VI.

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VI.

La siguiente ronda llegó y yo ya me encontraba lo suficientemente aturdida como para seguir jugando. Me levanté del círculo sin dar una explicación y caminé hasta el jardín trasero de la casa. Allí divisé a una chica sentada en una de las hamacas y me sonó demasiado como para acercarme.

—Hola.—Pronuncié mientras me ponía a su lado y observé como estaba llorando.—¿Estás bien?—Pregunté y quise golpearme mentalmente, la chica estaba practicamente deshidratándose frente a mí y yo me atrevía a preguntar si se encontraba bien, como si acaso fuese a responderme que lo hacía para reponer sales. Me miró sorprendida y retiró las lágrimas de su cara.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó evadiendo mi pregunta.

—Necesitaba tomar un poco de aire.—Contesté.—Eres Savannah, ¿cierto?—Recordé la chica con la cual Finn había hablado al principio de la noche.

—Al menos tú si puedes recordar mi nombre.—Sonrió con pesar y me mordí el labio sintiendo pena por ella.

—No te lo tomes como algo personal, Finn es así.

—Lo sé, pero no pedía tanto, tampoco quería que se enamorase de mí, solo...—Comenzó a sincerarse pero paró al darse cuenta de que yo era una total desconocida.

—Skylar, ¿no?—Quiso asegurarse y asentí.—Nunca pensé que te vería en un lugar como este.

—Por favor, no empieces tú también con eso de virgen María.—Supliqué y rió suavemente.

—Solo si tú no mencionas este momento de debilidad en el que me has cogido.—Propuso sonriendo y ni siquiera me había dado cuenta de cuando había dejado definiticamente de llorar.

—Me parece razonable.

                         (...)

Después de un buen rato compartiendo opiniones con Savannah, decidí que era hora de volver dentro aunque esta vez Savannah decidió venir conmigo. Cuando mi mirada pasó por todo el salón pude observar como Finn se encontraba sentado bajo Ginger, ahora se dignaba a aparecer.

—Sky.—Escuché la voz de Finn que me llamaba desde el sofá y caminé hasta él sola pues Savannah prefería mantenerse al margen.

—Escucha, sé que dije que te llevaría a casa pronto pero um..., tengo que hablar con Ginger, ¿te importa si te lleva Dallas?—Y aquello me molestó más de lo que debería, después de nuestro beso, ni siquiera había venido a mí, ni siquiera me había buscado, solo se mantuvo mirándome de manera extraña hasta que decidí dejar de jugar.

—Lo que sea.—Respondí notablemente enfadada y ni eso le hizo venir a mí.—Encantada de conocerte, Savannah, pero tengo que marcharme.

—¿Está todo bien? No parecías muy cómoda allí.—Observó y negué restando importancia.

—Solo estoy cansada.

—Está bien... Supongo que nos veremos por ahí, Skylar.

—Puede llamarme Sky.—Sonreí en forma de despedida y me alejé de ella caminando hacia la salida, con suerte mi instinto no fallaría y encontraría a aquel rubio fumando en el porche. Y así fue.

—Sabía que estarías aquí.—Anuncié observándole desde la distancia y se giró expulsando el humo entre sus labios.

—¿Ya me echabas de menos, virgen?—Se regodeó divertido y golpeé su hombro.

—Eres idiota.

—Te dije que tenías que apuntar más alto.

—Imbécil.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora