No Patino en Pareja

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Patinar en pareja, en realidad sonaba como algo estúpido, debías encontrar a tu compañero  siendo un infante, de esa manera la conexión entre ambos sería la necesaria para poder seguirse sin hablar en la pista y yo en plena adolescencia, ya no podía llegar a un nivel de conexión lo suficientemente fuerte para eso.

No estaba de acuerdo con ello, odiaba la idea de que alguien que apenas conozca me lance en el aire para luego aterrizar, yo no podía hacer eso.

—No patino en pareja. —dije momentos después de analizar la situación. —No lo haré.

—Tienes dos opciones. —Viktor se alejó de mí. —Patinas en pareja o no vuelves al hielo en tu vida, ni siquiera para volverte entrenadora, una simple amateur más.

La manera en que lo había dicho, era más una amenaza qué un regaño o un simple comentario. Prácticamente me estaba obligando a volverme patinadora en pareja para volver al hielo y a pesar de que me había brindado dos opciones, realmente solo existía una para mi.

— ¿Dónde encontraremos una pareja? —pregunte cediendo a su "sugerencia" —No soy una niña, no soy la misma de antes, nadie va a querer patinar con un fracaso.

—No deberías preocuparte por eso, tengo una persona en mente —Viktor acarició mi cabeza —Por ahora deberías de empezar a calentar porque entraremos al hielo.

Comenzó a alejarse y tomo a Mila por el codo para poder hablar con ella. Aproveche para sentarme cerca de la pista y cambiar mis zapatillas deportivas por los patines. Al ser nuevos están completamente duros, parece casi imposible poder meter el pie en la botita sin tener que pelear con todas tus fuerzas. Mi rodilla no tenía la fuerza suficiente como para empujar el pie en el interior del patín sin sentir que me desgarraba la pierna y a pesar de mis esfuerzos, al estar a punto de rendirme un par de manos aparecieron para desatar los cordones.

No me moví ni un milímetro para evitar que la gata rusa se diera cuenta de que su cercanía me hacia enloquecer. Yuri Plisetsky se encontraba en cuclillas frente a mi colocándome el patín, no dijo nada cuando llego a mi lado, no estaba diciendo nada ahora que de forma rápida armaba un nudo discreto. Aparte la mirada y la lleve al hielo, la pista no estaba vacía, Georgi se encontraba patinando de un lado a otro. Él tambien había tenido un año difícil en el patinaje, muchas veces sentía que las personas se olvidaban de su presencia en el equipo a pesar de ser más consistente qué muchos otros patinadores qué conocía, se era fiel a si mismo.

— ¿Volverás al hielo? —la pregunta proveniente de entre los labios de Yuri logro qué apartará la mirada de Georgi y la dirigiera a él. Era la primera vez que lo veía de cerca desde nuestra llegada al país, por algún motivo se veía distinto, más delgado, su cabello era más largo, sus facciones más marcadas pero sus ojos seguían siendo los mismos, ni si quiera me estaban mirando —Amoldar los nuevos patines a tus pies y rodilla te llevara semanas, tal vez meses.

Me estaba hablando como di nada hubiera pasado, me hablaba más que la primera vez que llegue al Palacio de Hielo y aun así, lo sentía aun más extraño qué esa primera vez. Yuri era un extraño para mi en ese momento, me sentía incomoda ante la proximidad de sus palabras.

Me levante logrando qué retrocediera un par de pasos, ni siquiera sé había colocado la guarda de los patines para salir de la pista, aparte la mirada de su rostro justo cuando sus ojos intentaron conectar con los míos; seguí avanzando hasta llegar al borde de la pista, me sostuve de la barandilla y permanecí en ese lugar un par de segundo observando el hielo. Sentía mi lenta respiración, la forma en la que mi corazón palpitaba con una extraña arritmia debido a la cercanía del cuerpo de Yuri, podía sentirlo a un par de pasos detrás de mi, su mirada clavada en mi nuca como una daga, mis piernas temblaban un poco y antes de dar un paso al interior de la pista Viktor tomo mi mano y me apartó.

—Mientras te colocabas los patines he hablado con tú pareja —me informa así que le di un rápido vistazo. Estaba sonriendo de manera cálida, la extraña sonrisa en forma de corazón que no veía hace semanas de hizo presente, era como volver en el tiempo —Ya lo conoces, de hecho, estaba calentando.

— ¿Calentando? —volví la vista a la pista para ver como Georgi se aproximaba, abrí la boca con sorpresa, no me podía creer que él fuera la pareja que Viktor tenía planeada para mí, era mayor que yo, más alto, fornido —Hola Georgi —saludo mi entrenador cuando nuestro compañero llego a nuestro lado —Quizá nadie los presento formalmente. Georgi, ella es _____ —Viktor me señaló por completo —Y a partir de hoy será tú compañera de pista —Georgi antes de patinar en solitario lo hacía en pareja —comenzó a explicar —Es como andar en bici, si lo aprendiste bien, no lo olvidas —volvió a sonreir y acarició mi cabello.

—Yo no patino en pareja —me dirigí a Georgi —No lo he hecho nunca y agradezco que me des la oportunidad.

—Patinar es lo único que sé hacer —dijo el chico sonriendo con pesar —No importa cuanto nos tome, aprenderás a patinar en pareja.

LA conversación se había reducido a Georgi, Viktor y yo para ponernos de acuerdo sobre los entrenamientos en hielo, las clases de ballet y las sesiones en pareja para poder conectar. Yuri no se había alejado del todo mientras hablábamos, se mantuvo revoloteando a nuestro alrededor como una mosca de la fruta, pequeña y silenciosa; le estaba poniendo atención a nuestra conversación, lo sabía por la forma en la que frunció el entrecejo.

Por otro lado, conectar con Georgi parecía algo difícil, apenas sí conocía su nombre, debíamos conectar nuestras mentes, los cuerpos, las respiraciones y a pesar de que ambos estábamos un poco rotos; no me sentía en la misma sintonia qué él.

—Bien, calentemos un poco fuera del hielo antes de entrar —pidió Viktor — ¿Qué les parecen diez vueltas a la pista elevando las rodillas? —se giro para verme —puedes pararte las veces que necesites, pero nunca más de un minuto entero —dio una palmada y Georgi tomó mi mano izquierda para guiarme alrededor de la pista.

Me sentía como una niña pequeña, estaba segura que ni siquiera a las niñas que empiezan a patinar las tratan de la forma en la que Georgi lo hacía. Tomó mis muñecas con delicadeza para estirar mis brazos de forma lateral y contaba "uno y dos" para que levantará las rodillas, lo hacía con la intención de que recuperace el equilibrio poco a poco, no podía simplemente lanzarme a la pista en espera de mantenerme de pie o de que alguien me atrapase.

Yuri nos miraba de vez en cuándo, pasaba a nuestro lado en la pista, lo escuchaba carraspear cada vez que me detenía para masajearme la rodilla o soltaba un gruñido cuando me detenía al estar cansada.

—Sí sigue haciendo ruido iré a golpearlo —dije entre dientes.

—No sería bueno para nadie —advirtió Georgi —Debes centrarte en ti... luego podrás destrozarlo en el hielo.

—No lo entenderías —murmure y me detuvo frente a Viktor que ya nos esperaba en la entrada de la pista.

—De todos, en este momento, soy el que más te entiende —Georgi me soltó —Debemos gastar tus patines —me tendió la mano y sin dudarlo la tome para adentrarnos a la pista.

El hielo no había cambiado nada, ni un poco, seguía siendo delicadamente rasgado por las cuchillas de los patines, tenía las pequeñas marcas de las veces que Olimpia había hecho su trabajo, las pequeñas gotas qué se formaron donde el hielo se derritió y antes de darme cuenta Georgi tenía una mano en mi cintura, la otra en mi mano y se encontraba guiando mi patinar alrededor de la pista. Un pie frente al otro mientras nos deslizabamos ¿acaso eso era la felicidad? Podría jurar que sí.

Ya estaba sonriendo y no existía otra cosa, no debía existir otra cosa, pero cada vez que Yuri se nos adelantaba en las curvas sin mirar a tras y cada vez más rápido, aceleraba mi corazón descoordinando con Georgi quien intentaba acoplarse a mis respiraciones.

En algún momento ví como Yuri salió de la pista, se acercó a Viktor, le comento algo y al terminar su mirada se dirigió a mi, me miró de arriba a bajo y de regreso para después darme la espalda y salir del Palacio de Hielo.

Pará cuando terminamos el entrenamiento del día que fue como una clase intensiva de calentamiento Georgi y yo volvimos con Viktor. Gergi se despidió diciendo que nos veríamos mañana y me quede en silencio a lado de peliplateado mientras me quitaba los patines.

—Dijo que te ves mejor —dijo Viktor con los brazos cruzados sobre su pecho.

Eleve la mirada, no tenía que decir nada más para saber que se trataban de las palabras de Yuri Plisetsky.

La Gata Rusa 3 [Actualizaciones LENTAS ]Where stories live. Discover now