22. Síndrome de Hanahaki

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─ ¡¿En dónde está?!

Al impulso no le importaba las consecuencias de las decisiones. El impulso, a comparación del tiempo, no dejaba procesar lo bueno y lo malo de elegir los actos y las acciones. Si hay un vaso de vidrio sobre una mesa, te lo quedas observando y por unos segundos corre por tu cabeza la idea de tirarlo, el impulso en vez de susurrarte, gritará para que lo hagas, eventualmente haciéndote escuchar un estruendo para finalmente dejar el piso hecho un desastre. Porque el impulso en sus profundidades era algo que querías. Si le haces caso al tiempo, sabrás que si lo haces, evitarás un vidrio roto. Pero otra vez, tiempo no había, sin más las suficientes ganas para que el impulso ocupe su lugar.

─ ¡Ya te dije que no lo sé! ─ Respondió Mirio, empujando al rubio sobre el pecho para que zafara su agarre del cuello de su camiseta. ─ ¿Acaso yo no debería estar preguntándote eso?

Bakugo marcó su mandíbula presionando sus dientes con fuerza al escucharlo, con intenciones de volver a avanzar con el puño cerrado, pero Hizashi interrumpió, tomándolo de los brazos por detrás mientras Aizawa se encargaba del mayor. 

El doctor a cargo del caso de Narumi estaba completamente fastidiado ante la situación, y su entorno no ayudaba en lo absoluto. Los héroes y el aprendiz habían interrumpido la sala de monitoreo del hospital al darse cuenta de que su as bajo la manga había decidido escapar en medio de la noche, en el horario perfecto donde ella sabía que no podía interrumpir nadie en su plan porque desde el día uno estuvo analizando cada mínimo detalle. En las cámaras de seguridad, se la vio merodeando por los pasillos en búsqueda se suplementos para llevarse, entró a la oficina de su doctor, tomó varios medicamentos y algo que le llamó la atención al diplomado fue ver que cuidadosamente analizaba la estantería de libros, los cuales cada uno traían sus apuntes, después de quedarse unos segundos mirando fijamente uno en especial, decidió tomarlo y meterlo en su mochila para finalmente cerrarla. A simple vista no se distinguía de qué se trataba, pero el doctor sabía porque el color lila de la tapa lo delataba. Por última vez, vio el rostro de su paciente quien con una expresión de pena hizo una reverencia frente a la cámara antes de activar su quirk para no ser vista al salir del hospital.

Mirio usó su habilidad para zafarse del agarre de Aizawa y avanzar hacia Bakugo mientras éste se movió bruscamente para separarse de Hizashi, pero antes de que otro desastre ocurriera, Aizawa fulminó a ambos chicos, haciendo que su cabello se alzara y sus ojos se tornaran rojos, a lo que Mic tomó aliento.

─ ¡Basta! ─ Dijo en voz alta, y lo suficiente para que hasta el doctor cubriera sus oídos.

─ No son maneras de actuar en estas situaciones. ─ Habló firme el pelinegro. ─ De ti me lo espero, ─ Señaló a Bakugo. ─, ¿pero de ti? ─ Miró a Mirio. ─ ¿Qué les pasa?

─ ¡Tú eres el menos indicado para decirme cómo actuar! ¡Todo esto es tu maldita culpa! ─ Para los pocos en ese lugar, esas palabras tenían un sentido que para Katsuki era otro completamente distinto, Porque él sí sabía las verdaderas consecuencias de que su amiga no esté bajo tratamiento.

─ Nadie tiene la culpa de nada aquí. ─ El doctor decidió hacer escuchar su voz, soltando un suspiro cansado mientras se masajeaba la sien. La gente a su alrededor que se suponía de debían ayudar era lo menos que estaban haciendo. ─ Narumi sabía que estaba en peligro y decidió irse por cuenta propia. Y no es por culpa de Akio ni mucho menos lo que le está pasando. ─ Llevó su vista hacia Bakugo al decir eso sabiendo que iba a ser el único que entendería esa frase. ─ Esa cosa la persigue desde mucho antes de que todo este desastre sucediera.

─ ¿Usted cómo sabe eso? ─ Preguntó Mirio, dando un paso hacia el frente.

─ Porque lo vi desde la primer cita que tuve con la señorita Misa. ─ Levantó una mano, tanteando su cabeza con su dedo índice. ─ Se mete aquí. 

𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X LectoraWhere stories live. Discover now