Traición

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Al volver a casa en compañía de Viktor me deja en la banqueta y la camioneta se aleja.

Camino lentamente hasta la puerta y toco con mi puño dos veces en espera de que Claudia me abra, cuando lo hace entro a la casa, observo con sorpresa a mi amiga ya que me encuentro con mi madre de brazos cruzados al pie de la escalera. Me mira con decepción, no recuerdo haber visto esa mirada en sus ojos, no entiendo que es lo que esta pasando; giro la cabeza para ver a Claudia quien al sentir mi mirada sobre ella gira la cabeza y pretende demencia.

— ¿Le dijiste? —pregunto incrédula, soy incapaz de creer que mi amiga le dijo a mi madre que me he ido. — ¿Por qué hiciste eso?

—Claudia solo quiere lo mejor para esta familia. —comenta mi madre. —A diferencia de ti que no te importa que hagamos, parece que estas empeñada en seguir alejándote.

—No sé de que estas hablando, pero lo que sea esto. —hago un circulo con la mano extendida señalando a ambas. —Esto no es una familia.

—No puedes hablarle así a tu madre. —dice Claudia mirándome sobre su hombro. —Le debes respeto.

—Respetare a quien me respete y hasta hoy ella no me ha respetado. —avanzo lentamente hasta quedar frente a mi madre. —Voy a subir a mi habitación. 

A pequeños y ligeros pasos subo los escalones hasta llegar a mi habitación y cierro la puerta detrás de mi. No entiendo que esta pasando es como si todo lo malo que pueda pasar, pasará, una racha de mala suerte y deseo que termine pronto.

El resto de la tarde me la paso recostada en mi cama, no hay ruidos en casa, es como si me encontrara totalmente sola y aun así, algo me dice que si salgo de la habitación me voy a encontrar con mi madre y claudia ideando un plan para mantenerme encerrada en casa.

Hola.

Ya tengo tus resultados y los horarios de tus sesiones de rehabilitación.

Me escribe Viktor y una sonrisa escapa de mis labios.

Perfecto, estoy realmente emocionada por iniciar.

No debes forzarte,  tus sesiones serán por las mañanas y si quieres por las tardes podemos asistir al palacio de hielo para ver a los chicos.

Viktor parecía una hada madrina, me hace sentir mejor conmigo y hace parecer que mis desgracias son solo un pequeño bache en mi camino. 

Mientras me encuentro sonriendo sobre mi cama la puerta de la habitación se abre repentinamente logrando que me enderece y quede sentada en el colchón. Se trata de Claudia, observa cada rincón de la habitación como si estuviera buscando algo hasta que su mirada se posa sobre mi y veo como sus ojos se achican y sonríe de lado, acomoda uno de los mechones de su cabello detrás de su oreja izquierda y cruzas sus brazos sobre su abdomen.

— ¿Por qué le dijiste? —pregunto una vez más y ella suelta un par de carcajadas agachando la cabeza. — ¿Qué te ocurre?

—Verás. —se acerca a mi y toma mi barbilla para elevar mi rostro. —Puede que no lo recuerdes, porque cuando nos volvimos a ver ni siquiera me recordabas.

— ¿De qué estas hablando? —intento empujarla pero con su mano libre ejerce presión en mi rodilla lesionada. Suelto un quejido de dolor y cubre mi boca con la mano que antes sostenía mi rostro.

—Cuando nuestros padres nos conocieron decían que eras la hija perfecta, una niña que practico un deporte cuando era joven y era bueno para ello; mis padres continuamente me decían que tenía que ser como tu, ser tu... —libera mi rodilla y observa a través de la ventana. —Tienes una familia que te quiere, tu vida era perfecta, asistías a un colegio normal y no a un convento como yo; vivías con tus padres y no con las odiosas monjas. —se aleja para cerrar la puerta de la habitación. —Yo convencí a mi madre de que tu madre te inscribiera en el mismo convento que yo, tenía que saber como te comportas, la manera en la que actúas. —recargo su peso en la puerta. —Solo tenía que esperar el momento adecuado para que cada pieza del rompecabezas que arme cayera en su lugar. —volvió acercarse a mi y del bolsillo de su pantalón extrajo un par de pastillas. —Tragalas. —escupe las palabras y me obligo a abrir la boca para pasarme las pastillas, eran amargas y de una textura extraña. — ¿Crees que caerte a mitad de tu presentación fue solo un día de mala suerte? —pregunta mientras toma mis hombros y lentamente me recuesta en la cama. —Si fueras más lista te hubieras dado cuenta de que tus cuchillas estaban dañadas. —toma mi celular y lo lanza por la ventana. 

—Claudia. –murmuro su nombre mientras que el sueño me invade. — ¿Por qué? —los parpados me pesan, mi visión es borrosa y no siento mis extremidades.

— ¿Sabes porque Yuri esta distante contigo? —pregunta. —Después de su competencia, en el hospital se entero que no volverías a patinar... lloró desconsolado hasta que le hice compañía.

Todo se torna negro a la vez que caigo en un profundo sueño.

La Gata Rusa 3 [Actualizaciones LENTAS ]Where stories live. Discover now