La situación incómoda

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Perth estaba impaciente mientras esperaba por Saint en la planta baja de la casa. Después de pasar 30 minutos paseando por el corredor, escuchó la puerta que se abría en el piso de arriba. Sintió alivio dentro de su corazón y miró hacia arriba para ver a Saint descendiendo las escaleras en pijama. Se veía más tranquilo, pero sus ojos seguían rojos, lo que indicaba que había estado llorando.

"¿Quieres ir a caminar después de cenar?" Perth le preguntó tratando de levantarle un poco el ánimo. Saint lo miró y trató de hablar, pero su voz se encontraba ronca, "O-oka-y" fue todo lo que pudo pronunciar. De nuevo, tartamudeó. Perth le señaló que lo siguiera hacia el comedor. Ya había puesto la mesa, dándole un pequeño toque romántico. Eso ayudó un poco, ya que el rostro de Saint se iluminó después de ver como estaba acomodada la mesa.

Perth jaló la silla para que Saint pudiera sentarse, lo que hizo que el corazón del castaño se sintiera cálido. Saint se sentó mientras Perth se ponía cómodo junto a él. Sirvió la cena para ambos, y al ver las demostraciones tan atentas que Perth estaba teniendo con él, hizo que casi olvidara la carta. Disfrutaron de la cena, mientras Perth le decía a Saint lo que había sucedido en su oficina. Saint estaba muy atento a lo que Perth comentaba y Perth se sentía feliz de ver a Saint regresar a su forma normal de ser.

Después de la cena, fueron a dar un paseo. Perth llevó a Saint hacia el parque y se sentaron en una banca, mirando hacia el cielo, el cual se veía hermoso. "¿Vienes aquí muy seguido?" Saint preguntó con curiosidad. "No, raramente encuentro el tiempo para venir. Algunas veces, cuando me sentía solo, venía aquí para observar el cielo cubierto de estrellas. Me decía a mí mismo que la persona con la que estaba destinada a pasar mi vida entera también vería este cielo, y sonreiría. Tal vez estaríamos separados por la distancia, pero nos encontraríamos pronto. Ese era el único pensamiento que podía eliminar todo el stress de mi mente." Perth dijo, mientras seguía mirando al cielo, con sus ojos llenos de tristeza. Saint miró a Perth y sintió que algo dentro de él se retorcía, causándole dolor. Él quería tomar la mano de Perth, asegurándole que todo saldría bien y que eventualmente, encontraría su felicidad. Saint movió lentamente su mano para tocar la mano del contrario, pero la retrajo instantáneamente al recordar lo que Perth le había dicho la primera vez que se conocieron.

Saint se sintió a salvo teniendo a Perth cerca. La tensión que se estaba formando dentro, comenzaba a disminuir poco a poco. Con Perth cerca, Saint podía respirar al fin. Recargó su cabeza en el respaldo de la banca y antes de que se diera cuenta, se quedó dormido.

Después de un rato, Perth observó a Saint recargado en su brazo y su cabeza sobre su hombro con los ojos cerrados. Perth primero pensó en despertarlo, pero al ver lo tierno que se veía, decidió no hacerlo. Moviéndose un poco, cargó a la belleza durmiente en sus brazos, como si fuera la novia después de la boda, en dirección hacia su casa. Su peso era ligero como una pluma para Perth. Caminando a través de la puerta principal, siguió caminando hacia el cuarto de Saint y lo colocó gentilmente en su cama. Saint hizo pucheros en sus sueños mientras se acomodaba en la cama, para estar más cómodo.

Perth sonrió mientras observaba a la preciosa figura y una urgencia comenzó a surgir en su interior, urgencia por besar esos labios rosas. Se inclinó hacia adelante, acercándose al bello rostro, imprimiendo en su mente todas las facciones y pequeños detalles de éste. Muchos pensamientos empezaron a recorrer su mente mientras se acercaba más y más, acortando la distancia entre ambos. Pero pronto, sus propias palabras sonaron en sus oídos, trayéndolo de regreso a la realidad. Se levantó de la cama abruptamente y salió de la habitación, cerrando la puerta despacio.

Regresó a su habitación y cerró la puerta, llevando una mano hacia su corazón, él cual estaba latiendo como loco. Cuanto había querido tocar y sentir la piel de la persona a la cual se encontraba casado. Sólo si no hubiese puesto esas reglas, sólo si supiera que piensa Saint acerca de él, si sólo fueran diferentes las circunstancias en las que se conocieron, muchos "si" aparecen en su mente y sólo tira de sus cabellos, lleno de frustración.

Arrastrando su cuerpo perezosamente hacia su cama, se acostó sin siquiera cambiarse de ropa, podríamos decir que estaba muy cansado. Frustrado consigo mismo, empezó a golpear y patear la cama hasta que el sueño se adueñó de él.

Saint despertó la mañana siguiente y parpadeó rápidamente mirando a su alrededor. Recordó que había ido a dar un paseo con Perth y que se sentaron en una banca del parque, mirando las estrellas en el cielo mientras conversaban un poco, pero no podía recordar el regreso a casa. Trató de recordar, pero se dio cuenta de la única posibilidad que podría haber sucedido, se sentó en la cama y se cubrió hasta la cabeza con la cobija. Se sintió avergonzado por como Perth debió de haberlo llevado a casa.

La alarma siguió sonando y Saint finalmente tenía que dejar la cama. Después de realizar su rutina habitual, salió de su habitación con dirección a la cocina. Cuando llegó a la mitad de las escaleras, la puerta principal se abrió y Perth entró a la casa, con el sudor recorriendo su cuerpo. Las mejillas de Saint se sonrojaron al ver a Perth y trató de desviar su mirada al suelo para ocultar sus mejillas sonrojadas.

Perth notó que Saint se encontraba a la mitad de las escaleras viendo hacia abajo. Para estos momentos, Perth había comprendido algunos de los hábitos de Saint y supo de inmediato que Saint se estaba sintiendo avergonzado. Caminó hacia las escaleras y se detuvo frente a Saint para darle los buenos días. Saint ni siquiera intentó mirar a Perth, pero respondió con su voz suave, "Buenos días". Esa voz hacía que escalofríos recorrieran el cuerpo de Perth. "A-a-anoche, ¿te di-i-i mu-u-uchas molestias?" Saint preguntó nervioso, sabiendo que había puesto a Perth en una situación embarazosa. "No, no, no, para nada, eres tan ligero como una pluma, así que no tuve ningún problema con traerte a casa, además, te veías muy tierno mientras dormías," Perth dijo sin pensar. La cara de Saint se coloreo de un rojo más intenso. Quería correr lejos de ahí y esconderse en algún lugar.

Perth se dio cuenta de lo que había dicho y se sintió como un idiota por haber sido tan directo. Excusándose, inmediatamente corrió hacia su habitación y cerró la puerta. Podía sentir como el calor se esparcía dentro de él. Se dirigió hacia el baño, desnudándose mientras caminaba.

Saint caminó hacia la cocina, sintiéndose avergonzado por los problemas que le había causado a su esposo. Se apuró a preparar el desayuno y una vez terminado, regresó a su cuarto para cambiarse de ropa, y ponerse su ropa formal para el trabajo.

El desayuno fue silencioso, ya que ambos se sentían un poco tímidos acerca de lo sucedido. Saint se sentía así porque Perth había tenido que llevarlo cargando de regreso a casa y Perth se sentía así por haber sido tan directo al decirle todo a Saint sin pensarlo.

Después del desayuno, ambos se fueron a sus respectivos trabajos. Cuando Perth llegó a su oficina, Plan lo saludó, pero como Perth se encontraba sumergido en su propio mundo, no se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Plan tuvo que darle un zape en la cabeza para traerlo de regreso a la realidad. "¡¡Demonios Plan!! ¿Qué te pasa mono?" Perth estaba molesto por el ataque tan repentino de Plan. "Si tan solo dejaras de pensar en tu marido, hubieras escuchado lo que te estaba diciendo." Plan dijo, esperando alguna reacción por parte de Perth. Perth, a diferencia de otras ocasiones, no negó nada en esta vez y simplemente se limitó a preguntar, "¿De qué estabas hablando?" "Tenemos una junta importante este viernes en la noche. Es acerca del contrato que habíamos estado esperando. Ya tengo todo listo, solo necesitas revisar los documentos para ver si algo necesita ser cambiado." Plan contestó. Perth asintió y caminó hacia su oficina sin decir nada más.

Cuando Saint llegó a su lugar de trabajo, escaneó los alrededores antes de salir del auto. Caminó hacia la entrada y se sintió aliviado al ver que la recepcionista solo hacía una reverencia para saludarlo, sin darle nada. Caminó hacia su cubículo y se desplomó sobre la silla.

La cara de Perth apareció ante sus ojos. Se acordó de cómo se veía su marido cuando entró a la casa en la mañana, al regresar de su carrera matutina. La ropa se le pegaba a su cuerpo sudoroso y sus abdominales y músculos bien definidos dejaron a Saint babeando por él. Fue regresado a la realidad al escuchar el timbre de su celular.

Se maldijo mentalmente por haber pensado en Perth de ese modo. Pero no podía ocultar que el chico lo estaba afectando cada vez más y más en estos días. Los gentiles gestos y la manera en la que Perth cuida de él lo hacen sentir algo que nunca había sentido antes.


Un matrimonio para atesorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora