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capítulo veinte. la batalla de nueva orleans
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GENEVIEVE HABÍA SENTIDO que era lo correcto para ella decir la verdad a Esme y Klaus. Por mucho que pensara en ocultárselo, era mejor que lo supieran. Había estado tratando de distraerse ensayando y memorizando el hechizo de los anillos lunares que se planeó comenzar a dar a los crecientes para darles más poder. Genevieve estaba demasiado familiarizada con la historia de Esme y, por mucho que intentara morderse la lengua por decirle la verdad a Esme, le había dicho a Klaus que la llevara al comedor para una charla que logró persuadirla para que atendiera.
A pesar de que Genevieve había estado ayudando a Hayley, manteniéndola estable cuando estuvo cerca de su muerte y con la forma en que estaba ayudando con el hechizo de los anillos lunares, Esme no parecía ser capaz de pensar en confiar en ella. Por el daño que Genevieve había causado a los Mikaelson y era lo que Esme siempre iba a tener en su contra, mientras viviera.
Esme se paró en el extremo opuesto de la mesa del comedor con curiosidad. —¿Qué quieres? —Preguntó, sabía que debía mantener la distancia con la pelirroja, preguntándose qué haría si se hubiera acercado más a ella.
Klaus notó que la irritación de Esme con la presencia de la bruja hizo que hablara. —Genevieve dijo que tiene algo que decirnos a los dos.
Esme alzó una ceja. —¿Es una disculpa? —Ella cuestionó mientras sus brazos se cruzaban sobre su pecho—. He estado esperando una de esas por un tiempo, para ser honesta.
—No.
—Oh, ¿no estás aquí para disculparte? —Se preguntó antes de retroceder lentamente, con la esperanza de escabullirse por la puerta hacia el centro del recinto—. Bueno, supongo que hemos terminado aquí.
—Esme —Genevieve se había puesto de pie de un salto, lo que provocó que la silla raspara el suelo, chirriando levemente y haciendo que Esme se detuviera para no salir por la puerta—. Vas a querer escuchar esto.
—Genevieve, te recomendaría que me lo dijeras de una vez —Esme exigió mientras lentamente comenzaba a acercarse a la mesa—. Ya no tengo paciencia porque no me agradas y recientemente mi paciencia ha sido escasa... —Sus ojos luego parpadearon hacia Klaus con una mirada feroz—. Dijiste que nunca tendría que tratar con ella.
—Estás embarazada, Esme —No sabía si las palabras la habían engañado o si Genevieve le había dicho la verdad mientras el silencio caía sobre la habitación. Klaus estaba asombrado con las palabras que salieron de los labios de la bruja mientras la miraba preguntándose si lo que decía era cierto. Tan sorprendida como Klaus había estado, Esme trabajó en la ira sabiendo que no podía procrear y creyendo que Genevieve estaba mintiendo.
Klaus había agarrado a Esme por los hombros cuando se preparaba para derribar a Genevieve contra la pared para sujetarla por el cuello, pero Klaus la había golpeado antes de que tuviera la oportunidad. Su rostro se había endurecido ya que Genevieve era una aliada importante para ellos en ese momento. —La necesitamos, Esme.
