VIII.

15.6K 921 73
                                    

VIII.

Mi padre va a colgarme.—Volví a quejarme mientras entrábamos en el bar del tío de Dallas tras estar un rato en la piscina.

—Oh, vamos, se supone que estás con Savannah.—Finn pasó su brazo alrededor de mis hombros como solía hacerlo, pero ya no lo sentía tan costumbre.

—Y se supone que debería volver pronto.—Recordé cuando nos paramos frente a la barra.

—¿Qué puede hacer? ¿Castigarte? Te diré una cosa: ya lo estás.—Rodé los ojos dando por finalizada la conversación y pedí un batido de vainilla para después irnos a sentar.

—¿Queréis venir el miércoles?—Preguntó Axel mientras se cruzaba de brazos mirándonos a mí y a Savannah.

—¿A dónde?—Se interesó Savannah y presté atención.

—Hay una competición de coches en en cementerio.—Informó Dallas sonriente.

—¿Alguno pensáis competir?—Me interesé y los tres se rieron.

—¿Pero tú has visto nuestros coches?—Habló nuevamente Dallas obvio.

—¿Vendréis, entonces?—Insistió Finn.—Será a las once.

—Vuelvo a recordarte que estoy castigada.

—No es la primera vez que te escapas de tu casa por la noche estando castigada, pequeña Sky.—Casi se burló con diversión y no pude contratacar a eso, el castigo era un obstáculo en el camino y yo estaba cogiéndole el gusto a esquivarlo.

—Batido de chocolate, batido de vaini...—El camarero se dispuso a dejar nuestros batidos sobre la mesa cuando el mío fue volcado sobre mi camiseta. Me eché hacia atrás rápidamente mientras el camarero cogía una servilleta para intentar limpiarme y yo estaba manchada de batido de vainilla hasta la barbilla.

—Eh, torpe, puedes dejarla en paz.—Habló Finn arrebatándole la servilleta cuando rozó por la piel expuesta encima de mi pecho.

—Lo siento, de ver...—Comenzó a disculparse y cuando abrí la boca para responder, Finn se adelantó.

—¿Eres sordo, Dave? Saca tu puto culo de aquí.—El tal Dave bajó la mirada furioso y se fue de allí murmurando.

—¿Por qué has sido tan grosero?—Casi le reproché a Finn.

—¿Y tú por qué has sido tan inocente? Su primera intención era pasar la jodida servilleta por tus tet...

—Finn, ¡basta!—Le silencié agobiada.—Se estaba disculpando y...

—Sh.—Me silenció y llevó su dedo a la esquina de mi labio.—Tienes vainilla hasta aquí.—Y se lo llevó a la boca mientras sonreía.

(..)

—¿Cuál es el concepto de un rato para ti, Skylar?—Mi padre llamó mi atención desde el sofá cuando entré en casa.

—Solo han sido un par de horas.—Intenté justificar y se levantó del sofá tras apagar la televisión.

—No entiendo qué quieres, Skylar, ¿estar castigada de por vida?—Negué rápidamente y él me miró con desaprobación.—No sé que pasa contigo últimamente, pero quiero a mi hija de vuelta.—Y caminó hasta la cocina mientras yo me quedaba estática en el salón, mi padre quería a la santa Skylar de siempre, pero lo que no sabía, es que, en el fondo, yo nunca lo había sido.

(...)

—Me gusta esa chaqueta.—Fue lo primero que salió de los labios de Finn cuando entré en su camioneta y simplemente me giré para ponerme el cinturón.

Amén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora