X.

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                                                                             X.

¡No deberías estar aquí!—Recriminé a mi mejor amigo que me miraba sonriente y con los brazos cruzados frente a mi puerta.

—"Hola, Finn, me alegro de verte".—Imitó mi voz mucho más aguda.—Sí, no habría estado mal.

—En serio, mi padre casi acaba de salir por la puerta, me matará si sabe que has estado aquí.

—¿Hace cuánto has dejado esa postura tuya de rebelde?

—Desde que me arrestaron.

—Oh, vamos, chica dramática, tómatelo con calma, solo cogieron tus datos.

—¡Suficiente! La gente no piensa igual desde entonces.

—¿Y tú qué sabes? Has estado en tu casa desde entonces.

—Mi padre lo dice.

—Con todos mis respetos, tu padre desvaría.

—Mi padre no lo hace...

—Por favor, solo habría faltado llevarte a un jodido convento de monjas, Sky.—Dijo en tono alto y agarré su brazo colándole en casa mientras miraba afuera, verificando que nadie lo había visto.

—No lo digas muy alto, puede oírte y pensar que es una buena opción.—Exageré mientras me dirigía a la cocina, siguiéndole, parecía que él era el que estaba en su casa.

—Sabes que iría a por ti.—Respondió encogiéndose de hombros como si algo así fuese tan fácil.—Aunque bueno, iría a por ti y a por todas esas monjas, estaría más que dispuesto a sacarles de su vida espiritual.—Rodé los ojos y golpeé su hombro mientras se inclinaba sobre el armario donde mi padre guardaba gran parte de la comida dulce y sacaba unos cereales.—Tienes razón, tendrían que tener menos de veinticinco, no quiero maduritas en mi vida.

—Eres tan degenerado...

—Prefiero llamarme activo.

—¿Activo?

—Sexualmente.—Sonrió de lado burlándose y bufé, se lo había puesto en bandeja.

—Me lo esperaba.

—Aún así no lo impediste.—Se regodeó subiendo y bajando las cejas y le robé un puñado de cereales de la caja.—¡Eh!

—¿Vas a quejarte?—Reclamé.—¡Son mis cereales!

—¿Dónde pone tu nombre?—Le fulminé con la mirada y rió.

—Escápate conmigo.—Pronunció y fruncí el ceño ante esa proposición.

—¿De qué estás hablando?

—Vamos a irnos en dos días a pasar el día a la playa, ven conmigo.

—¿Estás loco?

—No, mierda, Dallas tiene el jodido descapotable salido del concesionario y tenemos que darle una bienvenida.

—¿Y cómo se supone que me escape contigo todo un día? Mi padre, con suerte, me permite salir a la puerta de casa.

—Dile que estarás en casa de Sabrina.

—Es Savannah.

—Me importa muy poco.—Hice una mueca de desagrado ante sus actitud y me guiñó un ojo queriendo relajarme. —La última vez que estuviste con ella no pasó nada, ¿verdad? ¿Por qué no debería confiar ahora?

—Porque justo después me fui a una carrera ilegal.

—Dile alguna mierda sobre que te quedarás en su casa. —Se acercó a mí, provocando que chocase mi espalda con la pared, sus ojos me miraron fijamente con una pizca de diversión. —Vamos, pequeña Skylar, sigue descubriendo placeres de la vida conmigo, porque yo realmente lo estoy disfrutando. —Me sentía tan pequeña e intimidada ante sus ojos que aunque no hubiese querido, no me habría negado.

—Está bien.—Susurré y sonrió aliviado, plantando un beso en mi rostro, tan cerca de mis labios que me abrasó.

                        (...)

—Te estás volviendo una mentirosa profesional.—Halagó Axel cuando llegué junto a ellos que se encontraban metiendo la nevera portable en el matelero de aquel descapotable blanco.

—Siento que en cualquier momento van a pillarme.—Bufé y vi aparecer a Finn de detrás del coche, una camiseta de tirantas blancas, el pantalón del bañador y unas gafas de sol negras provocaron que mi corazón se acelerase durante unos segundos.—¿Savannah todavía no ha llegado?—Pregunté evitando la mirada felina de Finn.

—Debería estar aquí en...

—¡Perdón!—Escuché su dulce voz disculpándose cuando se acercó a nosotros.—Me costó un poco recordarles toda tu historia, Sky.

—Oh, yo quiero saber de esa historia.—Presionó Dallas que se encontraba apoyado contra la puerta del coche con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Simplemente... Le dije que pasaría el día en casa de los abuelos de Savannah.

—Y su padre llamó a mis abuelos.—Aclaró Savannah y mordí mi labio, recordando el mal momento que había pasado.

—Pero ellos, curiosamente, siguieron con mi historia, descubriendo que era una estrategia de Savannah y mía y no quisieron "ser aguafiestas" como ellos mismos dijeron.

—Oh, creo que soy fan de tus abuelos.—Bromeó Dallas y caminamos al coche, Dallas y Axel se sentaron delante mientras que Savannah, Finn y yo íbamos en los asientos traseros. Dallas arrancó el coche y cuando condujo lejos del pueblo, quitó la capota, y pasé las gafas negras que llevaba en mis ojos hacia atrás. El brazo de Finn pasó por detrás de mis hombros recayendo sobre la parte de atrás del asiento.

All I am is a man, I want the world in my hands, I hate the beach but I stand in California when my toes in the sand.—Cantó Axel cuando Sweater Weather comenzó a sonar, reí mientras miraba el paisaje.

She knows what I think about, what I think about, one love, two mouths, one love, one house. No shirt, no blouse.—Cantó ahora Finn casi murmurándolo en mi oído y cuando me giré a verle, su sonrisa prepotente estaba sobre sus labios.

—No juegues conmigo.—Reprendí con el ceño fruncido y su expresión se tornó seria.

—Yo no estoy haciendo nada.—Y de nuevo, ahí estaba esa sonrisa.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora