, como cada vez se quedaba más pálido, y más frío. Recordaba como le abrazaba, mientras mi mano libre intentaba taponar la herida. Recuerdo la sangre. Y cuando llegó la tan esperada ambulancia. Recuerdo estar mirando todo, sentado en el suelo, estático, inmóvil. Sentir como todos me abrazaban. Recuerdo cuando N me miró, como sonrió y como cerró los ojos. Como ví que su corazón dejó de latir, como los médicos empezaron a usar las palas electricas para reanimarlo, sin resultado. También recuerdo como, dandose por perdidos, les grité que siguieran intentándolo. Con miles de lágrimas recorriendo mi rostro. Como un chico joven, haciendo caso omiso de sus mayores, cogió esas palas y lo intentó una última vez. Como el mundo se paró por completo hasta que ví el pecho de N subif y bajar a un ritmo despacio. Recuerdo como se lo llevaron en esa ambulancia. Como fuí detrás de él. Recuerdo ver mis manos llenas de su sangre, ya seca, mientras estaba en la sala de espera. Ver como ninguno eramos capaces de decir algo.

Abrí los ojos, con la vista nublada por las lágrimas. Eran recuerdos dolorosos, demasiado. Desvié la vista y miré a Ken y Ravi dormir en el otro sillón. Les tapé con una manta y caminé hacia la cama. Esa misma en la que estaba mi amigo, mi mejor amigo, con el que le había tratado como una mierda. Sus ojos estaban cerrados. Una enorme mascarilla de oxígeno estaba en su boca. Varias vías y tubos salían de si cuerpo. Una gran venda cubría su pecho. Se veía tranquilo, hermoso. Estaba en coma. Me acerqué a él y sentandome en la silla de al lado, le acaricié la mano tiernamente. Me quedé mirandole un largo periodo de tiempo. Cerré los ojos con fuerza, no quería llorar. Acerqué su mano a mi cara, en modo de súplica.

-Por favor... Tienes que ser fuerte Hakyeon... Por favor... Te necesito a mi lado...

Mi voz era apenas un susurro. Lo justo para que él, si podía escuchar, solo él pudiera saber de esas palabras. La puerta se abrió, y un Hong Bin ojeroso entró. Me sonrió levente. Observó a esos dos dormir en el sillón, y se situó a mi lado.

-Leo, vete a casa por favor. No has descansado desde que le ingresaron...

Me quedé en silencio, mirandole con la vista cansada. Desde su ingreso en estado grave, casi muerto, yo no había sido capaz de decir palabra alguna. Las únicas que salían eran para N. Y solo cuando estaba solo con él. Suspiré levemente.

-Leo... Taekwoon... Por favor...

Asentí levemente. Era cierto que mi cuerpo no aguantaba más, pero temía por irme, y no volver a verle jamás. Con desgana, me levanté de la silla, soltando poco a poco la mano de N. Me despedí de Hong Bin con un gesto cansado, y salí de la habitación de camino al apartamento. Cuando llegué, dejé caer las llaves en la mesa. Caminé despacio hacia la habitación, pero al entrar me quedé helado. Hyuk estaba durmiendo en su cama, las demás estaban vacías. Cuando vi la de N, mi corazón se encogió. No reaccioné hasta que sentí unos suaves y delgados brazos abrazarme. Volteé mi cara, y observé a ________. Ella me miró, y besó mi clavícula con dulzura. Cogió mi mano y me condujo a lo que era mi antigua habitación. Por suerte aun seguía la cama. Me tumbé, y ella se tumbó a mi lado. La miré a los ojos, esos ojos...

-Es mejor que duermas aquí... - la miré y junté nuestras frentes - Saldrá de esto, ya lo verás.

No pude evitar que las lágrimas volvieran a salir. Ella me secó esas lágrimas con sus dedos finos. Miré sus ojos, y sus labios. Poco a poco me acerqué, hasta mis labios rozaron los suyos. Un roce suave. Me separé, pero ella se acercó a mi volviendo a juntar nuestros labios. La miré.

-Te amo...

-Leo... Te amo tanto...

Y nuestros labios se volvieron a juntar. Lo que eran roces, poco a poco se convirtieron en besos. Y esos besos en besos necesitados. Pasé mis manos por su cintura, atrallendola hacia mi. Ella acarició mi nuca. Nos separamos jadeando. Ella me miró, mordiendose su labio inferior. Adoraba cuando hacía eso. Se veía tan inocente. Cerré los ojos, cansado. ______ en respuesta, me acurrucó contra su pecho. Sentí ese aroma dulzón de ella. Me quedé plenamente dormido en sus brazos, con sus caricias.

Sentí como me llamaban con mi nombre. Me removí en la cama, quedandome boca arriba. No quería despertar. Quería seguir durmiendo. De pronto, sentí unos labios en los mios. Era un roce suave, tierno. De pronto esos labios bajaron por mi mandíbula. Hasta llegar a mi cuello. Allí sentí como me mordía. Suspiré fuerte. Mis ojos se reusaban a abrirse. Volví a suspirar cuando sentí como mi clavícula era mordida. Poco a poco mi cuerpo dejaba el mundo de los sueños con cada mordida. Esos labios cada vez bajaban más y más. Abrí los ojos, entre leves gemidos. Miré hacia mi ombligo, y allí esta ________. Dandome besos y mordidas.

-_______... -dije suspirando, haciendo que ella me mirase.

Sonrió y volvió a darme besos.
Me apollé entre mis codos. Mierda, mi erección matutina estaba creciendo por momentos. De repente, besó mi miembro por encima de mis boxers. No pude evitar gemir ante ese acto. De pronto, mis boxers desaparecieron. Quise decirle que parase, alguien podía oirme, pero me detuve cuando sentí como me lamía. Gemí fuerte, echando mi cabeza hacia atrás. De pronto sentí como introducía toda mi hombria en su boca. Mis brazos flaqueraron y volví a caer en la cama. Mis gemidos aumentaban con cada movimiento suyo. Aferré las sábanas bajo mis manos. Mi pulso estaba a mil por hora.

-_______... Para... - intenté hablar, pero los gemidos no me dejaban. De pronto sentí que no aguantaría mucho más - ¡________!

Y una gran descarga electrica me recorrió la espalda. Arqueé mi espalda, perdiendome en el éxtasis. Mi pecho subía y bajaba velozmente. _________ subió su rostro hasta encontrarse con el mío. Nos besamos, mezclando los sabores. Cuando nos separamos por la falta de aire, hablé.

-¿Por qué...?

-No te despertabas - dijo con una sonrisa pícara en su cara.

La besé, haciendo que mi lengua entrase en su boca. El entorno empezó a calentarse, hasta que mi móvil sonó. Alarmado, lo cogí corriendo. El nombre de Ravi aparecía en la pantalla. Mi cuerpo se heló hasta que reaccioné y contesté, con las manos temblorosas.

-¿S-si...?

-¿Taekwoon? Dios, joder, ven echando ostias. Es N...

Pero no le dejé acabar la frase. Tiré el móvil al suelo y salí corriendo. Me puse lo primero que ví en el armario. Y salí del apartamento a toda prisa.

-¡Taekwoon!

Escuché como me llamaba _______, pero era demasiado tarde. Corría por las calles sin importarme nada. Sin importar los paparazzi, las fans o los coches. Mi mente solo pensaba en N. Tenía miedo. Y cuanto más miedo tenía, más rápido corría. Llegué al hospital casi sin oxígeno. Cuando entré en el pasillo donde estaba la habitación de N, vi que todos estaban afuera. Sus miradas se posaron en mi. Me paré a mitad de camino, y empecé a caminar lentamente. Mi corazón latía fuerte, queriendo salir de mi pecho. Ken empezó a caminar hacia mi, hasta que quedamos en frente. Un sudor frío recorría todo mi cuerpo.

-Leo, es... es N... - mi cuerpo empezó a temblar - El... él... Ha despertado.

Me quedé sin respiración. Empecé a caminar hacia la ventana de su habitación, y me asomé con temor. Vi como había varios médicos dentro, observando a N. Mirando que estuviese bien. Sus ojos estaban abiertos. Se veían cansados. Giró su cabeza hacia la ventana y me miró. Nuestras miradas se juntaron. Su cara mostró impresión, y luego una hermosa sonrisa se posó en su cara. A pesar de la mascara de oxígeno, pude ver su enorme sonrisa. Sus ojos formaron esas medias lunas tan caracterísricas suyas. Su color de piel volvía a ser el moreno de siempre. No pude evitar devolverle la sonrisa. Estallé en llanto. Sentí como Hyuk me abrazaba, seguido de Ken, y después todos. Intentaron calmarme, pero era imposible. Lloraba como un niño pequeño bajo la mirada de N tras el crital. La sonrisa no se borraba de mi cara. Por fin, después de tantos días de pura tortura, de tanto sufrimiento, volvía a tenerlo a mi lado.

Sácame de este infierno. (Leo y tú)Where stories live. Discover now