XV.

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                             XV.

—Finn, escucha...—Mi voz temblorosa me traicionó, no saliendo de mi boca tan firme como yo había deseado.

—No te veo deteniéndome...—Sus labios volvieron a mi cuello y sentí su lengua caliente recorriendo mi clavícula, por mucho que lo intentara, no tenía ni las fuerzas ni las ganas suficientes para alejarle de mí.

—No quiero que te detengas.—Susurré cuando subió de nuevo a mi boca con su característica sonrisa torcida. Rozó nuestros labios y cuando fue a profundizar el beso, se separó unos centímetros para dejarme con la boca abierta esperando a la suya. Su sonrisa se ensanchó aún más y cuando me disponía a reclamar, sus labios tomaron los míos intensamente, no fue delicado como la otra vez, esta vez era mucho más apasionado y demandante, sus labios se movían ávidamente sobre los míos y me costaba seguir su ritmo, estaba adormeciendo mis sentidos a la vez que conseguía revolucionarme de pies a cabeza. Giró en el jacuzzi, llevándome,y acabé sobre él con mis piernas a cada lado de su cuerpo y aún así, sus labios no se alejaron de los míos. Perfiló con la lengua mi labio inferior, para seguido pasar al de arriba y abrí estos inconscientemente, dejando que su lengua se deslizase dentro de mi boca buscando la mía que respondió torpe y tímidamente ante su contacto. Una de las manos de Finn fueron a mi rostro y metieron detrás de mi oreja unos mechones de pelo que entorpecían en mi cara. Mis manos se afirmaron en su cadera y abdomen, sintiendo que necesitaba un algo para sostenerme y jadeó en mi boca cuando una de estas recorrió suavemente su torso, explorándolo. Su mano libre que no se encontraba en mi cintura, subió por mi espalda hasta llegar a mi pelo, donde filtró sus dedos y apretó su agarre, pegándome más a su boca. Me atreví a morder su labio inferior, tirando de él hacia mí, abriendo los ojos por unos segundos y descubriéndole sonriendo ante mi gesto, para corresponder con otro mordisco más firme por su parte que provocó un suspiro pesado saliendo de mis labios. Sus manos se encontraron en mi espalda y sentí como ambas jugaban con el broche de mi bikini, llevé una de mis manos a las suyas y ejercí presión para apartarlas de aquel lugar, y lo único que conseguí fue que bajasen a mi trasero y lo apretasen, atrayéndome a él con dureza.

—Finn...—Me separé de él y me miró con sus ojos azules un tanto oscurecidos.—No creo que...

—¿Estoy yendo muy lejos?—Se refirió a la total libertad que sus manos habían tomado para tocarme de aquella manera. Bajé mi mirada intimidada por la suya y llevé un par de mechones tras mi oreja pues estos habían vuelto a entorpecer en mi rostro.—Está bien.—Subí mis ojos de nuevo a los suyos y observé como me sonrió con ternura. —Disfrutemos del jacuzzi entonces... De otra manera.—Y super que se refiría a que había disfrutado igualmente de él mientras nos besábamos. Asentí y me reclamé a mí misma ser tan tímida con él en estas situaciones. Besó mis labios castamente y me separé de él, sentándome a su lado, relajándome y volviendo a mi respiración pausada.

                           (...)

Finn se vistió mientras yo me hacía una coleta por mi pelo mojado y negué a la vez que sonreía mirando el jacuzzi, recordando lo ocurrido momentos atrás.

—Voy a cerciorarme de que nadi...—Comencé a hablar pero los labios demandantes de Finn sobre mi boca pegándome a la pared a la vez que su mano se posicionó en mi cintura para atraerme a su cuerpo me impidieron seguir.—¿Y esto?—No pude evitar sonreír cuando se separó y se encogió de hombros.

—Me apetecía. —Caminamos hasta la puerta de la casa que daba a la calle y saltamos afuera. Fuimos hasta su camioneta rápidamente y suspiré cuando hubimos entrado en ella.

—Más que mostrarme los placeres de la vida, vas a hacer que me muera de un paro cardíaco, vivo en tensión por tu culpa.—Acusé y solo rió roncamente a la mientras que arrancaba el coche para llevarme a casa.

                        (...)

—¿Está tu padre? Podría pasar y estar un rato contigo...—Habló Finn cuando parqueó una calle más abajo de donde yo vivía.

—Sí está.—Sentencié sin siquiera saberlo, no quería estar a solas con Finn en mi casa, ya había cruzado los límites lo suficiente por hoy.

—Una pena.—Pronunció entre dientes y sonreí enternecida ante su apenas visible molestia.

—Tengo que irme.—Y cuando abrí la puerta de la camioneta, su mano agarró mi brazo, sujetándome allí a la vez que su boca abarcó la mía con agresividad y rapidez, pero no podía quejarme, me gustaba.

—Ahora sí.—Dijo roncamente sobre mis labios y le besé castamente antes de alejarme.

—Adiós, Finn.—Caminé hasta casa mientras pensaba en todo lo que había sucedido esa tarde y sabía que nada bueno podría salir de allí, dije que nada pasaría, que no dejaría que me tratase como otra más pero había caído como todas, había roto nuestra promesa, aquella en la que dijimos no dejar que nada pasase entre nosotros y, en ese momento, pensando en caliente, no me desagradaba tanto la idea, ya tendría tiempo para torturarme cuando se me pasase la sensación de bienestar en la que Finn me había sumergido.

—Hola, Skylar.—La voz de mi padre sonó nada más entrar en casa y me felicité por no haber permitido a Finn venir.

—Hola, papá.—Caminé hasta él que se encontraba en la cocina haciendo la cena y besé su mejilla.

—En cinco minutos estará terminado.—Informó mientras me sentaba en uno de los taburetes, observándole.—¿Cómo ha ido la tarde con Savannah?—Hora de mentir, chica inteligente.

—Mmm, bien, vimos algo en la televisión y jugamos a un par de juegos de mesa.—¿Juegos de mesa? ¿En serio, Sky? ¿Cuántos años tienes... Cinco?

—Me alegro de que haya sido agradable.—Casi salté de felicidad cuando pareció creerme. Mi móvil sonó en el bolsillo de mi pantalón y lo descolgué sin mirar el nombre.

—Virgen, necesito una mierda para bajar la fiebre.—Escuché la ronca y agitada voz de Dallas al otro lado del teléfono.

—¿Qué estás diciendo, McCain?

—Mis padres están en una puñetera reunión de trabajo o no sé qué cojones y Kels lleva con fiebre desde ayer por la noche, no pude dormir por estar al pendiente de ella y hoy está peor, no puedo pasar otro día sin dormir y mi hermana va a acabar delirando, estoy jodido, Sky.

—¿Has probado a llevarla al médico?—Mi padre se giró a verme con el ceño fruncido.

—Reposo y un medicamento de mierda que debería haberle bajado la fiebre y los sudores pero nada pasa, deberían retirarle su puñetero título de medicina si ni siquiera sabe frenar una fiebre.

—Dallas, escucha...

—Incluso yo sabía que necesitaba reposo y medicamento, ¿cinco años de carrera de mierda y eso es lo único que sabe decirme? Puede pudrirse con sus jodidos estudios.

—Tienes que tranquiliz...

—Y la medicina también puede irse al jodido infiern...

—¡Por el amor de Dios, Dallas, cállate!—Grité exasperada ante su discurso en contra la medicina.

—¡Skylar!—Gritó mi padre en reclamo ante mi grito.

—Tranquila, virgen, no hace falta alterarse.—Golpeé mi frente no pudiendo creer que el furioso chico que mandaba al infierno todo haces unos segundos estuviese dirigiéndome esas palabras.

—Solo decía que deberías tranquilizarte.

—Hipócrita...

—Oh, vamos...

—Virgen, por favor, dime que puedes inventar alguna de tus mentiras de mierda y venir aquí porque de verdad, te necesito.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora