24. En mis sueños, también

618 66 26
                                    

¿Cuáles eran las fases de un amor no correspondido? 

¿Acaso era algo que se podía controlar?

Si había manera de detenerlo, ya era más que demasiado tarde. Había avanzado de manera ágil por todo mi cuerpo y muy rápido por lo que me hicieron entender.

¿Podía culparme acaso?

¿A quién más sino?

Cerré los ojos con fuerza, finalmente pudiendo dar una gran bocanada de aire que hizo que mi garganta quisiera cerrarse y no abrirse nunca más del agudo dolor que sentía hasta con tan sólo susurrar.

Mis manos, manchadas de un rojo tan oscuro, casi negro, y temblando se pasaron brevemente por mi rostro para llevarse a su paso mis lágrimas bañando mis mejillas antes de volver hacia los pétalos quien nadie podría decir a simple vista que eran azules provenientes de las hortensias de no ser porque estaban bañadas por mi, podría jurar, hemorragia. Ésta vez a mi mala suerte las espinas vinieron aparte. Pensé por un momento que eran tan sólo unos simples pétalos cuando me desperté de mi pesadilla, la cual me había revuelto el estómago más de lo que una montaña rusa podría, pero cuando con nostalgia aprecié el color índigo de aquellas flores y por un milisegundo la pregunta ¿por qué a mí? se cruzó por mi mente, otro remolinio se formó en mi interior y, como si fueran un simple desecho, junto al sabor amargo de la linfa las espinas subieron por mi garganta hasta hacerme meter mis dedos lo más profundo que podía en desespero por sacarlas lo más rápido porque quedaban clavadas por doquier y obstruían el paso tanto de las demás espinillas como del aire.

Mis padres.

Creo que eran la única razón por la que seguía adelante, sin saber a dónde, pero aún con mis ojos abiertos. Con tal de no dejar mi alma ver a esas dos personas desconsoladas observando mi cajón antes de enterrarme bajo tierra yo era capaz de sufrir este dolor inhumano y mucho más. No me agradaba la idea de desaparecer para ellos, pero tampoco era seguro estar a su lado.

Me arrastré entre jadeos hasta encontrar una botella de agua a la mitad para abrirla y con la boca abierta dejar que todo el líquido se escurriera no sólo entre mis labios sino hasta en mi rostro. Mi cuerpo se sentía más que débil. No sabía qué tan dependiente del hospital y el tratamiento estaba hasta que logré escapar de ese lugar y me refugié entre esas cuatro paredes que con suerte no se desplomaban con la brisa del viento nocturno. 

─ ¡Termina conmigo de una maldita vez! ─ Le grité a la oscuridad, lanzando la botella vacía hacia quién sabe dónde pero dejando escuchar que se estrelló contra algo antes de caer en eco.

─ Como gustes. ─ Mi cuerpo se sobresaltó de golpe, pero no con la suficiente sorpesa como para hacer que me levantara. ─ Realmente luce horrible en persona.

─ Dime lo que quieres y vete. ─ Dije sin rodeos, apoyando mi espalda contra la pared detrás de mí, tratando de recomponer la respiración. No lograba verlo con claridad, pero sí notar su figura entre la oscuridad.

─ ¿Es así como recibes a tus invi-

─ Dime lo que quieres. Y vete. ─ Repedí entre dientes. No era un persona con la paciencia suficiente para tolerar sarcasmo barato y él era una persona que fácilmente me hacía la sangre hervir con tan sólo escuchar su nombre.

No podía verlo con claridad pero podría adivinar que la falsa sonrisa de costado que seguro tenía por fingir ser gracioso se desvaneció de inmediato. Se escucharon pasos acercándose al igual que su situela haciéndose cada vez más clara hasta que por fin, gracias a la luz de la luna entrando por la ventana rota sobre mi cabeza logré ver su pálido rostro mal cuidado y su cabello, para mi sorpresa porque nunca lo había visto de esa manera, atado en una media cola.

─ Yo también lo he visto. En mis sueños. Todos lo han hecho.

─ ¿Qué gano yo si me uno a ustedes, eh? ¿Cómo planeas incubrir la mala fama que me darías cuando se enteren que trabajamos en esto juntos? Se pondrá peor cuando descubran eso. ─ Unirme a la liga de villanos para cabar con esto de una vez era el plan principal, pero mi orgullo no me dejaba acceder así sin más a su propuesta, no después de atentar contra su vida cada vez que lo veía, como si la mía dependiera de ello. ─ Tu nombre ya está manchado, Tomura, no creas que dejaré que manches el mío con tanta facilidad después de trabajar duro para obtener el reconocimiento que tengo hasta el día de hoy.

─ Buscaré la manera de curarte.

No sé si fue la manera tan seria en la que dijo eso o el tonto pensamiento que tenía de encontrar una solución a mi mal como si fuera tan fácil, pero definitivamente nada ayudó a que contenga la gran carcajada que dejé escapar, tan fuerte que al abrir mi boca al estallar de la risa vi como, con más enojo que desagrado, cerró sus ojos cuando sin querer los restos de sangre entre mis labios salpicaron en su rostro.

─ Nunca se puede tener una conversación decente contigo. ─ Murmuró pasándose una mano, en la cual tenía un guante cubriendo la mayoría de sus dedos, por su rostro.

─ Sé que sabes de esto desde el momento que me diagnosticaron y no haz hecho ni mierda en todos estos años, ¿qué te hace pensar que te creeré ahora, Shigaraki? ─ Mi expresión cambió de inmediato, desvaneciendo cualquier pizca de felicidad que ese comentario me trajo. 

─ ¿Qué tanto esperas de mí si cada vez que nos vemos atientas contra mi vida como si de eso dependiera respirar? ─ Parecía fastidiado con su tono, hasta podía sentir las ganas que tenía de envolver sus manos en mi cuello y hacerme polvo en cuetión de segundos.

─ ¿No se supone que eso debo hacer? Eres un villano y yo aspiro a ser parte del top diez mejores héroes de mi generación. ¿Sabes cuánto vale tu cabeza, Tomura? Más de lo que sabes contar.

─ A veces pienso que puedo ser más humano que tú. ─ Susurró, mirando fijamente mis ojos antes de levantarse de su lugar, haciéndome también levantar la mirada para no romper el contacto visual. ─ Ven a vernos cuando dejes de ser tan desagradable. ─ Con desprecio, miró todo el desastre que minutos antes había sufrido a mi alrededor, no podía negar que eso me hizo sentir un poco inferior. Instintivamente abracé mis piernas, tratando de hacerme una bolita, viendo cómo aquel chico de pelo blanco salía por lo que simulaba ser una puerta hasta finalmente desaparecer de mi vista. 

No estaba triste, tampoco enojada. Estaba frustrada. Frustrada porque él podría ser el único que sabía la manera en la que quería actuar ante toda esta situación, también porque sabía que sola y en esas condiciones no podía hacerlo y mi futuro como héro ya estaba en juego sin yo siquiera quererlo. No podía juntarme con lo míos, no eran la fuerza ni la estrategia que necesitaba para luchar contra lo que sea que nos esté acechando, necesitaba gente que no tenga miedo de ensuciarse las manos y actúe por inercia.

Necesitaba unirme a la Liga de Villanos.



__________________________

N/A: Aparezco.

En resumen, como dije antes, me mudé de país y la estoy pasando bien feo, entonces por ende no hay tiempo/motivación para mínimo prender la computadora. No, pero en serio, no estoy teniendo la experiencia que quiero entonces entre la frustración y el cansancio dejé de hacer un montón de cosas que me distraen como lo es escribir. Pero también admito que escribí y borré este capitulo como cuatro veces porque nada me convecía hasta que caí en la cuenta de que me la pasé escribiendo cosas por el lado más emocional y nunca me enfoqué en lo físico. Es decir, cómo se seinte/afecta esta enfermedad físicamente de una manera explicita y creo enfocarme más en eso en los próximos capítulos.

Me disculpo por no decir nada este timepo, estuve leyendo sus comentario obvio y me agrada saber que hay muchas personitas interesadas en esto, gracias por ser parte de mi pequeño escape de la realidad.

Hasta el próximo capítulo!¡

PD: Esta conversación con Shigaraki tiene relación con mi otra historia Villain, así que para contexto ya saben *aplicando promoción forzada*.

𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X LectoraOù les histoires vivent. Découvrez maintenant