XXIV.

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XXIV.

Me apoyé en la caja registradora mientras pulsaba el botón para cerrarla y abrirla, odiaba trabajar en el aburrido comercio del padre de Finn, era totalmente desesperante, al día pasaban una media de seis personas, solo me entretenía cuando Dallas venía a hacerme una de sus estúpidas visitas.

—Vas a romper esa caja, Skylar, y no cuesta precisamente poco.—Escuché una voz grave detrás de mí, me giré y observé como Finn entraba en el lugar con unas gafas de sol negras cubriendo sus azules ojos.—¿Esperabas a alguien más rubio?

—¿Qué haces aquí?—Quise saber mientras él avanzaba hasta mí con una sonrisa arrogante, esa que siempre llevaba en sus labios.

—Puesto que no respondías tu teléfono, he decidido venir en persona.—Saqué del bolsillo trasero de mi pantalón el teléfono móvil y pude ver en la pantalla de este tres llamadas perdidas de Finn, las cuales no habían sido escuchadas puesto que lo tenía en silencio.

—Perdona, lo tenía silenciado.—Confesé y se acercó a mí, besando mi frente en forma de saludo.

—Tengo una noticia que no sé como te vas a notar, aunque más bien es una proposición...

—¿Qué pasa?—Fruncí el ceño.

—Yo... Recuerdas que mi padre y tu madre solían ser buenos amigos, ¿cierto?, incluso más que buenos amigos...—Finn insinuó, y mi ceño se acentuó aún más cuando Finn volvió a decir que mi padre y su madre podían haber tenido una aventura antes de que ella se marchase de Trimpton, yo siempre había hecho oídos sordos ante aquello, no queriendo manchar más la imagen de mi madre en mi cabeza, mientras que Finn parecía interesarse en aquello demasiado, la madre de Finn engañó a su padre un par de veces antes de que él se enterase, justo a la vez que Finn, cuando ambos entraron en casa cuando se suponía que tenían que estar pasando una tarde de pesca, y estaba segura de que aquella era una de las razones por las que Finn era de esa manera con la mayoría de mujeres que pasaban por su vida, tratándolas de esa manera tan despreciable, por el simple hecho de que pensaba que todas eran igual que su madre. Yo siempre había pensado que Finn quería imaginar esa relación inexistente entre nuestros padres para, de alguna manera, pensar que su padre había "recuperado" su dignidad, la cual Finn piensa que perdió cuando perdonó la infidelidad de su madre.

—Ve al grano.

—Estaba en el despacho de mi padre buscando por las llaves confiscadas de mi coche cuando he encontrado cartas de tu madre, recientes.

—¿Y...?

—Tienen dirección, Sky.—Se me secó la garganta y mi respiración se cortó por unos segundos, mientras mi cerebro intentaba asimilar aquella información, ni siquiera sabía como sentirme ante aquello, ¿alguien sabría? Acababa de descubrir la dirección de mi madre, la cual se había marchado de casa años atrás, prometiendo volver pero nunca lo hizo, y solo se dedicaba a mandarme paquetes sin dirección con unas únicas palabras escritas en un sobre "te quiero"

—Yo...

—Podemos ir a buscarla, podemos ir a ver a tu madre.—Me senté en la silla de la caja mientras cerraba los ojos y notaba como me costaba respirar, estaba a punto de darme un ataque de ansiedad.

—Eh, eh, Sky.—Finn se arrodilló ante mí, sujetando mi cara entre sus manos.—Tranquílizate, quizá no debería haberte soltado todo de golpe. Respira profundo.—Obedecí, tomando grandes cantidades de aire y soltándolas de manera suave por mi boca, hasta finalmente tranquilizarme.—¿Cómo te encuentras?

—Bien, lo siento por eso... Solo... Me sentía abrumada y...

—Tranquila, te entiendo, todo está bien.—Las manos de Finn abandonaron mis mejillas y no me di cuenta del bien que me hacían hasta que estas ya no estaban.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora