IX.

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                         IX.
Las piernas me temblaron cuando bajé del coche de la policía que finalmente había acabado en la comisaría, sentía que iba a desmayarme en cualquier momento, o a dejar de respirar; cualquier cosa era preferible a ver la reacción que tendría mi padre.

—Sigo sin creer que estuvieses allí. —El agente me lanzó una mirada de desaprobación mientras caminábamos dentro y yo solo bajé la mirada avergonzada de mí misma.

—¿Skylar? ¿Qué haces aquí?—Preguntó el agente Paul y resisití las ganas de llorar, parecía que no solo iba a ser una vergüenza para mi padre si no que todo el pueblo parecía estar notablecemente decepcionado ante mi retención.

—Solo...—Comencé a hablar y el policía me dio un leve empujón.

—Vamos, Skylar, tengo que tomarte los datos, tu padre estará aquí en unos minutos.—Me comunicó el oficial y bajé la cabeza mientras caminaba detrás de él hasta su oficina.

                      
                                 (...)

Mi padre entró en la oficina tiempo después con el rostro confundido y su mirada se clavó en mí.

—¿Qué ha pasado?—Preguntó mientras cerraba la puerta y se acercaba a nosotros.

—Skylar, ¿podrías dejarme hablar con tu padre a solas?—Asentí mientras me levantaba de la silla y caminaba fuera de la habitación.

—¡Tienes que dejarme pasar!—Escuché la voz grave de mi mejor amigo que se encontraba delante de un agente que no le dejaba pasar al ala en la que yo estaba.—No, escúchame tú, me importa una mierda vuestro protocolo.

—Vete, Finn, o tendré que encerrarte por una noche.—Le advirtió y entonces sus ojos me vieron.

—Joder, pero si está ahí. —Farfulló intentando venir hacia a mí y el hombre se interpuso entre nosotros.

—Skylar está retenida y no puedes pasar a esa zona, me harías un gran favor si respetases las normas por una vez en tu vida.

—No lo entiendes, necesito verla.—Insistió y yo negué con la cabeza mientras sus ojos me observaban con preocupación.

—Finn, no...

—Vete a casa, Finn. Te llamaré cuando llegue, ¿vale?—Su ceño fruncido me examinó, debatiéndose en qué hacer y, finalmente, suspiró dándose por vencido.

—Me voy porque yo quiero.—Le aclaró Finn al agente y se giró para irse con aquella prepotencia tan característica.

                           (...)

Quince minutos desde la ida de Finn pasaron hasta que mi padre salió de la oficina, pasó a mi lado sin siquiera mirarme y caminó fuera de la comisaria seguido por mí.

—Papá...—Pronuncié cuando nos montamos en el coche y observé que su intención no era hablarme.—Yo...

—Has roto mi confianza.—Dijo de manera fría y le estremecí ante aquellas duras palabras.—Mi hija está en la base de datos de la policía por escaparse de casa cuando debería estar durmiendo en su habitación. —Casi parecía que él mismo estaba intentando digerirlo.

—Quiero que...—Comencé a hablar de nuevo pero no sabía de qué manera a justificar aquello porque no podía.

—No voy a preguntarte qué hacías allí, porque no creo que vaya a gustarme la respuesta.—Se quedó en silencio unos segundos.—¿Siempre te has estado escapando de casa y me estoy comenzando a dar cuenta ahora?—Me miró finalmente y sus ojos mostraron dolor.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora