Entre sueños y el infierno.

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Abrí los ojos con pesadez. Una tenue luz entraba por la ventana. ¿Que hora era? No lo sabía, y tampoco me importaba. Me dí media vuelta en la cama, tapándome completamente con las sábanas. Quería desaparecer, o volver al mundo de los sueños. Solo allí era feliz. Realmente feliz...

Pero cuando estaba volviendo a caer en un dulce sueño, mi móvil empezó a sonar.  Hice caso omiso, no quería cogerlo. Una llamada. Dos. Tres. A la cuarta llamada seguida me dí por vencido. Suspirando me senté en mi cama, mirando mi móvil sonar en la mesita. En la pantalla se reflejaba un nombre que conocía bastante bien. Con cansancio, descolgué la llamada.  


-Si... - dije apenas audible.

-¡MIERDAS LEO, ME HAS PEGADO UN SUSTO DE MUERTE! ¿Por que cojones no cogías el teléfono? - la voz de N sonaba furiosa, pero no me engañaba. No estaba enfadado, estaba preocupado. Muy preocupado - Ah... da igual. ¿Como estás? ¿Sigues en el departamento?

-Si. Estaba durmiendo.

-Leo... Ah... - escuché un suspiro del otro lado de la línea - Levántate a desayunar, en media hora estaré allí. Y Leo... come algo, por favor...




Sin decir más palabras, colgué la llamada. Estaba cansado. Dejé caer el móvil en la cama, sin darle importancia. Me senté en el borde. Otra vez ese nudo en la garganta, otra vez esas ganas de llorar constantes. Jalé mi cabello con fuerza, exasperado. Sin mas remedio, busqué un par de vaqueros, unos boxers y una camiseta y me encaminé hacia la ducha. No sé cuanto tiempo estuve bajo el agua, mirando la nada. Salí de mi trance cuando escuché la puerta del departamento. Sin ganas salí de la ducha y me miré en el espejo. Otra vez... otra vez... Odiaba mi cuerpo. Se me notaban las costillas, y eso me daba asco. Las cicatrices eran mas notorias y oscuras. Quería volver a cortarme, quería volver a sentir la cuchilla contra mi piel, pero los demás simplemente no me dejaban. Desde que empezó todo, era constantemente observado. Casi nunca me dejaban solo. Agradecía eso, pero no podían hacer nada contra los demonios de mi cabeza.


"Das asco"

"Te dije que nunca tendrías nada bueno"

"No sirves para nada"


Grité, desgarrándome la garganta. Me apoyé en la pared, respirando agitadamente. Cerré los ojos con fuerza. Solo necesitaba ser fuerte. Solo eso. Solo eso...





-¡Ya he llegado! ¿Leo, donde estas? 


La voz de N me sacó de ese asqueroso trance. Suspiré y salí del cuarto de baño con los vaqueros y la camiseta puesta. El pelo lo tenía completamente mojado. Caminé hacia la cocina y ahí estaba él.




-Leo, ¿que haces aun así? - preguntó N mirándome con delicadeza. 

-...

-Venga, siéntate que desayunes algo y nos vamos - y como una marioneta, me senté en una silla, observando el desayuno sin hambre - Aggg, tienes que secarte el pelo. ¿Es que quieres enfermar? 


Cogió una toalla pequeña del cuarto de baño, y empezó a secarme la cabeza con sumo cuidado. Como quien cuida de un bebé. Sus movimientos eran tan suaves, tan llenos de cariño. Y su sonrisa no se iba de sus labios, queriendo darme tranquilidad. Estaba haciendo tanto por mi... Siempre hacía todo por mi... Me cuidaba tanto... No sabría que hubiera sido de mi si él nunca hubiera estado a mi lado. No sé que sería de mi si estuviese solo. Cerré los ojos, cansado. Ya no podía aguantar más las lágrimas. Apoyé mi frente en su estomago, dándome por vencido. 




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⏰ Last updated: Aug 21, 2015 ⏰

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Sácame de este infierno. (Leo y tú)Where stories live. Discover now