(𝟏𝟔) · 𝐒𝐚𝐢𝐥𝐨𝐫 𝐌𝐨𝐨𝐧 ·

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Nyx es escoltada a las Tres Escobas por la profesora Sprout, que no deja de preguntarle si se encuentra bien

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Nyx es escoltada a las Tres Escobas por la profesora Sprout, que no deja de preguntarle si se encuentra bien. 

Quiere ser completamente sincera: no, no se encuentra bien en absoluto. La atacó un hombre lobo hace dos días y ahora ese mismo hombre le ha confesado que acercarse a ella hace que salga todavía más el lobo.

No entiende absolutamente nada de lo que ha pasado y, otra vez, siente que lo ha soñado todo. Desde el viernes, todo lo que le ocurre parece irreal, como sacado de una pesadilla. Fred cortó con ella, se despertó en mitad del bosque, la atacó un hombre lobo y se le partió la varita.

Fred.

La varita.

Recuerda a la profesora Trelawney trazando una línea en la pizarra y partiéndola por la mitad. Recuerda que le advirtió de que tuviera cuidado el nueve de junio. Fred también se lo había advertido.

Una línea partida por la mitad. La varita partida en dos. Nuestra relación, rota.

—La verdad es que no, profesora. No me encuentro nada bien.

Pomona Sprout la mira como si hubiera dicho algún tipo de palabra prohibida. Nunca, en cinco años, ha escuchado a Nyx decir que no se encuentra bien. Todos los cursos recibe llamadas en mitad de la noche de alumnos que no se encuentran bien; a veces ve a algunos que, aunque no le dicen nada, tienen cara de estar pasando un mal día, pero Nyx nunca está mal. Ni siquiera cuando le pregunta si ha ido a visitar a sus padres al hospital Nyx demuestra que está disgustada por lo que ha visto.

Así que no está preparada para que Nyx esté mal. Le ha hecho esa pregunta por mera educación, y ahora no sabe qué responder.

—Vaya, cielo, ¿y quieres hablar de ello?

Nyx mira a la profesora. Tiene los ojos brillantes por las ganas que tiene de llorar, pero niega lentamente.

—La verdad es que no.

Sprout se despide de ella antes de que se meta en la chimenea para viajar al Caldero Chorreante, recordándole que puede ir a su despacho siempre que lo desee para conversar. Nyx sonríe con una mueca que le dice a Pomona que jamás la verá hacer tal cosa.

La profesora entonces se relaja mucho más, porque ese comportamiento sí es típico de Nyx y eso significa que no está tan mal. Piensa de verdad que Nyx tiene que estar pasando por algo muy grave para que hable con ella.

—Niña.

La abuela la abraza en cuanto la ve aparecer. Nyx se deja hacer, apenas devolviéndole el abrazo por la impresión. Siempre le parece extraño que su abuela le muestre cariño de forma física, y es reconfortante a la vez que perturbador.

El breve abrazo termina rápidamente. La abuela la aleja para comprobar con un solo vistazo cómo está, porque no le hace falta preguntar.

—Lo siento, abuela. No pude evitarlo... Estaba intentando defenderme y lanzarle un hechizo, pero me partió la varita en dos.

· Díada · (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora