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capítulo diecisiete. la gran desazón
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LOS OJOS DE ESME REVISARON las notas que tenía de los grimorios y los libros que había leído para llenar su conocimiento con maleficios y comprender más a medida que los hechizos se actualizaban con el tiempo. Como Genevieve se había negado a ayudar a los O'Connell, Esme supuso que necesitaba a alguien que fuera tan poderosa como la pelirroja y que estuviera más dispuesto a ayudar, pero Genevieve era la única bruja poderosa entre las que podía de Nueva Orleans. Browne estudió las palabras escritas en la página y agregó algunas notas adicionales para reducir la forma de ayudar a Kieran durante un momento peor de su condición. Su bolígrafo se cernía sobre su cuaderno antes de que una fuerte vibración golpeara debajo de su cama y la totalidad del recinto mientras el ruido lateral de un taladro resonaba por la casa.
Elijah había pensado que era el momento oportuno de hacer que el complejo se sintiera tan hogareño como antes al ocuparse de las renovaciones. El agarre de Esme se hizo más fuerte en su bolígrafo mientras hacía todo lo posible por ignorar el taladro que golpeaba el suelo, pero mientras continuaba, bastante irritante, había arrojado sus cosas a un lado para perseguir al Mikaelson y decorar la casa con algo más lujoso.
Cuando Esme salió al balcón, Klaus hizo lo mismo con Genevieve atada a su cadera para flotar sobre Elijah, que estaba junto a los trabajadores de la construcción en el centro del recinto. Los había obligado a ser de ayuda para decorar su casa y Klaus había accedido, pero no esperaba tanto ruido. Elijah ya había decorado los balcones con plantas que colgaban de sus barandillas que habían sido cubiertas con una salpicadura de pintura oscura en su madera.
Elijah sabía que Klaus y Esme se habían estado ignorando el uno al otro y estaba feliz de verlos a ambos fuera de sus habitaciones al mismo tiempo que los escuchaba acercarse. —¡Elijah! —Esme espetó simultáneamente a Klaus diciendo. "¡Basta de tanto alboroto!" El agarre de Esme se intensificó en la barandilla cuando sus ojos se posaron en el híbrido que la había mirado con anhelo, lo que la hizo moverse incómoda al saber que Genevieve se cernía detrás de él.
—¿Hay algún problema? —Elijah cuestionó a los dos mientras el silencio se había apoderado del recinto y eso le había dado a Esme la oportunidad de pensar—. Caballeros, por favor —Despidió a los hombres.
Klaus comenzó a bajar los escalones y, siguiéndolo como un cachorro perdido, estaba Genevieve, quien se quedó una noche más en su casa. —Acepté un arreglo general, no un maldito circo de 3 pistas —Él chasqueó.
—Marcel y sus secuaces abusaron de nuestro hogar durante la mayor parte de un siglo —Elijah le recordó y sintió que habían dañado su hogar, haciendo que no pareciera como se suponía que era cómodo para quienes vivían allí—. Ahora, tal vez te guste vivir en la miseria. A mí no.
—Estoy de acuerdo con tu hermano —Genevieve habló.
Los ojos de Esme rodaron hacia la bruja. —¿Quién pidió tu maldita opinión? —Ella cuestionó mientras sus brazos se cruzaban sobre su pecho. Cualquier cosa que saliera de los labios de Genevieve sin duda la irritaría, pero a Genevieve le encantaba irritar a Esme y le encantaba la forma en que hacía que Esme se viera mal frente a Klaus—. Todo por lo que estás aquí es para dormir con Klaus. Lo has hecho, así que ahora puedes irte.
