XXVIII.

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XXVIII.

—Alguien estaba esperándome, ¿no es así?—Fueron las primeras palabras de Finn cuando cruzó la alambrada para venir hasta mí con dos tazas de chocolate en sus manos.

—No pensé que lo traerías.—Confesé mientras le observaba sentarse a mi lado. Finn traía una camisa de cuadros roja y negra abierta hasta la mitad del pecho, mostrando parte de sus pectorales y tuve que hacer el mayor de los esfuerzos para desviar mi mirada de ahí.

—A pesar de ser verano y estar a una temperatura poco apropiada para el chocolate caliente... Es costumbre, así que cállate y bebe.—Me tendió una de las tazas y una pequeña sonrisa apareció en mi rostro cuando llevé esta a mis labios. Finn asintió complacido para beber de su taza mientras cerraba los ojos, este chico realmente amaba el chocolate.—¿Y qué tal?

—Está rico.—Contesté refiriéndome al chocolate que me encontraba bebiendo.

—No me refería a ese tipo de "¿Qué tal?", ¿qué tal tú, Sky?—Sonreí tristemente mientras volvía a beber antes de contestar.

—¿Cómo crees que estoy? Mi madre me ha olvidado completamente, Finn, le dijo a mi padre que no me dijese donde vive, no quería que la encontrase y yo seguía soñando con que algún día ella vendría a por mí, ¿cómo he podido ser tan estúpida?—Finn se acercó a mí y rodeó mis hombros con su brazo, atrayéndome a su pecho donde descansé mi cabeza mientras le escuchaba hablar en mi oído.

—No sé las razones que le han llevado a tu madre a actuar de esa forma y a no querer relacionarse contigo, pero puedo asegurarte que dentro de un tiempo, se arrepentirá de no haberse quedado contigo o haberte llevado.

—Lo dudo, tiene otra familia que pueden rellenar ese vacío que tenía cuando vivía con nosotros, un vacío que ni su propia hija pudo llenar.—Respondí y me aferré a la tela de su camisa, necesitaba a alguien a quien abrazar en ese momento, alguien que me abrazase y que me dijese que todo en la vida se cura.

—Todo en la vida se cura.—Y ahí estaba, Finn siempre sabía decir lo que yo quería oír, aunque quizá también necesitaba algo de realidad, aunque no más de la que ya tenía.—El dolor acaba yéndose finalmente, y si no es así, simplemente aprendes a vivir con él. Pero tú eres más fuerte que esto. No la necesitas, tu padre te ha estado cuidando estos años y podrá seguir haciéndolo, ha realizado su trabajo bastante bien, si me permites opinar.—Me apretujó contra él, moviéndome en sus brazos, provocando una pequeña risa.

—Si tú lo dices... Me tiene encerrada en una torre de marfil, y estoy comenzando a quedarme sin aire.

—Para eso estoy yo, ¿no, pequeña Skylar? Corromperte y enseñarte los placeres de la vida es lo que mejor se me da.—Finn pronunció realmente orgulloso de sus palabras.

—Ni siquiera me acordaba del trato.—Le miré con una media sonrisa.

—Pues es hora de retomarla, he hablado con tu padre sobre venirte con mis padres y conmigo de martes a jueves a la casa del lago.

—¿Con tus padres?—Finn enarcó una ceja.

—Eso era un añadido para que te dejase venir, obviamente, no voy a llevarme a mis padres a las fiestas que voy a dar.

—No sé, Finn...

—Vamos, será el mejor fin de semana de mi vida, lo prometo.—Levantó el dedo meñique para hacer la promesa y reí suavemente mientras cruzaba su dedo con el mío.—Ahora, vamos a hacer que dejes de pensar en tu madre.—Y cuando quise darme cuenta, Finn ya me había cargado en su hombro y se había tirado conmigo en sus hombros al lago.

           (...)

—¿Lo llevas todo?—Mi padre preguntó por décima vez mientras bajaba las escaleras con el enorme bolso que llevaría para esos dos días.

—Sí, papá.

—Como algo le pase a Skylar...—Mi padre comenzó a amenazar a Finn que esperaba que terminase de bajar para cargar las cosas en su coche.

—Todo va a estar bien.—Y eso solo crispó más los nervios de mi padre.

—Cuando un adolescente dice que todo va a estar bien, nunca va a estar bien.

—Va a estar todo mal, entonces.—Los ojos de mi padre se abrieron de manera exagerada y choqué una de mis manos con mi frente.

—Iros ya antes de que me arrepienta. Ya.—Finn y yo casi salimos corriendo por la puerta.

—Me va a costar mucho ganármelo como suegro.—Finn pronunció como si aquello fuese algo normal y yo me tensé mientras terminaba de meter el bolso en el maletero.

—No sabía que aún mantenías este capricho de tú y yo juntos.—Confesé sentándome en el asiento del copiloto.

—Y yo no sabía que tú lo habías apartado.—Finn contestó y arrancó el coche.—Y no es un capricho.

—Pero cuando viniste en el lago...

—¿Qué quiera estar contigo significa que deje de ser y comportarme como tu mejor amigo? En eso consisten las relaciones, ¿no?

—¿Desde cuando sabes algo de las relaciones?—Expecté con el ceño fruncido mientras nos dirigíamos a la casa de Axel el cual había decidido venirse con nosotros.

—Estoy tratando muy fuerte aquí para demostrarte que puedo darte cosas que nadie puede, y hacerte que quererte a mi manera no es tan malo, si no que es la mejor forma de todas.


Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora