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capítulo treinta y tres. fuego con fuego
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PARA UNA NOCHE en la que los turistas y los residentes se encontraban bailando por las calles de Nueva Orleans había sido interrumpida por una lluvia y un trueno inesperados que se abrieron paso sobre la ciudad. Siempre había tomado a Esme por sorpresa cuando los relámpagos brillaban y la lluvia comenzaba a caer sobre aquellos que reían a través de la lluvia mientras se refugiaban para la noche que había sido arruinada por la madre naturaleza, eso era lo que creían. Los brazos de Esme se cruzaron sobre su pecho, observando cómo las calles se habían calmado y la forma en que se habían vaciado mientras la lluvia golpeaba los terrenos de Nueva Orleans. Browne había prestado atención al cielo nublado que amenazaba con oscuridad sobre la ciudad, y que la llevó a preguntarse si era así como funcionaba el mundo o si era de Dahlia dado que Hope e Isaac serían entregados a medianoche.
Esme esperaba haber sido liberada de su habitación y poder encontrar a su hijo, pero en lugar de eso, todavía estaba atrapada en su habitación y parecía que la habían olvidado. Sus sollozos se habían callado, pero su nariz todavía estaba roja por las lágrimas y sus ojos aún brillaban con lágrimas antes de escuchar pisadas fuertes acercándose a su habitación que la hicieron alejarse de la ventana contra la que golpeaba la lluvia donde las gotas se precipitaban entre sí al momento del cierre de la ventana.
Aunque Esme todavía estaba atrincherada en su habitación, Elijah todavía pensaba que ella era la razón de la desaparición de Klaus del ataúd. Alguien le había sacado la daga y la culpa recayó sobre Esme como si fuera lo único que tenía sentido dado que ella estaba muy enamorada de él. —¿Dónde está? —Elijah cuestionó porque creía que ella tenía una idea de adónde había huido su hermano menor.
—¿Qué? —Las cejas de Esme se fruncieron en confusión.
—¿Dónde está Niklaus?
Los hombros de Esme se habían levantado en un encogimiento de hombros ya que sospechaba que él todavía estaba en el ataúd con una daga atravesada en su pecho. —Disecado, abajo, apuñalado —Supuso groseramente antes de alejarse de Elijah.
—Esme, hablo en serio. ¿Dónde está?
—No lo sé —espetó Esme mientras volvía a mirar el rostro original—. ¡Si lo has olvidado, me encerraste en mi habitación! ¡No puedo irme! ¡Estoy atrapada aquí! También creo que es realmente tonto cómo crees que alguien que está atrapado en un hechizo de límite habría podido sacar una daga del pecho de Klaus... abajo —Fue un pensamiento estúpido culpar a Esme cuando Elijah se aseguró de que no fuera capaz de sacarle la daga a Klaus y despertarlo.
La mandíbula de Elijah se apretó cuando Klaus desapareció del ataúd, algo que había temido. —Alguien sacó la daga —Se dio cuenta, antes de que había planeado alejarse de Browne que esperaba ser liberada del hechizo del límite dado que Klaus no estaba.
