12. Lo siento pt.2

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Llega el punto en donde la relación forzosa a la que te metes deja de ser forzada. Comienzas a realmente disfrutar la presencia de la otra persona, a generar interés e incrementar la necesidad de pasar más tiempo juntos. Me acostumbré a estar con Mirio. Tener noches de películas, salir a caminar, hablar de absolutamente todo y a la vez nada. Sí, tenía amigos con los cuales hacer los mismo, pero era distinto con Mirio al tener que llevar todo a otro rumbo.

─ ¿Falta mucho?

─ ¿No confías en mí?

─ ¿Debería?

Lo escuché reír por lo bajo a mis espaldas. Sus manos cubrían mis ojos delicadamente mientras me guiaba hasta quién sabe dónde, dejándome llevar por la supuesta sorpresa que decía tenía para mí.

─ ¿Deberías? ─ Susurró en mi oreja, erizándome la piel en cuestión de milisegundo ante la cercanía. Instintivamente uno de mis codos fue hacia atrás, golpeándolo no tan fuerte, pero lo suficiente para escuchar un leve quejido de su parte.

Mirio era un tanto especial cuando se trataba de coquetear o dirigir las cosas hacia algo más profundo, lo cual no estaba para nada relacionada, no sabía cómo reaccionar o, mejor dicho, cómo se supone que debería hacerlo. A veces era confuso el tratar de actuar de una manera que desconocía porque esa era la realidad. Se supone que alguien reacciona a ciertas situaciones en base a sus sentimientos, ¿Cómo podría yo hacerlo si no sentía nada?

─ Llegamos. ─ Dijo luego de unos segundos hasta detener el paso, dejando al descubierto mis ojos para darme el lugar a ver la ciudad iluminada desde un arbolado un tanto alejado. Mis cejas se fruncieron al no captar la sorpresa. No era la primera vez que estábamos en ese lugar, de hecho era casi un punto de encuentro para nosotros; hasta que noté una manta a pocos pasos de nosotros, sobre el húmedo césped, con un mochila en el centro, rodeada en unos cables de luz que alumbraban lo suficiente el lugar donde procedimos a sentarnos.

─ ¿Estamos celebrando algo? ─ Sonreí de lado, viendo cómo sacaba pequeñas bandejas con cosas dulces que se notaban las había cocinado él.

─ Lo estaremos. ─ Murmuró. Volví a fruncir el ceño, sin entender lo que quiso decir, pero aún así ayudándolo a acomodar todo. ─ Quería hacer algo más especial para esta... cita. ─ Noté un suave sonrojo en sus mejillas, camuflándose un poco en la tenue luz que nos rodeaba.

─ Creí que no te vería hoy. ─ Dije recordando que hace pocos días me había dicho que estaba ocupado con cosas de su agencia.

─ Ya lo pude solucionar a tiempo, no quería perder nuestro día.

Lunes. Los lunes eran "nuestro días", cuando todo parecía estar más tranquilo para ambos y lográbamos tener un momento para nosotros. Era ya casi parte de la rutina terminar las clases y alistarme para esperar a Mirio en la entrada de la UA, el resto de la semana solíamos cruzarnos de vez en cuando ya que él era parte de las clases de apoyo de entrenamiento.

─ Mirio, sabes que podemos vernos otro día o la próxima semana, tienes más responsabilidades que yo, no quiero que te apresures por mí.

─ En serio, no tienes que preocuparte por eso. ─ Chasqueó la lengua, sacudiendo la mano en el aire para retarle importancia. Mientras terminaba de acomodar todo, sentí en el bolsillo de mi pantalón mi celular vibrar. No quería sacarlo para interrumpir el momento, pero a la vez me causaba intriga porque sabía quién era capaz de escribirme a esa hora, así que disimuladamente giré mi cabeza hacia el costado, sacando el móvil de mi bolsillo y mirando desde la pantalla bloqueada el mensaje.

Bakugo

Creo que tu amor imposible está teniendo problemas en el paraíso. Ven a verme cuando regreses.

𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X LectoraWhere stories live. Discover now